Un encuentro absolutamente casual abre una esperanza para este animal que durante mucho tiempo fue perseguido y casi exterminado sólo por desconocimiento. Hoy necesita un área natural protegida.
Un ejemplar de Aguará Guazú, apareció en los bañados del río Dulce Un ejemplar de Aguará Guazú, apareció en los bañados del río Dulce
Ser amante y guardián de la naturaleza y estar comprometidos con su realidad actual y su destino no es tarea fácil, pero puede deparar sorpresas únicas, momentos excepcionales, como el que vivieron tres fotógrafos que en la quietud de un descanso de su excursión a fotografiar y censar aves, se toparon en una zona casi inaccesible, especialmente después de las lluvias, con un ejemplar del esquivo Aguará Guazú, y pudieron registrarlo fotográfica y fílmicamente.
Al respecto, el bandeño José Navarro, de COA Kakuy Observadores de Aves, relató el increíble y casual encuentro: "Estábamos sentados los tres tomando mate en el campamento. Yo tenía mi cámara en el vehículo y estaba con el celular, pero ellos (Daniel Lescano y Hugo Rodríguez) tenían sus cámaras. Quedamos inmóviles para que el bicho no se asuste, porque lo teníamos cerca relativamente, 20 metros creo, venía a tomar agua. 'No se muevan, hagan despacio, si se van a mover para agarrar las cámaras, lentamente, para que no se perturbe', dije en ese momento. Ellos hicieron fotos, videos y yo con el celular lo grabé".
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Tras la emoción del relato que da una idea de la intensidad del momento para los tres aventureros, Navarro contó cómo fue el día siguiente. El ejemplar "nos visitó a la tardecita, porque tiene hábitos crepusculares". Por respeto no lo siguieron, ya tenían las imágenes, un premio increíble. "Al otro día, vimos huellas. Evidentemente, es su zona habitual, nosotros éramos los intrusos de su hábitat.
Sobre el hecho, Navarro escribió: "De esto se trata, de narrar y contar, de transmitir con palabras lo que se siente al encuentro de un ejemplar casi extinto, casi aniquilado y que de repente el corazón se detenga pausando el silencio para no espantarlo, pero ¿y si la misma naturaleza lo mando como mensaje de protección?"". "Por un momento sobrevoló esa energía infinita que lo dejó en evidencia, con su mirada enfocada a los espectadores, calmo, tranquilo, sin conocer quiénes eran y a que venían. Un portal verde, con su escenario de agua, de escasa sombra y silencios abismales protegiendo al aguará guazú de la extinción, de atropellos y conciencias anestesiadas mostrándose en toda plenitud, en perfecto estado, marcando su territorio vulnerado solo por la impaciencia, la sorpresa y una cámara que registró la prueba de tal aparición".
"Existen varias subpoblaciones en la Argentina, en la nuestra, su rango de distribución incluye gran parte de la provincia de Santa Fe, el este y noreste de Córdoba, y el sureste de Santiago del Estero. Los humedales de los Bajos Submeridionales (Santa Fe) y los Bañados del río Dulce (Córdoba y Santiago del Estero) poseen poblaciones importantes y pueden ser considerados como fuentes de dispersión de individuos durante ciclos plurianuales húmedos (Pautasso 2009). A pesar de ser una de las regiones con mayor número de registros de la especie, el número y magnitud de sus amenazas es muy alto.
Se infiere y proyecta una reducción poblacional mayor al 30% en 3 generaciones, considerando 2 hacia el pasado y 1 hacia el futuro, producto de la reducción en la calidad de hábitat y la fuerte pérdida de individuos producto de altas tasas de atropellamiento en rutas, captura, persecución y caza furtiva. Esta subpoblación está afectada también por las grandes inundaciones y los incendios. El nivel de protección actual es bajo y es necesaria la creación de áreas naturales protegidas adecuadas en los Bajos Submeridionales (Santa Fe) y la creación del Parque Nacional Ansenuza en la región de Mar Chiquita es un alivio para la especie y es vital la concreción de proyecto de los bañados del río Dulce (Santiago del Estero). (ver https://www.elliberal.com.ar/nota/-342327/2017/08/proyectan-un-parque-nacional-en-los-banados-delrio-dulce)
Navarro destacó que la especie no es agresiva: "Este animal no representa ningún peligro, tanto para el ser humano como para el ganado. Sin embargo, hasta no hace muchos años, debido a creencias populares y mitos, se asociaba a este animal con la leyenda del 'hombre lobo' y era objeto de persecución y caza por parte de las poblaciones aledañas a su hábitat. La expansión de la frontera agrícola, los desmontes y situaciones de inundación han contribuido a disminuir las áreas donde el aguará se desarrolla". "Actualmente, en Argentina, las zonas donde habita el aguará guazú han sido puestas bajo protección para evitar la disminución de la población de estos animales, por eso es muy necesario que el proyecto, de que los Bañados del río Dulce sea un Parque Nacional, tiene que hacerse realidad.
"Ese escenario son los bañados del río Dulce, nos encontrábamos ahí, como miembros del COA Kakuy por el evento del Gran Día, un día de observación de aves a nivel mundial que se celebró el 12 de octubre, pero con la aparición de este hermoso ejemplar, todo pasó a segundo plano", detalló. Luego explicó el valor del encuentro. El aguará es un cánido endémico de América del Sur que habita en pastizales, zonas de inundación, pantanos, esteros, bañados o selvas en galería. "Si comparamos al aguará con otros cánidos silvestres, concluiremos que éste presenta una mayor envergadura que, a su vez, se ve amplificada por la presencia de un denso pelaje y una melena conformada por crines rodeando su cuello".
El aguará guazú alcanza una medida en cruz de 107 centímetros de altura y su longitud puede llegar hasta los 125 centímetros, a lo que debemos sumarle una cola de unos 45 centímetros. Su peso llega a los 35 kilogramos, se parece a un zorro, pero debido a la presencia de sus largas patas adquiere una presencia bastante poco armónica y particular.
Estos animales cuentan con un pelo largo y frondoso, de color anaranjado casi rojizo. Este pelaje es más largo en la región del cuello, por lo que da el aspecto de poseer una melena. En la zona ventral su color es más claro. El hocico, las extremidades y en toda la extensión de su espina dorsal, el aguará presenta manchas negras y algunas de color blanco en la garganta y en el interior de las orejas. La cabeza del aguará es alargada, con su hocico que finaliza en punta y con relación al resto de su cuerpo es pequeña. Pero su melena de crines eréctiles le da cierta presencia feroz con la que logra alejar y amenazar a sus adversarios. Un rasgo que lo distingue de los zorros es que sus pupilas son redondas, a diferencia de aquellos que las presentan a manera de elipse vertical. Sus grandes orejas le permiten irradiar calor, reduciendo la temperatura corporal.
En sus patas delanteras, presenta uñas fuertes, pero, a pesar de ello, carece del hábito de excavar en la tierra. Sus extremidades largas le permiten tener una visibilidad superior en aquellas regiones donde los pastos se presentan altos. El aguará guazú tiene una amplia distribución en el norte argentino, incluyendo las provincias de Corrientes, Formosa, Chaco, Santa Fe, Santiago del Estero, Misiones, norte de Córdoba y Entre Ríos. Sus abundancias relativas (por ejemplo, las estimadas en base a frecuencia de registros fotográficos), aún en áreas protegidas y con hábitat óptimo (ej. Parque Nacional Iberá o PN El Impenetrable), suelen ser bajas, al menos en comparación a las de otros cánidos simpátricos. En la última década, los ambientes óptimos (pastizales hidrófilos, ambientes ribereños) donde habita esta especie han estado sujetos a amenazas como la pérdida y/o degradación. Otras amenazas importantes son los atropellamientos, persecución directa, captura y caza ilegal (mascotismo y cotos de caza), y enfermedades asociadas al contacto con animales domésticos. El estatus de la especie para la Argentina es precario (Cirignoli 2019).