"Mi vocación estaba orientada hacia la Ginecología. Me interesaba mucho la fertilidad y la esterilidad, y pensaba que podía ayudar desde ese punto de vista", recuerda sobre sus deseos de vida.
Apasionada de la medicina, encontró su misión en ayudar a las mujeres con deseos de maternar Apasionada de la medicina, encontró su misión en ayudar a las mujeres con deseos de maternar
Convertida hoy en una profesional de la salud destacada del medio, con claras convicciones de ayudar a las mujeres desde la medicina, y anclada en la lucha de cada una de ellas, que le dan pelea a la batalla más difícil de su vida, la Dra. Delia Raab de Álvarez abre su corazón para contar más allá de lo que su título de Médica Ginecóloga puede ofrecerle.
Dispuesta a mirar en su interior, la reconocida profesional, además fundadora de la Fundación Mujer, se anima a dejarse llevar por sus recuerdos y recorrer su largo camino, hasta llegar a lo que es hoy.
El camino recorrido comenzó con una infancia feliz, en la que reinó el amor por sobre todas las cosas. Y como si eso fuera poco, Delia recuerda que formó parte de muchos grupos, lo que le dejó, con el tiempo, una ramificación de amigos, y mejores recuerdos.
"Recuerdo los momentos felices de las reuniones familiares, con abuelos, tíos, primos. Había mucho afecto en la familia. Además tuvimos su apoyo siempre, fui muy feliz en mi familia, en la escuela. Pasé por la Escuela Benjamín Gorostiaga, en La Banda, luego en el Colegio Belén, en la Escuela Normal. Formaba parte de un equipo de vóley, participé de competencias que nos permitieron viajar a Bariloche con mi grupo. En un momento quise aprender guitarra y también lo hice. En esta parte rescato que en mis 15 años, mis tíos que me querían mucho, me regalaron mi primera guitarra. Y por supuesto, la danza no podía faltar", recuerda Delia de su infancia y juventud. Quizás fue todo ello lo que la encaminó por el éxito, ese éxito que no sólo habla de su vida profesional hoy, sino de la gran familia que construyó, siempre sobre la base de valores, respeto y disciplina.
Pese a tantas pasiones, el amor por la medicina prevalecía, aunque más en silencio. Desde que inició el Nivel Secundario sentía un profundo llamado por ayudar, aunque para el resto, nada hacía suponer que su futuro estaba puesto en la Ginecología.
"Recuerdo que a media cuadra de mi casa estaba el Hospital de La Banda, y siempre que sentía sonar la sirena de la ambulancia corría a ver qué pasaba. Con el tiempo pensé que yo podía ayudar a mucha gente, mediante la medicina. Me di cuenta de que esa era mi vocación. Después me fui dando cuenta de que mi vocación estaba orientada hacia la Ginecología. Me interesaba mucho la fertilidad y la esterilidad, y pensaba que podía ayudar a las mujeres, desde ese punto de vista. Siempre supe que quería ser médica. Tal es así que cuando terminé el secundario mis padres pensaban que era demasiada chica para ir a estudiar sola a Córdoba, pero debido a mi insistencia, aceptaron mi propuesta" revive esos años, la hoy presidente de la Fundación Mujer.
Y agrega: "Nunca me dediqué sólo a estudiar. Cuando estaba en Córdoba trabaja en hospitales, me sumaba a las Guardias. Y cuando inicié el 2º año de la universidad integré un grupo de estudiantes universitarios, en donde los domingos íbamos a trabajar a Villas de Emergencia. Yo conseguía médicos amigos para que nos acompañen en nuestras misiones. De allí, además de la experiencia inolvidable, tengo que rescatar que conocí a mi marido, y somos el único matrimonio constituido en el grupo", cuenta entre risas.
Claro que la vida de la Dra. Delia Raab nunca fue transitada en soledad. Mientras que en la infancia reinó el amor de la familia, durante su vida de estudiante, fueron sus padres quienes con énfasis siempre apoyaron sus iniciativas.
"Ellos siempre me animaron a cumplir con mis objetivos. Me digirieron, guiaron y fueron ejemplo en todo, en perseverar, el respeto, las forma de vivir. Y además tuve la suerte de tener docentes muy buenos que me apoyaron y sería injusto nombrar a uno en especial. Ellos marcaron el transcurso de mi vida", sostiene convencida.
Un diagnóstico de cáncer de cuello uterino despertó en ella la necesidad de ayudar a las mujeres
Si bien, la Dra. Delia Raab de Álvarez, asiste innumerables mujeres de toda la provincia, hay un grupo puntual al que ella le dedica toda su vocación, pasión y amor: son ellas, las pacientes oncológicas. Hubo un hecho puntual que la hizo ver más allá de una revisión médica en un consultorio.
Hoy, lejos de aquella experiencia, ella recuerda el hecho que le hizo inclinarse por su apoyo incondicional de quienes luchan contra el cáncer. "La creación de la Fundación Mujer fue a causa del diagnóstico de cáncer de cuello uterino, que recibí en el 2007. El diagnostico permitió una cirugía curativa, y pensé que si yo me había salvado, podía ser solidaria con el resto de las pacientes y ayudarlas. Ya que yo era especialista, empecé a sumar a otras personas, para que entre todas podamos concientizar a muchas mujeres, sobre la importancia del diagnóstico temprano. Además ha marcado, también, en mi vida y en esa circunstancia la personalidad y el sentido humanitario amplio del profesor Dr. René del Castillo, quien me acompañó a transitar esa etapa", recuerda emocionada la Dra. Raab, mientras remarca que nada de ello hubiera sido posible además, sin el apoyo incondicional de su familia.
"Hoy gracias a las amigas y colegas que han aceptado y creído en lo que yo estaba proponiendo. Hoy siento una gran alegría y satisfacción de poder acompañar a tantas mujeres en el proceso, desde el 2011, que fue creada la Fundación".
Finalmente sostuvo: "Creo que cumplí los objetivos y con creces con el apoyo de tanta gente, tanto para el trabajo como para el afecto. Por supuesto que queda mucho por hacer, pero me siento satisfecha porque los pasos que voy dando son los que siempre he tratado de hacer, lo que pensé, soñé y creo y tengo fe y esperanza de que puedo seguir cumpliendo sueños. En conclusión, he logrado lo que quería, pero siento que puedo hacer mucho más".
Qué le diría a aquella Delia jovencita que comenzaba a transitar por la vida
"Hoy le daría el consejo de hacer la vocación de uno. Ponerse firme, poner empeño y lograr lo que uno sueña. Que la felicito por no haber confundido el éxito con logros, porque puede ser que lo que uno haga a los demás no les parezca importante, pero si para uno lo es, eso lo hará feliz. Hay que tener fe y ponerle fe a lo que se emprende porque si uno hace lo que quiere y realmente desea, mientras no moleste a los demás debe hacerse. Querer es poder. A esa Delia joven le diría: "Si lo soñaste, es posible".