En su última charla con EL LIBERAL Leo Dan reveló su deseo En su última charla con EL LIBERAL Leo Dan reveló su deseo
Casi como si Leo Dan hubiera presentido que le quedaba poco tiempo en este plano, desde Miami, la tierra a la que su carrera artística lo llevó a instalarse, hizo un espacio para hablar con EL LIBERAL no sobre la gira con la que a los 82 años se despedía de los escenarios, sino sobre los lazos que lo mantenían unido a su Estación Atamisqui natal y a su Santiago al que siempre quería volver.
"Santiago no tiene riendas, pero sujeta. Casas más casas menos igualito a mi Santiago, como decían Los Hermanos Ábalos. He recorrido lugares fantásticos en el mundo, pero Santiago tiene ese algo, ese sabor a chacarera, ese sabor a folclore. No hay santiagueño que no quiera a Santiago. Y no hay santiagueño como Julio Argentino Jerez que decía que hay que volver al pago. Y yo soy un santiagueño que ama a su tierra, un santiagueño que añora a su Estación Atamisqui natal, un santiagueño que quiere volver al pago. Santiago es mi tierra amada", dijo en aquel diálogo del mes de noviembre.
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Y agregó sobre lo que lo marcó en su vida: "Para mí ha sido siempre muy importante mi familia, mis amigos. Eso ha sido lo más importante de mi vida. Miro para atrás y mi mamá (doña Sabina Machado) no quería que aprenda a tocar la guitarra porque iba a ser borracho y no se equivocó (ríe). Recuerdo tantas cosas lindas que me han pasado, desde la primera armónica que me prestó una vecina cuando yo tenía 4 años hasta la guitarrita que me regaló, a los 5 años un empleado del ferrocarril de Atamisqui. Recuerdo mi paso por la escuela y los viajes que hacíamos. Las comidas de mi mamá son inolvidables, igual que su bondad. Mi mamá era una mujer exageradamente buena, amorosa y solidaria. Ella cocinaba y le mandaba comida a la gente que no tenía. Ayudaba a todo el mundo. No sé cómo hacía, pero alcanzaba para tres o cuatro familias que sabía que no tenían para comer. Hacia el bien sin mirar a quién. Yo no sabía qué Dios la estaba usando para que ayudara a la gente porque realmente mis padres eran muy inteligentes. El amor y la solidaridad, esos dos grandes valores que me enseñaron mis padres (Pascual Tévez es el nombre de su papá), marcaron mi vida. Recuerdo mi caballo "Mala Cara" con el que jugaba, con mi amigo Nenete, con quien hacíamos sables de madera para no lastimarnos y dábamos rienda suelta a nuestra imaginación en ese juego apasionante con los personajes de "El León de Francia". Tenía unos 6 o 7 años cuando, con Nenete, simulábamos los personajes. Yo era el León de Francia, el que defendía a su gente de las maldades del villano. Me subía a mi caballo "Mala Cara", blandía mi sable de madera y decía algo así como 'aquí llegó el León de Francia para ayudar a los que más necesitan'. Qué lindos tiempos". Las repercusiones por la muerte de Leo Dan son muchísimas. Los invitamos a leer más en el cuerpo principal de EL LIBERAL.