La Casa Blanca lo ve como una señal de debilidad de sus enemigos. También advierte sobre los riesgos de mayor inestabilidad en la región.
Tras la caída de Al Assad, EE.UU. ve una "oportunidad histórica" para atacar objetivos en Siria Tras la caída de Al Assad, EE.UU. ve una "oportunidad histórica" para atacar objetivos en Siria
La histórica y abrupta caída de Bashar al-Assad en Siria, que puso punto final al régimen de medio siglo de su familia y abrió un nuevo capítulo en la guerra civil desatada en 2011, encontró a Estados Unidos en medio de la transición presidencial, con dos líderes que, a pesar de sus profundas diferencias, ofrecieron una misma lectura: el último giro en Medio Oriente es la última evidencia de una creciente debilidad de Rusia, Irán y Hezbollah, principales aliados de Al-Assad.
En un discurso en la Casa Blanca luego de reunirse con su equipo de seguridad nacional, el presidente Joe Biden dijo que la caída de Al-Assad abre una "oportunidad histórica" para el pueblo sirio.
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"Por fin, el régimen de Al-Assad ha caído", dijo Biden. "Este régimen brutalizó, torturó y mató literalmente a cientos de miles de sirios inocentes. La caída del régimen es un acto fundamental de justicia. Es un momento de oportunidad histórica para que el sufrido pueblo de Siria construya un futuro mejor para su orgulloso país. También es un momento de riesgo e incertidumbre", completó.
Biden anunció que las fuerzas militares norteamericanas realizaron ataques aéreos en Siria para evitar que el Estado Islámico se reafirme tras la caída de Al-Assad.
El mandatario dijo que el colapso de Al-Assad ocurrió por el debilitamiento de Rusia, Irán y Hezbollah.
Los voceros de política exterior del gobierno de Biden ya habían mencionado en los últimos días que la ofensiva relámpago del grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham, o HTS, considerado una organización terrorista por Washington, era una clara señal de que los principales partidarios de Al-Assad estaban "distraídos" y "debilitados" por la guerra en Ucrania y el conflicto entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza. El presidente electo, Donald Trump, coincidió con esa mirada en una publicación en su red social, Truth Social.
"Rusia e Irán están en un estado debilitado en este momento, uno debido a Ucrania y una mala economía, el otro debido a Israel y su éxito en la pelea", dijo Trump, y luego pidió un acuerdo para poner punto final a la guerra en Ucrania: "Conozco bien a Vladimir. Este es su momento de actuar. China puede ayudar. ¡El mundo está esperando!", cerró.
La guerra civil en Siria había caído en el olvido en los últimos años en Washington incluso antes de la invasión de Vladimir Putin a Ucrania, o el ataque terrorista de Hamas a Israel el pasado 7 de octubre. Luego de la Primavera Árabe, en 2011, que tomó por sorpresa al gobierno de Barack Obama, la brutal ofensiva del régimen de Al-Assad contra los grupos rebeldes se convirtió rápidamente en el principal conflicto global. La guerra en Siria, a la que Washington y sus aliados europeos nunca le encontraron una solución, desató una crisis de refugiados en Europa que alentó el ascenso de los partidos de ultraderecha. Obama nunca quiso meterse en un nuevo conflicto en Medio Oriente, ni siquiera luego de que Al-Assad utilizó armas químicas, una "línea roja" trazada por Obama que quedó diluida hasta desaparecer. Estados Unidos y sus aliados nunca lograron forzar una solución política al conflicto, pese al abanico de sanciones que aisló a Damasco.