Rafael Felipe Oteriño.
Celebración de "A falta de otra cosa" de Carlos Virgilio Zurita Celebración de "A falta de otra cosa" de Carlos Virgilio Zurita
La Academia Argentina de Letras, aconsejada por la comisión asesora integrada por Santiago Kovadloff, Santiago Sylvester y quien esto escribe, seleccionó el año pasado el libro A falta de otra cosa (publicado por Ediciones del Dock en 2021) de Carlos Virgilio Zurita como merecedor del libro de poesía más destacado del trienio 2020/22. Libro en el que el autor conjuga versos dedicados a la cotidianidad, expresiones de amor y reflexiones íntimas en forma de sonetos y epitafios (algunos de ellos en el marco de la pasada pandemia y a la manera de las célebres y ya clásicas Antología Palatina de la literatura griega y Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters, en las que los personajes evocados retoman la palabra).
De su mano vuelven los interrogantes eternos: el sentido de la vida, la endeblez de los proyectos, la tan ansiada como negada trascendencia, la finitud. Pero también afloran otras notas significativas y de no menor trascendencia con las que sus versos nos iluminan: las presencias del hijo, los amigos, los datos de la cultura, la provincia que lo contiene con su paisaje natural y espiritual, más inquietudes de raíz antropológica que la literatura explora desde la antigüedad, como lo son la pregunta por el papel de la persona humana en el universo y la densidad casi física del tiempo. Todo ello haciendo gala de su capacidad para transformar la experiencia personal en experiencia colectiva y así permitir que el lector y, en su caso, el oyente se sientan partícipes.
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¿Qué se le pide, por lo común, a un poema? Imaginación, cristalización verbal, necesidad. Ese algo que justifique la decisión de colocarlo en el mundo, junto a tantas palabras y objetos que nos rodean. Las nociones de imaginación y su compañera de siempre, la libertad, son propias del ser humano. Su ausencia trivializa el poema; lo hace un objeto más, adocenado, sin capacidad de revelación. La cristalización verbal es un don y una artesanía. Supone el dominio del lenguaje y una sensibilidad que tiende a reconducirse en estilo. La necesidad sienta las bases de la legitimidad del poema: contiene las razones de su existir: que por sus palabras nos sintamos hablados.
Porque al poema también se le pide comunicabilidad: que establezca un código mediante el cual podamos saber algo de alguien (del autor, de nosotros, del propio texto en cuanto a exploración de las posibilidades concretas de las palabras); y que ese código no sea tan simple como para reflejar lo obvio, pero tampoco tan oscuro como para dejarnos afuera. Robert Frost decía que el poema era "un significado". Hoy, desde la teoría de los signos lingüísticos, podríamos ampliar el concepto y decir que el poema es tanto un significado como un significante, lo que nos permite agregar que como cuerpo verbal está abierto a una pluralidad de sentidos. Nunca una mera descripción o la sola puntualización de un estado de ánimo. Borges sostenía que debía comunicarnos algo y tocarnos físicamente como la cercanía del mar.
El título A falta de otra cosa de Carlos Virgilio Zurita es propio de esta modernidad tardía en la que se descree de buena parte de los enunciados sobre la realidad y se adopta un relativismo no exento de compasión. "A falta de otra cosa" quiere ser humilde, pero es ambicioso en su proyección. Los poemas del libro como el propio autor lo expresa- fueron escritos durante la pandemia y están atravesados por las grandes inquietudes que rodean al hombre cuando se encuentra ante una situación límite: el destino de los comunes afanes, las transfiguraciones que, de ordinario, le siguen; la nada, el olvido.
Son poemas que se enlazan con la poesía universal y que, como tales, están hechos de vida vivida y reflexionada, de ilusión y de despedidas. Podríamos decir que importan una recapitulación. Esa articulación meditativa que sólo le es dado realizar al ser humano y cuyo ámbito más propicio es, sin duda, la poesía. Así, como hechos de lenguaje, dotados de una modalidad narrativa que los hace confidentes y compartibles, el acervo de las lecturas, recuerdos y reflexiones sobre la vida y el tiempo son la materia de este libro. No sin pinceladas del más puro lirismo como el verso que dice "quiero el escondite de tus ojos".
Es tanto y tan poco lo que se le pide al poema. En el acto de juzgarlo, a veces se lo examina desde un canon que está más próximo a la parcialidad de los jurados que a sus propias reglas. Esta crítica que no ha sido, por cierto, la nuestra- desconoce que el poema es un fin en sí mismo y que este "sí" afirmativo de la locución, seguido del adjetivo de identidad "mismo", constituye un orbe que no es posible desconocer, aunque se trate de "Preguntas que han quedado abiertas", según nos advierte Zurita en sus versos. Los jurados deben ver en el escritor al otro, y en el otro sin que esto importe un juego de palabras- aprender a ver lo otro.
En este concurso los jurados coincidimos en juzgar los trabajos a partir de lo que decían y de la forma en que lo decían. ¿Qué vimos?, ¿qué destacamos en el libro premiado? Una libertad, una lograda imaginación, cierta positiva cristalización verbal, condiciones probadas de comunicación, todo lo cual consagra la inevitabilidad que es lo que hace que la obra se haya ganado el derecho a ser distinguida y recomendada al lector. Eso fue lo que guio nuestras preferencias y este, acaso, su orden. Los temas, las cuestiones, las historias, interesan en función de su realización. Finalmente, el escritor escribe para ensanchar su visión del mundo. Finalmente, el escritor siempre crea un lenguaje nuevo. Carlos Virgilio Zurita también.