Por Eduardo Lazzari. Historiador.
Los Cardenales argentinos: 90 años de la vida de la iglesia en el país (Jorge María Mejía) Los Cardenales argentinos: 90 años de la vida de la iglesia en el país (Jorge María Mejía)
La historia de los cardenales argentinos tiene algunas particularidades que resultan interesantes: desde la creación del primero en 1934 han pasado noventa años y han sido cardenales dieciocho sacerdotes, catorce del clero secular y cuatro religiosos: dos jesuitas, un franciscano y un es decir un promedio de un purpurado cada cinco años. Algunos de ellos eligieron adoptar la ciudadanía vaticana, algo que es un derecho, pero no una obligación. Como curiosidad, el papa Francisco aún hoy luego de once años de feliz reinado en el Trono de Pedro, mantiene en orden su pasaporte argentino siendo el jefe de estado de la Santa Sede.
De los 18 cardenales, los nueve que hasta hoy han sido tratados en estas queridas páginas de "El Liberal" han pasado a la eternidad, y de los nueve restantes, sólo ocho siguen siéndolo, ya que el noveno se convirtió el 13 de marzo de 2013 en el Sumo Pontífice, el primero de América. Este es el momento histórico de mayor cantidad de cardenales de la historia argentina: ocho, de los cuales cuatro están en condiciones de participar de un cónclave para elegir al Papa: Vicente Manuel Fernández, Mario Aurelio Poli, Ángel Sixto Rossi y Vicente Bokalic Iglic, el primer arzobispo de Santiago del Estero primado de la Argentina, también un record. Otros cuatro tienen la dignidad cardenalicia, pero no pueden asistir a un cónclave por haber superado los ochenta años: en el caso de Leonardo Sandri alcanzó esa edad luego de varios años en condiciones de elector papal, pero en los de Estanislao Esteban Karlic, Luis Héctor Villalba y Luis Dri fueron creados cardenales con 81, 80 y 96 años respectivamente. En este último caso del cardenal Dri, además es notable que no haya sido ordenado obispo, siendo simplemente presbítero hasta hoy.
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Vamos hoy con la biografía de uno de los grandes intelectuales argentinos: el cardenal Jorge Mejía, cuya vida se dividió entre la ciudad que lo vio nacer, Buenos Aires, y la ciudad que disfrutó cuatro décadas, Roma.
Sus primeros años
Jorge María Mejía nace en Buenos Aires el 31 de enero de 1923, en el seno de la familia formada por don Raúl Alberto Valentín y doña María Florencia Quesada Casares, descendientes de dos familias que moraban en estas tierras argentinas desde tiempos anteriores a la independencia. Los cinco hijos del matrimonio fueron varones y la posición acomodada de la familia fue importante en la formación de Jorge. Puede afirmarse que es el cardenal argentino con mayor tradición familiar en el país y el único que no fue hijo o nieto de inmigrantes.
Fue alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires, y decidido a seguir la vida sacerdotal ingresó en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires. Luego de ser ordenado presbítero, viajó a Roma para estudiar en el Pío Instituto Bíblico, donde alcanza la licenciatura en Sagrada Escritura, y luego en la Universidad de Santo Tomás de Aquino, donde se doctora en Teología. Desde joven se destacó por su inteligencia brillante y su claridad didáctica, lo que fue ordenando su destino en la Iglesia argentina y luego en la Iglesia universal.
Presbítero y ecumenista
Fue consagrado como sacerdote el 22 de septiembre de 1945, con sólo 22 años, y fue destinado como cura teniente a la basílica porteña de Santa Rosa de Lima, pero al poco tiempo fue enviado a Roma para perfeccionar su formación teológica, compartiendo algunos cursos con el polaco Karol Wojtyla, quien se convertiría en 1978 en el papa Juan Pablo II. A su regreso fue destinado directamente a la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina, donde se desempeñó como profesor de Sagrada Escritura, de griego bíblico, hebreo y arqueología. También enseñó en el Instituto de Cultura Religiosa Superior y en una casa de formación de los maristas en la Argentina.
Fue designado perito teológico en el Concilio Vaticano II. Su conocimiento de los textos sagrados judíos, sumado a su condición de invitado al Instituto Ecuménico de Altos Estudios de Tantur en Israel, lo proyectaron a nivel internacional. Su espíritu abierto frente a las otras religiones hizo que el cardenal Antonio Caggiano, arzobispo de Buenos Aires, lo nombrara secretario de la Comisión de Ecumenismo de la arquidiócesis porteña. Al año siguiente fue promovido como secretario del Departamento de Ecumenismo del Consejo Episcopal Latinoamericano.
Desde 1956 era el director de la revista "Criterio", cargo que ocupó durante 22 años y sólo dejó cuando se instaló en Roma en 1977. En 1969 alcanzó la presidencia del comité ejecutivo de la Federación Católica Mundial para el Apostolado Bíblico, cargo que ocupó durante 3 años. En 1977 el papa Pablo VI le dio un oficio de alta responsabilidad y poco sencillo: secretario de la Comisión Pontificia para las relaciones religiosas con el judaísmo. En 1978 su amigo Wojtyla llega al trono de Pedro y al poco tiempo lo nombra capellán de Su Santidad, un cargo honorario pero que muestra su cercanía con el Papa.
Obispo y alto funcionario vaticano
Fue designado vicepresidente de la Comisión Pontificia "Justicia y Paz" el 8 de marzo de 1986, el mismo día que fue preconizado como obispo titular de Apollonia por el papa Juan Pablo II. Fue ordenado obispo el 12 de abril de ese año en una ceremonia celebrada en la iglesia de San Luis de los Franceses en Roma por el cardenal Roger Etchegaray, quien fue acompañado por los monseñores Eduardo Martínez Somalo y Antonio Javierre Ortas. Mejía fue el primer cardenal argentino que no fue ordenado obispo por ningún argentino. Ya era un hombre de la estructura vaticana. En 1988 el Papa elevó a la condición de Consejo Pontificio a "Justicia y Paz", dejando a Mejía como vicepresidente.
El 5 de marzo de 1994 su título episcopal fue elevado a arzobispado, en una distinción de carácter personal, previa a su traslado como secretario de la Congregación de los Obispos, uno de los organismos más importantes de la Curia Romana. Cinco días después fue elegido también como secretario del Colegio de Cardenales. Sin duda, su experiencia burocrática era un valor que se sumaba a su talante intelectual destacado. El 7 de marzo de 1998 fue nombrado Archivero de los Archivos Secretos Vaticanos y Bibliotecario de la Biblioteca Vaticana.
Simultáneamente a toda esta extensa carrera eclesiástica y docente, Jorge Mejía acumuló una importante obra intelectual plasmada en varios libros, como "La hipótesis de la naturaleza pura y sus adversarios" (1956); "Guía para la lectura de la Biblia" (1964); "Los frescos de la Capilla Sixtina del siglo XVI" (2003); "Historia de una identidad" (2005), además de los escritos en colaboración "Los manuscritos del Mar Muerto y los orígenes del cristianismo" (1959) y "Los cardenales bibliotecarios de la Santa Iglesia Romana" (2006).
Cardenal
En el consistorio del 21 de febrero de 2001 fue creado cardenal, junto a otro argentino, el arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco. Le fue otorgado el título de cardenal diácono de San Jerónimo de la Caridad, una bella iglesia cercana al río Tíber. Fue uno de los primeros cardenales del Tercer Milenio. Tenía 78 años. Siguió con sus responsabilidades, retirándose a los ochenta años en octubre de 2003. Su sucesor fue el francés Jean-Louis Tauran, quien sería el encargado de anunciar al mundo la elección del papa Francisco. Al cumplir diez años en la Orden de los Diáconos, fue elevado a cardenal presbítero el 21 de febrero de 2011. Vale aclarar que esta promoción está contemplada en forma automática en el derecho canónico.
Mantuvo el título de Archivero y Bibliotecario emérito y a principios de marzo de 2013 sufrió un infarto que le impidió participar de los funerales de su amigo el papa Juan Pablo II y de las ceremonias del inicio del papado de Francisco, ese cardenal con que compartió el día de su creación como tal. Sorpresivamente unos días después era visitado por el pontífice argentino en su casa, ubicada a sólo 4 km. de la Ciudad del Vaticano. Un enojoso episodio lo afectó anímicamente cuando un automóvil de su propiedad fue usado para transportar drogas en un exceso de confianza de un amigo de su secretario privado Luis Alberto Duacastella, quien le había prestado el vehículo al delincuente.
Murió el 9 de diciembre de 2014 en Roma, y sus funerales fueron celebrados por el papa Francisco junto a 35 cardenales. Fue sepultado en la iglesia de San Jerónimo de la Caridad. Es sin duda Mejía una figura destacada de la Iglesia argentina, que como en muchos otros casos, descuida de la memoria de sus grandes hombres. El próximo domingo, si Dios quiere, abordaremos una mirada sobre los cardenales argentinos que hoy son príncipes de la Iglesia: tres en Roma, dos en Buenos Aires, uno en Tucumán, uno en Santiago del Estero, uno en Córdoba y el más anciano, Karlic, en Entre Ríos.