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"El Señor de la Casa", producción tailandesa

Por Gisela Colombo

09/02/2025 06:00 Espectáculos
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No será ésta la primera vez que abordemos un fenómeno que se ha extendido, en un proceso largo para un individuo, pero extremadamente abrupto y breve para los tiempos de la humanidad. Por varias décadas se intentó y se ha fomentado la conexión entre cada punto del planeta como una evolución natural del capitalismo. Globalización.

Las plataformas de streaming han sido vías fundamentales para la reunión de culturas diversas de todo el mundo. En esta última década hemos conocido productos artísticos del mundo entero. Algunos, bastante afines a nuestra propia mirada de mundo y otros, no tanto.

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En la serie que comentaremos aquí, que está entre las más vistas en Latinoamérica por estos días, está "El Señor de la Casa", una producción tailandesa que parece perseguir una fórmula occidental de contar, cinematográfica o televisivamente, una historia. 

Narra un recorte de la vida de una joven que entra a trabajar en la mansión de un magnate de la industria de la orfebrería y las piedras preciosas. Un tiempo después, el dueño de casa, que vive con sus hijos, nueras y nietos, anuncia frente a todos que se casará con esta criada. Y la firma se hace sobre la mesa del banquete, durante la comida, en el mismo momento.

Horas después, el cuerpo del dueño de una fortuna y un prestigio indiscutible, impacta sobre el mármol, provocándole una muerte inmediata. La nueva esposa, no legitimada por la familia, comienza a padecer lo que la ficción nos relatará. Como toda ficción de suspenso o contenido policial, la serie nos obliga a no revelar más datos que éstos: los que generan el conflicto. Pero sí abordaremos reflexiones sobre cuestiones técnicas que sirven a su relato.

En el caso de "El señor de la casa" toda acción ocurre con un estilo de vida que resuena en la memoria de quienes consumieron tiras del siglo XX sobre las élites económicas de grandes países de Occidente. Dallas, Dinastía y otras del mismo estilo están grabadas en la conciencia del espectador de la tradición occidental. Ni mencionar toda la corriente que les siguió hasta hoy. Este referente es, tal vez, el responsable de que la efectividad de la tira tailandesa no sea la esperada. Para el público occidental, la versión oriental es, cuanto menos, ingenua. Por empezar, los personajes son planos, cuasi estereotípicos. Villanos o heroínas alternan en la trama con motivaciones demasiado unívocas para generar verosimilitud. Las crueldades que se cometen son más propias de un cuento de hadas que de un drama contemporáneo que se precia de realista.

Un ejemplo de ello es la escena en la que una advenediza nuera del Señor humilla a la protagonista. La heroína devenida en viuda del magnate sufre una agresión absurda. La nuera menor de la familia aprovecha vilmente la intemperie en que queda la joven esposa y le pisa la cabeza con un taco aguja. Este abuso de lo literal es lo que hace ridícula la escena. Y reedita aquella en que los centuriones arrojan pan en un circo romano en "Gladiador". Un bochorno.

Desde el conflicto hasta el maniqueísmo que propone las analogías entre rico y cruel y entre pobre y sumiso, no acaban de convencer. Aun cuando giros finales intentan la ruptura de esas díadas, no logran salvar la ficción, que naufraga como la lancha mediante la cual los herederos se atacan mutuamente.

Otro problema que afronta el espectador occidental es que los personajes de la servidumbre, protagonista y compañeras de labor, visten y peinan iguales. Y no son pocas las escenas en que uno entra en dudas respecto a qué personaje está actuando. Esto ocurre especialmente con las criadas, en virtud de los uniformes, pero también por parecidos físicos que el casting no supo eludir.

Lo positivo de la experiencia es que en la misma percepción que genera, se revelael cruce de culturas y la existencia de incongruencias entre una y otra visión. Aunque el propósito haya sido una fórmula universal. Entonces, no hay dudas de que las distancias no sólo sirven para describir lejanía de índole geográfica, sino que revelan tradiciones diferentes que han de esmerilarse mucho más para hacerse compatibles.

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