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EL LIBERAL . Espectáculos

"Es un salto al vacío cada concierto y no hay red"

Este sábado 12, el músico se presentará en el club Quimsa en un formato al que él denominó "unipersonal". Las características del show.

10/10/2024 14:53 Espectáculos
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"Es un salto al vacío cada concierto y no hay red" "Es un salto al vacío cada concierto y no hay red"

Raly Barrionuevo, en formato unipersonal, actuará este sábado 12, a las 21.30, en Quimsa, un lugar que le trae grandes recuerdos porque, como lo evocó en una entrevista exclusiva con EL LIBERAL, fue el lugar en el que tuvo su primera charla con don Sixto Palavecino.

Quimsa fue el espacio donde cantó cuando, por razones climáticas, en1992, se había traslado el Festival Nacional de la Chacarera. Raly debutaba en ese encuentro organizado por la familia Carabajal y estrenaba "Un pájaro canta", chacarera dedicada a Jacinto Piedra, quien había fallecido trágicamente el 25 de octubre de 1991.

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Otro hecho significativo que une a Raly con Quimsa es el básquet, deporte que ama como también el vóley, disciplina que desplegó con gran jerarquía en su juventud en los torneos intercolegiales.

En Quimsa, supo compartir, los sábados cuando se juntaban a jugar los veteranos, con su ídolo Miguel Cortijo. "Me trae hermosos recuerdos, como el haber jugado al básquet con él (por Cortijo) ahí, de quedarnos a tocar la guitarra y a comer algo ahí", rememoró el prestigioso cantante y compositor friense.

-¿Qué te impulsó a recorrer el país con este formato en solitario y solo con tu guitarra?

-Estoy muy conmovido de hacer este concierto que vengo muy cargado de seguir reafirmando esta tendencia de tocar solo en el escenario, de seguir ampliando mi abanico de posibilidades, de seguir expandiendo mi modo de ver la música, mi modo de cantar, mi modo de mirar el mundo a través de la música. Eso se sigue expandiendo. Comenzó como una prueba de animarme a subir solo a un escenario. Siempre fui admirador de Silvio (Rodríguez, cubano), de los cantautores que suben con su guitarra. Ni hablar de los folcloristas nuestros como Yupanqui (Atahualpa) o como Cafrune (Jorge). Siempre admiré, siempre soñé, no intentando ponerme a esa altura ni mucho menos, pero sí de los tiempos que corren donde todo suena enorme, donde todo suena de una manera súper tecnológica, donde todo se apuesta a una escena mucho más multisensorial, entonces dije a ver qué onda en este tiempo de agarrar la guitarra y hacer mi música más conectado con la gente, no tanto con lo que tenga que hacer yo en el escenario, no hacer nada guionado sino subirme al escenario y ver qué me pasa. Ahí comenzó hace poquito más de dos años y esa idea siguió creciendo y creciendo y nunca pensé que me iba a dedicar a hacer, de esta manera, todos mis conciertos. Me gustó tanto este formato y voy a ir así a los festivales y si me tiran con tomate (se ríe). Yo quiero ir así, lo disfruto mucho. Y quiero seguir tratando de encontrar qué más hay en esto. Primero, yo ya sé que lo disfruto porque me siento absolutamente el niño que en Frías se paraba al lado del tocadisco de mi mamá y que con un bombo o una guitarra jugaba y jugaba y jugaba. Yo he vuelto a conectar con esa época de mi vida. Entonces, el disfrute es absoluto. Eso es lo que voy a llevar al club Quimsa. Ya un poco lo había hecho en Plaza Añoranzas, pero ahora ya es reafirmando esa idea y mostrando cosas que a mí me sorprenden y ojalá que al público también.

-¿Qué te permite descubrir o redescubrir esta etapa ?

-Es un salto al vacío cada concierto. No hay red de protección. Eso, a esta altura de mi vida, me ha refrescado absolutamente todo, el alma, el corazón, el amor por la música, también no olvidarme que la música nació como algo que me divertía mucho. He tocado con bandas hermosas, me han acompañado músicos increíbles que han estado muy comprometidos con mi propuesta, pero, de alguna forma, uno precisaba cierto orden. Hacía renegar mucho a mis compañeros porque yo siempre era bastante renegón con el armar listas y eso. Cuando comencé a estar solo, me he planteado cuáles eran las cosas que no me gustaban hacer, por ejemplo, eso, el armar listas de temas. Ahora subo al escenario como si fuera un trapecista que no tiene red abajo. Si me caigo, me caigo. Y si me caigo quiero volver a subirme, pero conectado con la gente, que la gente me ayude. Pasa que me puedo equivocar en los conciertos y paro y empiezo de nuevo. Me río de esa situación y la gente lo toma como si estamos en una guitarreada o en un fogón y, a la vez, conectando con la emoción desde un lugar muy puro. Vuelvo a ser ese muchachito que alguna vez los Reyes Magos le trajeron una guitarra y se emocionó.

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