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EL LIBERAL . Santiago

HISTORIAS Y MITOS SOBRE LOS TIEMPOS DE ISABEL PERÓN

Eduardo Lazzari. Historiador.

20/10/2024 06:00 Santiago
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HISTORIAS Y MITOS SOBRE LOS TIEMPOS DE ISABEL PERÓN HISTORIAS Y MITOS SOBRE LOS TIEMPOS DE ISABEL PERÓN

En estos días ha reaparecido la figura casi fantasmagórica de María Estela Martínez Cartas, la última esposa de Juan Domingo Perón, la primera vicepresidente del país y la primera mujer en la historia de la humanidad que ejerció una jefatura de Estado de forma constitucional elegida por el pueblo. Más allá de lo insólito acerca de quien es más importante entre las mujeres contemporáneas argentinas, vale decir que la biografía de Isabelita, tal como era conocida por su nombre artístico en los tiempos en que era bailarina de un conjunto folklórico, aún debe ser escrita con la objetividad del trabajo del historiador para llenar un vacío que abarca varias décadas de la vida nacional. El trabajo de María Sáenz Quesada ha logrado cubrir parte de este olvido.

   Es por eso que dedicaremos este tiempo a la vida y la obra de la viuda de Perón, iniciando hoy el tránsito por los convulsionados meses que van desde octubre de 1975 hasta marzo de 1976, plagados algunos de anécdotas poco conocidas, y otros que merecen aún hoy un estudio más profundo para acercarnos a la verdad histórica, que se convierte en el bálsamo restaurador que permite enfrentar el futuro con firmeza y convicción. Es el final de su presidencia, que duró 21 meses que se cuentan entre los más complejos de la historia nacional. 

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El Ejército y los ataques terroristas

   El Ejército fue la más convulsionada de las fuerzas armadas durante el gobierno peronista que comenzó el 25 de mayo de 1973 y que sería derrocado el 24 de marzo de 1976. A la sucesión de tres presidentes constitucionales (Héctor José Cámpora, Juan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón), y uno administrativo (Raúl Lastiri) le acompañaron crisis sucesivas en la cumbre del Ejercito que acabaron con los comandos de los generales Jorge Carcagno, Leandro Anaya, Alberto Numa Laplane y consolidaron en la última etapa del gobierno a Jorge Rafael Videla como jefe de la fuerza. Curiosamente en este tiempo, iban a destacarse, uno el jefe de la Armada nombrado por Perón en diciembre de 1973, el almirante Emilio Eduardo Massera; y el otro en la cumbre de la Fuerza Aérea, el brigadier Héctor Luis Fautario, quien sobrevivió en el cargo hasta diciembre de 1975.

   El primer jefe del Ejército nombrado por Cámpora fue Carcagno, comandante que autorizó el operativo "Dorrego", muy controvertido hacia dentro de la fuerza por la participación militar junto a los Montoneros en actividades de promoción social en el conurbano bonaerense, que fue abortado por Perón una vez que asumió la presidencia el 12 de octubre de 1973. Carcagno era un hombre de carácter y luego de algunos encontronazos con el presidente decidió pedir el retiro. Fue reemplazado por Anaya y vale destacar que cada cambio de comandante significaba el retiro de decenas de generales, ya que quien asumía el entonces cargo de Comandante General del Ejército tenía que ser, por imperio de la ley, el oficial más antiguo de la fuerza.

   Anaya pertenecía a una familia de antigua raigambre militar, ya que padre llegó a general y su tío había sido el segundo del teniente coronel Héctor B. Varela, quien estuvo a cargo de la represión de las huelgas rurales patagónicas en 1921 y 1922, episodio conocido como la "Patagonia Trágica" o la "Patagonia Rebelde". El comando de Anaya se inició al tiempo del ataque terrorista del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) contra la guarnición militar de Azul, que culminó con la muerte de su jefe, el coronel Camilo Gay y su esposa, y el secuestro del segundo jefe, el teniente coronel Jorge Ibarzábal, quien sería ejecutado en cautiverio.

   Anaya fue el jefe militar que puso en marcha el operativo "Independencia", que tuvo por objetivo la represión de la actividad terrorista en la provincia de Tucumán. Por disidencias con el poder político fue desplazado, y reemplazado por Numa Laplane, quien intentó un giro hacia el profesionalismo que apartara al arma de la coyuntura política. Sólo duró tres meses, ya que cayó cuando fue encontrado el cadáver vejado del teniente coronel Argentino del Valle Larrabure luego de un secuestro de un año. Es sorprendente la escasa repercusión que sigue teniendo en nuestro país la causa de beatificación por martirio de Larrabure iniciada por impulso del papa Francisco en 2022. 

El Comandante Videla

   Era tal la crisis de mando en el Ejército, que en una versión aún no confirmada por el silencio que ha mantenido a lo largo de casi medio siglo María Estela Martínez de Perón, ésta habría elegido personalmente a Jorge Rafael Videla luego de una entrevista, debido al compromiso de éste de permanecer ajeno a cualquier intento de golpe de estado. Videla afirmó esto a quienes pudieron hablar con él en las cárceles donde pasó los últimos años de su vida. Es notable que en tiempos muy complejos de actuación del Ejército en los escenarios donde actuó contra la insurgencia de las organizaciones guerrilleras, el Poder Ejecutivo haya elegido a un militar sin gran experiencia en el mando de tropa como era el entonces general Videla. 

   Vale destacar que la llegada el 27 de agosto de 1975 de un general de brigada significó el retiro de casi dos promociones completas de generales con más antigüedad que Videla. Videla era oficial de estado mayor y había sido destinado a varios institutos de formación militar, entre ellos el Colegio Militar y en su carrera sólo había alcanzado la segunda jefatura de una brigada y luego de un cuerpo de ejército. Llegó al Comando General del Ejército luego de ser fugazmente Jefe de Estado Mayor Conjunto. En pocos días fue ascendido, primero a general de división y a las semanas a teniente general. 

   Videla asumió en medio de las operaciones militares en Tucumán a cargo del general Acdel Vilas y la decisión política de extender el operativo "Independencia" a todo el territorio nacional. Videla, en sus apariciones públicas, sostenía la necesidad de mantener el orden constitucional. Pero el ataque del Ejército Montonero al regimiento de infantería de monte N° 29 de Formosa a principios de octubre y a pesar del fracaso guerrillero, iba a cambiar la historia de la Argentina.

Isabelita de licencia y el golpe en ciernes

   La presidente Martínez de Perón sufre a principios de septiembre de 1975 una crisis nerviosa que obliga a su internación en un sanatorio privado de Buenos Aires. A pesar de su intento de conducir el país desde allí, la recomendación de su núcleo íntimo, en el que se destacaba el secretario legal y técnico Julio González, fue pedir una licencia por treinta días, lo que una vez autorizada puso a cargo del Poder Ejecutivo Nacional al senador rafaelino Ítalo Argentino Luder, por entonces presidente provisional del Senado. 

   La presidente licenciada se retiro a la residencia del jefe de la Fuerza Aérea ubicada en la localidad cordobesa de Ascochinga, donde compartió su descanso con las tres esposas de los comandantes generales de las Fuerzas Armadas: Alicia Hartdrige de Videla, Delia Vieyra de Massera y Lía González de Fautario. Durante ese reposo mediterráneo, la situación política iba agravándose a tal punto que llegó a discutirse entre los legisladores nacionales la posibilidad de un juicio político contra Martínez de Perón, que no prosperó.   

   El 5 de octubre de 1976 se produjo el primer ataque del Ejército Montonero a una guarnición militar. Vale destacar que allí los guerrilleros usaron uniformes con grado militar y actuaron en un "enfrentamiento contra el ejército de ocupación", tal como llamaron al Ejército Argentino. La sorpresa de los atacantes, que esperaban contar con la ayuda de los conscriptos (finalmente los héroes de la jornada al rechazar el ataque), terminó en una retirada que incluyó el secuestro de un avión de Aerolíneas Argentinas, que se destrozó luego de un aterrizaje forzoso en medio del campo. 

   Este fue un límite para las Fuerzas Armadas, cuyos comandantes fueron presionados por los mandos medios y altos para tomar medidas drásticas. Esto produjo el 13 de octubre una reunión de los tres comandantes generales Videla, Massera y Fautario, prevista para resolver los ascensos militares a fin de año. El 17 de octubre, a bordo de un yate en el delta del Paraná, Videla y Massera, respondiendo a los pedidos de generales y almirantes, pusieron en marcha el golpe. El gran obstáculo fue la resistencia de Fautario a participar. 

   Videla, según su propia versión, solicitó una reunión con la presidente Martínez de Perón para solicitar el retiro debido a su imposibilidad de evitar el golpe por la presión del generalato, y para su sorpresa la primera mandataria le pidió que siguiera, porque algún otro "sería peor que usted". Falta el testimonio de Isabelita que corroboraría o desmentiría este hecho. 

   Eran tiempos de una terrible violencia y sobre todo de una gran inestabilidad política provocada también por la errática economía que transitaba rumbo a una hiperinflación. Pero sobre todo la ausencia de autoridad por parte de la presidente y la falta de decisión por parte de los demás protagonistas de la vida pública nacional parecía llevar la situación hacia un desenlace fatal. De ello hablaremos el próximo domingo en estas queridas páginas de "El Liberal".

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