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Del romance al robo: lo sedujo por Tinder, la visitó en su casa y se llevó todo

Las apps ofrecen la oportunidad de expandir el círculo social y encontrar compañía, pero, también conllevan riesgos que no deben ser ignorados.

15/02/2025 14:35 País
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Las aplicaciones de citas, como Tinder, se han convertido en una de las principales formas de conocer gente nueva y explorar posibles relaciones. Aunque pueden ser una gran oportunidad para ampliar el círculo social y encontrar pareja, también implican ciertos riesgos que no deben pasarse por alto.

Casos de estafas románticas, sextorsión, suplantación de identidad y robos han sido reportados en diversas ocasiones. En algunos casos, lo que comienza como una conversación inofensiva puede terminar en una experiencia desagradable.

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Esto es lo que le ocurrió a Santiago C., un joven de Entre Ríos que se mudó a Buenos Aires para estudiar y fue víctima de un robo tras invitar a su departamento a una chica que había conocido en una aplicación de citas.

"Fue el año pasado. Hice match con una chica en Tinder", relató Santiago a TN Tecno. "En su perfil decía que se llamaba Nati Porthos, que vivía en Villa Urquiza, estudiaba arquitectura, tenía dos gatos y le gustaba leer. Más tarde descubrí, y me confesó, que su 'apellido' se lo había puesto de nick por el personaje de Los tres mosqueteros. Cuando empezamos a hablar, era simpática, hacía chistes. Pegamos onda justamente por tener el mismo humor y ser ambos hinchas fanáticos de River", agregó.

Como ocurre en muchas interacciones en estas plataformas, después de varios días de conversación en Tinder, decidieron intercambiar números y continuar la charla por WhatsApp. "Un día quedamos en salir a tomar algo en un barcito en Palermo, cerca de mi casa. Cuando nos encontramos, se veía un poco diferente a las fotos de perfil o imágenes que me había mandado. Y parecía más grande de los 27 años que decía en su perfil. Pero no le di mucha importancia a eso", recordó.

La cita avanzó con normalidad. "Charlamos un rato, pedimos algo para comer. Noté que ella tenía una mochila. No le pregunté, asumí que tenía sus cosas, o pensé que venía preparada para dormir en otro lado", contó Santiago.

Para él, era una salida más como tantas otras que había tenido. "Tomé tres o cuatro tragos. Ella creo que no más de dos. Me acuerdo de que la pasamos bien. Ella daba esa impresión. En un momento me senté a su lado, y nos dimos unos besos. Le dije de ir a mi casa y dijo que sí", narró el joven.

"En casa le hice un trago. Puse música y nos pusimos a hablar. Recuerdo que fui al baño dos veces. Una apenas llegamos. Y otra justo antes de que ella se vaya. No tardé tanto, lo normal. Cuando salí del baño la segunda vez, ella estaba de pie y cuando me vio, se volvió a sentar, como tirándose al sillón. Me dijo que se sentía mal, que quería irse. No la noté muy nerviosa, pero sí, tal vez, medio apurada", comentó.

En ese momento, Santiago creyó que se trataba de un malestar pasajero, quizá causado por la comida o las bebidas. "Le pregunté, pero no quise insistir mucho en que se quede. Volvió a decir que se sentía mal, que quería irse. Agarró su mochila, y le bajé a abrir. Me saludó y se fue, ahí sí, medio apurada. No quiso que le pida un auto porque me dijo que se tomaba un taxi en Av. Santa Fe -a una cuadra-. No era muy tarde, no eran más de las 2 am", explicó.

Al regresar a su departamento, Santiago decidió conectarse un rato, pero al buscar su computadora en el escritorio, se llevó una sorpresa. "Al principio pensé que la había dejado en otro lado. Pero al rato me di cuenta: me la había robado. Y también me faltaban el ebook reader, algo de plata que tenía en el mismo cajón y un reloj".

El desconcierto y la bronca se apoderaron de él. "En ese momento bajé y corrí para donde se había ido, pero obvio no la encontré. Y cuando la quise mensajear, me había bloqueado de todas las redes".

El perfil de Nati Porthos había desaparecido. "Cuando iba subiendo a mi casa tenía la idea de contarle a mis amigos la cita y cómo había terminado... pero cuando me di cuenta de que me había robado, no se lo conté a nadie. Me sentí humillado", admitió.

Muchas víctimas de fraudes románticos optan por no hacer la denuncia por miedo a ser juzgados, y Santiago no fue la excepción. "No, no hice la denuncia. Me dio vergüenza. No es que me desvalijó tampoco. Me dio bronca porque habíamos forjado una relación durante casi un mes, hablando, riendo, y al final me quedó la duda, no sé si fue todo mentira o fue genuino y cuando vio la oportunidad, la aprovechó", reflexionó.

Tampoco reportó el caso en la aplicación de citas, aunque sí llegó a comunicarse y enviar algunos detalles de lo sucedido. Con el tiempo, se olvidó del tema y, tras perder su celular junto con las capturas de pantalla de la conversación y las fotos de la chica, dejó el asunto atrás. Hoy, lo recuerda como una anécdota más.

Desde entonces, Santiago no volvió a usar aplicaciones de citas. "Ni siquiera por Instagram. ¿A mi novia actual? La conocí en la vida real en el estudio donde trabajo, empezamos a charlar en afters y reuniones, y estamos juntos desde la fiesta de fin de año. Todo bien analógico", concluyó.

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