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EL LIBERAL . Santiago

Los cardenales argentinos: 90 años de la vida de la iglesia en el país

Por Eduardo Lazzari. Historiador

19/01/2025 06:00 Santiago
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EDUARDO FRANCISCO PIRONIO

Segunda Parte

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Por Eduardo Lazzari. Historiador

   El destino de la humanidad ha transitado siempre cercano a la discordia entre la libertad y la predestinación; entre la voluntad de cada uno y la marca que un ser superior o la circunstancia imponen a la vida. El obispo de Mar del Plata, monseñor Eduardo Pironio, fue uno de esos argentinos de bien que sufrieron las consecuencias de sus acciones correctas. Para 1973 ya era uno de los más reconocidos prelados que interpretaban el espíritu del Concilio Vaticano II, sobre todo por la claridad de sus predicaciones y sus escritos, a la vez que se destacaba por el afecto que transmitía a quienes compartían su cercanía. 

   Pero elegir ser fiel a la verdad y a la libertad era una tarea ciclópea, ya que se imponía la elección entre el negro y el blanco, entre la izquierda y la derecha, sin dejar margen para encontrar el camino de la paz como construcción fraternal de la sociedad. El Buen Dios, ese que nos acompaña siempre, corrigiendo nuestros errores y alentando nuestros aciertos, se le apareció a Pironio como una promoción inesperada que lo convirtió en el argentino que más alto llegaría en la Curia Romana, sólo alcanzado en 2007 por el cardenal Leonardo Sandri, y sin duda ambos superados por el papa Francisco en 2013. De esos caminos intrincados y sorprendentes se trata esta biografía de los 25 años finales de la vida de un hombre patriota y santo.

La Argentina de 1974 y el obispo de Mar del Plata

   Una corta enumeración de los eventos del año 1974 permite entender las tensiones a las que eran sometidos aquellos dirigentes que no optaban por los extremos de la discordia nacional: la renuncia del gobernador bonaerense Oscar Bidegain; la intervención de la provincia de Córdoba; la muerte del presidente Juan Perón; la asunción de María Estela Martínez de Perón a la primera magistratura; el secuestro del cadáver de Pedro Eugenio Aramburu; un panorama económico desolador que provocó la renuncia del ministro José Gelbard; y el aumento exponencial de la violencia política. 

   Monseñor Pironio, uno de esos dirigentes argentinos que intentó mediar en esos tiempos oscuros, iba a padecer la circunstancia. A pesar de la ausencia de contenido partidario en la prédica de Pironio, durante 1974 comenzaron a hacerse públicas amenazas contra él. Su carisma lo hizo muy popular, no sólo en su diócesis sino en todo el país, por su lenguaje llano, pacífico y sobre todo de gran contenido espiritual sostenido en la realidad concreta. Nunca quedó claro quien amenazaba al obispo y a sus colaboradores, algunos suponen a la Triple A como su origen, aunque otros consideran que su rechazo a la violencia política lo hizo indeseable para las organizaciones guerrilleras.

La muerte le pega cerca. Traslado a Roma

   Las paredes de la catedral de San Pedro y Santa Cecilia aparecieron con pintadas amenazantes que se convirtieron en realidad cuando el 9 de marzo de 1975 fue secuestrada la decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Católica de Mar del Plata María del Carmen Maggi, cuyo cadáver aparecería un año después. Pironio recibió amenazas de bombas en su casa, creándose un clima intolerable de violencia en la ciudad, gobernada entonces por el socialista Luis Fabrizio, con quien Pironio mantenía una correcta relación. El obispo tuvo la valentía de proclamar durante la semana Santa de 1975: "Reconciliaos con Dios, reconciliaos con los hermanos… ¡Cómo quisiera yo esta tarde decirles con toda simplicidad, pero con toda la calidez del hermano, del amigo, del padre y del pastor, que la única fuerza que construye es el amor!". 

   Pironio viaja a Roma a mediados de 1975 para informar al papa Pablo VI sobre las vicisitudes de su ministerio y lo que vivía como un martirio y una tragedia, derivaría en un destino impensado por él. Luego de varias charlas, que según se relata incluyeron una confesión papal por parte del argentino, el Santo Padre decidió trasladarlo a Roma. La noticia pasó desapercibida en el país, sumido por entonces en una grave crisis posterior al gigantesco ajuste de las variables económicas que la historia recuerda como el "Rodrigazo" y la explosión de una violencia política nunca vista en la historia moderna nacional.  

"Ministro" en la Curia Romana y Cardenal

   El 20 de septiembre de 1975 Pironio es promovido a arzobispo titular de Thiges y es nombrado Proprefecto de la Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares. Desde ese cargo se dedicó a crear una fluida relación con todas las congregaciones religiosas, conocer sus realidades y sobre todo promover el diálogo, algo nada sencillo dentro de esas instituciones por las distintas interpretaciones del Concilio Vaticano II. Como anécdota muy simpática relatada a quien esto escribe por varios curas, cada vez que Pironio sabía de la llegada de un compatriota sacerdote a Roma, iba a buscarlo al aeropuerto conduciendo su propio auto, un "escarabajo" negro Volkswagen, y lo invitaba a comer un "bifecito de chorizo" en un restaurante especializado en carnes argentinas. 

   El Papa lo crea cardenal diácono el 24 de mayo de 1976 con el título de San Cosme y San Damián, junto al arzobispo de Buenos Aires Juan Carlos Aramburu. Pironio, cinco días después, es elevado a Prefecto del ministerio vaticano que ocupaba. Se convierte en uno de los consejeros más cercanos a Pablo VI, y su sonrisa ilumina los pasillos recoletos del Vaticano. También es reconocido por su austeridad, su sencillez y su popularidad. Eran los tiempos iniciales del gobierno de facto surgido del golpe de estado del 24 de marzo de 1976 y su despacho romano se convierte en destino de peregrinación y búsqueda de consuelo por parte de viejos amigos que le advierten la deriva violenta que vivía la Argentina.

   Participa del cónclave que elige a Albino Luciani como papa Juan Pablo I en agosto de 1978, y luego de la súbita muerte de éste en octubre de ese año, es elector de Karol Wojtyla como Juan Pablo II, el primer papa no italiano en siglos. Fuertes rumores hablaron de una buena cosecha de votos por parte de Pironio, pero como se sabe estos son dichos incomprobables. Su vínculo con el nuevo pontífice fue correcto, pero lejano al afecto del que tuvo con Pablo VI. Fueron años en que la Santa Sede publicó documentos muy importantes como "Mutuae relationes" en 1978, "Dimensión contemplativa de la vida religiosa" en 1980 y "Religiosos y promoción humana" que llevan el inconfundible trazo de la pluma de Pironio. No se puede pasar por alto que el 6 de enero de este año 2025 el papa Francisco por primera vez en la historia de la Iglesia Universal nombró a una mujer como prefecta de un dicasterio vaticano, la religiosa Simona Brambilla, en el cargo que medio siglo años antes ocupara este ilustre argentino.

   Juan Pablo II lo respetaba y por su fácil llegada al pueblo común lo designó el 8 de abril de 1984 como presidente del Consejo Pontificio para los Laicos. Desde allí promovió la realización de las Jornadas Mundiales de la Juventud, siendo considerado su fundador. La primera se celebró en Roma durante las vísperas del Domingo de Ramos de 1986, y la segunda se celebró en Buenos Aires, la primera celebrada fuera de Roma, durante la visita apostólica de Juan Pablo II al país, siendo Pironio el gran predicador del encuentro. Al regreso a Roma, el 22 de junio de ese año su título de cardenal es elevado a presbítero, y el 11 de junio de 1995 es promovido como cardenal obispo de Sabina – Poggio Mirteto, una de las seis diócesis suburbanas de Roma, siendo hasta hoy el único argentino que alcanzó el título de cardenal del orden de los Obispos.

Su retiro, su muerte y su repatriación

   El 20 de agosto de 1997 se retiró de su cargo de presidente del Concejo para los Laicos, ya transitando dolorosamente una enfermedad incurable: cáncer de huesos. El 5 de febrero de 1998 falleció a los 77 años Eduardo Francisco Pironio. A pesar de la postración obligada mantuvo su lucidez y su alegría hasta el último suspiro. Los funerales fueron celebrados por el papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro, quien dijo que: "(Pironio) fue un testigo de la fe valiente que sabe confiar en Dios". El 12 de febrero sus restos fueron repatriados y se celebró un nuevo funeral en la Catedral de Buenos Aires, presidido por su gran amigo, el cardenal Antonio Quarracino, quien moriría de tristeza un par de semanas después. El 14 fue trasladado a su querida Basílica de Nuestra Señora de Luján, siendo inhumado frente al altar del Sagrado Corazón. Asistieron decenas de obispos, centenares de presbíteros y una multitud de fieles. 

Su camino a los altares

   Inmediatamente se inició la causa para su santificación. El 23 de junio de 2006 fue declarado Siervo de Dios en la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma. El 18 de febrero de 2022 fue declarado Venerable para la Iglesia. Vale destacar que el trámite eclesiástico debe hacerse en Roma, ya que siempre se realiza en el lugar de muerte del personaje. El 8 de noviembre de 2023 fue reconocido un milagro adjudicado a Pironio: un niño de 15 meses intoxicado con purpurina salvó su vida inexplicablemente luego de que la familia le encomendara su salud. La beatificación del cardenal Pironio se realizó en la Basílica de Luján el 16 de diciembre de 2023, en una ceremonia presidida por Fernando Vergéz Álzaga, hoy cardenal y quien fuera su secretario en vida. Se estableció como fecha litúrgica para su veneración el 4 de febrero de cada año. 

   Quien esto escribe tuvo la oportunidad de compartir un almuerzo con el cardenal Pironio durante la visita de Juan Pablo II en 1987. Fue una experiencia sobrenatural, ya que sus virtudes eran palpables y su aura transmitía lo mejor de su personalidad. Me impresionó sobre todo su sencillez y su alegría, por eso no es exagerado decir que fue lo más cercano a la santidad que palpé en la vida. Seguramente dentro de poco tiempo el cardenal Eduardo Francisco Pironio será santo de la Iglesia Católica.

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