Cuando la adversidad y las dificultades eran constantes, hombres y mujeres valientes dejaron un gran legado.
Conmemoraron los 50 años de la parroquia San José de las Petacas Conmemoraron los 50 años de la parroquia San José de las Petacas
SAN JOSÉ DEL BOQUERÓN, Copo. El legado de las tierras santiagueñas está impregnado de fe, esfuerzo y compromiso misionero. Nombres como San José del Boquerón y la devoción a San José de las Petacas evocan historias que entrelazan tradición y espiritualidad en un territorio marcado por la esperanza de su gente.
Desde tiempos remotos, la obra evangelizadora de los jesuitas sembró las primeras semillas del cristianismo. Su visión, centrada en la promoción de la dignidad humana y la educación, dejó un impacto duradero que se refleja en las comunidades actuales. Este carisma, heredado y adaptado a los desafíos de cada época, encontró continuidad en figuras como monseñor Jorge Gottau, quien en 1974 invitó a los jesuitas a la Diócesis de Añatuya para la creación de una nueva parroquia.
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En estas tierras, donde la adversidad y las dificultades eran constantes, hombres y mujeres valientes dejaron un legado imborrable, guiados por su amor a Dios y al prójimo. Entre ellos, brillan con especial gratitud los nombres de los padres Juan Carlos Constable y Agustín López, así como el del hermano Mura. Junto a ellos, muchas religiosas y misioneros laicos, como la Srta. Mary Quadry, ofrecieron lo mejor de sí para el crecimiento espiritual, humano y social de estas comunidades. En tiempos en que las condiciones de vida eran extremadamente adversas, su presencia fue una luz de esperanza y consuelo para quienes enfrentaban carencias materiales, aislamiento y otras dificultades cotidianas.
A través de su acción, San José del Boquerón se convirtió en un lugar donde se busca vivir e irradiar el Evangelio.