Estaban enemistados. Y la ira contenida afloró por unas cuantas ovejas y "chivas" que fastidiaron al dueño de las vacas. Sangre, muerte y estupor general.
Asesinó al hermano, se bañó y espero a la policía junto al cuerpo desfigurado, tirado en el tierral Asesinó al hermano, se bañó y espero a la policía junto al cuerpo desfigurado, tirado en el tierral
Bien bañado, lúcido y con una pasmosa frialdad, Julio Omar Serrano aguardó el arribo de los policías de la Seccional 48 de Los Juríes, General Taboada. A su lado, yacía el cuerpo de su hermano, Ricardo Hipólito, por él masacrado a fierrazos, furioso por la invasión de sus ovejas y "chivas" al corral de sus vacas.
Tan desconcertante y carente de relación, el epílogo de una historia de dos hermanos solterones y solitarios, vecinos por apenas 15 metros: mató a su familiar porque le molestaban que abriese la puerta del corral y sus animales invadieran el predio de sus vacas. "Homicidio calificado por ensañamiento y alevosía", reprimido con una pena de prisión perpetua, sería la calificativa por enrostrarle a cargo de la fiscal, Alejandra Sobrero.
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Enemistados
Antes del viernes a las 16, los hermanos transcurrían el día a día cada cual en su casa. Sus otros dos hermanos tenían a sus familias en Añatuya. Nadie supo explicar por qué no había visitas, encuentros, comidas, o algo que les recordase el vínculo de hermanos.
El viernes, Julio habría abordado a Ricardo y le cuestionó que sus ovejas y "chivas" (cabras) copasen el corral de sus vacas. Como la antipatía era mutua, quizá la excusa fue perfecta para el estallido de la ira.
La violencia marcó la diferencia y decantó en horror. Ricardo tomó un palo de escasas dimensiones. Quiso golpear a julio y recibió, a cambio, un "fierrazo" que le fracturó su brazo izquierdo.
Corrió hacia su casa
Disminuido en su fortaleza, Ricardo abandonó la discusión y marchó a su casa. Al menos eso pensó él. Detrás, fue Julio con el "fierro", lo alcanzó y volvió a golpearlo, al punto de derribarlo en el umbral de la puerta.
Al instante, Ricardo recibió una andanada de golpes. La muerte se precipitó por lógica añadidura. Solo recién al contemplarlo desfigurado, Julio se detuvo.
Tomó el celular y llamó a la guardia de la Seccional 48: "Oiga, he discutido con mi hermano y lo he matado", anunció al oficial de guardia. Ahora, recuperó la sensatez y ya comienza a despedirse de la libertad. La autopsia habría sido hecha ayer en la morgue de Añatuya y estaría listo el informe preliminar.
¿Legítima defensa, alevosía, ensañamiento, perpetua?
La calificativa estará dada sobre la base de la conducta desplegada por Julio. Hasta responder la agresión de Ricardo, podría interpretarse como una legítima defensa.
Sin embargo, al desistir de pelear y correr a su casa, Ricardo literalmente dejó en claro que ya no era una amenaza para Julio. Por ende, que éste lo corriese por detrás y lo golpeara de tal modo, desnudan un propósito de muerte. Los golpes reiterados en el rostro y la cabeza, acentúan y potencian la sola decisión de quitarle la vida.
En la alevosía, el autor busca que la víctima esté en una posición vulnerable para cometer el delito (traición). Por otro lado, el ensañamiento requiere colocarla en una posición vulnerable y generar el mayor daño o sufrimiento posible. Como sea, Julio corre el riesgo de acabar en la perpetua.