Cargar con rencores nunca será saludable para la paz espiritual. Cómo repercute en la persona tanto otorgar como solicitar el perdón, desde la óptica del religioso santiagueño.
"El perdón libera, actúa como una terapia para el espíritu y para el cuerpo" "El perdón libera, actúa como una terapia para el espíritu y para el cuerpo"
En tiempos de permanentes confrontaciones y conflictos entre las personas por diferentes aspectos de la vida cotidiana, el perdón es un tema que cobra actualidad, pues todos los seres humanos estamos necesitados de él, ya sea para otorgarlo como para solicitarlo.
Sobre el tema, el sacerdote santiagueño padre Jorge Ramírez reflexionó que "el perdón libera", y que actúa como "terapia tanto para el espíritu como para el cuerpo", porque la acumulación de rencor actúa como "un virus que carcome el alma y el corazón".
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"Perdonar es soltar lo que uno tiene adentro. Cada vez que uno recibe una ofensa, que alguien lo molesta, que es víctima de bullying, va guardando en el interior rencor, resentimiento, odio, y perdonar libera de todo eso y permite soltar, sacarse eso peso", analizó el sacerdote.
Y marcó que "no perdonar" es guardar todo eso, lo cual hace que uno se enferme, "porque el rencor y el resentimiento son virus que van carcomiendo el alma y el corazón, como el salitre carcome la pared y cuando menos uno se da cuenta, esta se cae".
"Así, el rencor y el resentimiento van quitando vitalidad, alegría, y eso es algo que hasta se nota en la cara, porque la gente que vive en 'villa resentida', que no puede perdonar, es gente que se enferma, que no es feliz. El perdón libera, el no perdonar esclaviza y la persona se destruye. Pedir perdón y perdonar de corazón, es algo que tenemos que aprender a vivir como experiencia para que realmente podamos ser felices, sin eso no se puede", profundizó el padre Ramírez.
Terapia
En este punto, insistió en que "el perdón actúa como una terapia tanto para el espíritu como para el cuerpo", y se remitió a un pasaje bíblico.
"Jesús nos enseñó que debemos perdonar no sólo siete veces, sino setenta veces siete. O sea, siempre, y él nunca nos pide algo que no experimentó. Podría haberle pedido a su padre Dios que destruya a todos los que se estaban riendo de él en la cruz, que lo insultaban, que se burlaban, que lo escupían, y podría haber dicho 'Padre elimínalos a todos, bórralos de la faz de la tierra', sin embargo dijo 'perdónalos, porque no saben lo que hacen', con lo cual nos enseñó a tener misericordia y paciencia con la gente que a veces actúa mal".
"Soy un convencido de que una persona mala no nace, se hace, y los golpes de la vida hacen que las personas se vayan haciendo malas o buenas, y por lo tanto, una persona que actúa mal con otro, más que ser digno de venganza, es digno de misericordia. El poder perdonar libera a uno, y ayuda al otro a reconsiderar su vida. Si se va a vivir atajando penales y haciéndose problemas por el mal que nos pueden hacer, no se podrá ser feliz. Hay que filtrar todo eso, y cuando algo afecta, hay que aprender a perdonar", reflexionó el padre Jorge Ramírez.
Sobre este "don del perdón" se hace evidente que no necesariamente se absuelve a la otra persona de sus acciones, pero elegimos no permitir que esas acciones sigan dañándonos emocionalmente.