Por María Rita Oubiña.
El pequeño Zelenski ilustrado El pequeño Zelenski ilustrado
Uno lo ve, gesto adusto y barba acorde. Talla baja y un extraño parecido a Volodímir Oleksándrovich Zelenski, a la sazón colega (abogado) y presidente de Ucrania. Aquí, sí que no hay parecido alguno con la el ucraniano. No está, Grabois, en condiciones de gobernar un país, menos uno en guerra, y muuucho menos enfrentando a una potencia mundial como Rusia, al mando nada más y nada menos que de Vladimir Putin.
A lo sumo, podemos encargarle a Juan, el gerenciamiento de un gazebo en Plaza de mayo. Allí donde ven (Juan y sus amigos) pasar pobres, y tomarles lista (dicen) como en el colegio. Jamás daremos asidero a las infundiosas conjeturas que dicen de ellos, los "evíticos" protectores de los "descamisados", sobre que andan haciendo negocios con la pobreza. Nunca. ¡Antes aliar con un empresario que quitarle el subsidio a un "cabecita"!
También te puede interesar:
Pero, no vaya a ser que las huestes de la miseria estén ausentes para hacer las mieles de los dirigentes que necesitan reavivar las llamas del servicio vocacionalmente abrazado.
Porque para ser justos, la gente está dividida de nacimiento. Están los hacedores y los espectadores. Estos últimos son los más numerosos y los más peligrosos. Estar a la expectativa es peligroso, porque el que mira es pasivo-activo. En este caso "pasivo-activista" que activa los movimientos sociales que no saben exactamente para dónde es que deben ir, en qué carpa deben estar y a qué dirigente deben tributar, dónde mostrar el hijo en brazos y sí saben callar cuando se acerca un inoportuno movilero con cámara encendida, haciendo preguntas incómodas, como ¿para qué están aquí? No hay una respuesta para cada pregunta ¡che!
Grabois , está entre los que forman parte del casting de la película llamada "Los Herederos de Perón" y no todos andarían dando el pinét de tamaña pareja histórica.
Y en el caso de Grabois o (Grabuá) para hacerlo así, en términos afrancesados, al fin y al cabo, bien podemos darle el gusto al pequeñín y subirle el precio, aceptándole su toque provenzal.
Estoy segura de que si uno le pregunta a Grabois si identifica alguna raíz francesa en su apellido, su ímpetu dirá que NO, su militancia lo contradiría.
Al fin y al cabo, la lucha del exiguo dirigente es por las raíces latinoamericanas y por la incorporación de contenidos populares en las señales abiertas de difusión.
Convengamos antes que, a cualquier patriota barbado que se precie de tal, se le debe proveer de su hazaña. Todo Fidel quiere su Sierra Maestra.
LA LUCHA POR LA TELEVISIÓN INCLUSIVA
Si vamos a reconocerle algo a Juan Grabois es su vocación de lucha. Una vez irrumpió en canal 13, para exigir la inclusión de dos canales comunitarios, Barricada TV y Pares TV, en la grilla de Cablevisión. Uno quería incluir programas de diversa índole, con el pretexto de la inclusión a toda costa, y el otro, permitía ver encuentros del fútbol más recóndito, 'por no decir marginal. De una forma o de otra, se trataba de meter con fórceps, en la televisión de consumo masivo, contenidos probadamente carentes de interés. Algo así como el encuentro entre "Decaídos del norte vs. Amontonados Fútbol club". Puro capricho.
Decía el genial Alejandro Borenzstein, "Meterse por la fuerza en un canal de televisión es "lopezrreguismo explícito" y trae feos recuerdos. No sé si Grabois lo hizo como entrenamiento, por ignorancia o por ambas cosas. En cualquier caso fue una mala jugada." (sic)
Yo por mi lado disiento del hijo de Tato. No creo que "El Brujo", sea un paradigma a seguir para nuestro hombre en cuestión.
El canal inclusivo y el otro, el que transmitía fútbol, fueron bastiones con los que allá por el 2018, nuestro Che de bolsillo peleaba por los "derechos de las clases populares", al fin y al cabo, un golcito en cancha de barro y un contenido audivisual mediocre, no se le niega a un ciudadano que se precie de tal.
Claro está que entre el Che y Grabois hay un sinnúmero de diferencias.
Para marcarlas bien, Juancito tiene dos causas judiciales en ciernes por el presunto manejo irregular de fondos públicos. El último y más reciente, por el del Fondo de Integración Social Urbano (FISU) en el que manejaba mil millones de dólares (leyó bien amigo lector) En ésta y en la anterior, tenía que urbanizar barrios populares. Al fin y al cabo, ¿qué son mil millones de dólares en la vida de un héroe, sobre todo si éste tiene el pensamiento altruista de no despojar a los pobres de la habitual fisonomía de sus ranchos de chapa y lonas? Tal vez los libros de historia del futuro sabrán reconocer a estos pequeños próceres resistidos de hoy. Si Billiken tiene versión en veinte años, Juan Grabois sale en la tapa o en la maqueta para armar, esa que venía en el apéndice.
Por si faltaran temas y como para demostrarnos que es humano, aunque quiera mostrar ciertas vetas místicas, un día se trenzó en dura lucha verbal, con un émulo de su categoría pugilísitica: Ramiro Marra. Y la guerra oral fue iniciada por nuestro pequeño gran hombre con la cantinela de "la deshumanización de la economía", a lo que el bravo contrincante le devolvió con un uppercut de derecha (nunca mejor dicho) retrucándole: "vos le quitas la plata a los pobres".
Ambas cosas parecen ser ciertas, a la vista de los observadores más diversos. Pero lo que volvía inconsistente la verborragia de nuestro héroe era el hecho de atacar a su adversario eventual justo con el tema de la plata. ¡Justo cuando de plata se trata y él tiene dos causas judiciales por lo menos por varios billetes del país más capitalista del mundo!
Así no podemos defenderte querido Castrito.
Como quiera que fuera, no te vamos a negar el derecho a ser el paladín de la justicia social argentina. Has sido y sos un anticipo de valentía puesta al servicio de los que no tienen voz.
No te preocupes querido Juancito, nuestro Fidel de decorado, en algún momento de tu vida se te va a dar tu Sierra Maestra, eso sí, no te olvides antes de esperar lo que averigüe el fiscal Stornelli.
Mientras tanto, te prestamos una barba de cotillón y un montículo de arena para que bajes en borceguíes, creyendo que has hecho tu revolución.
Al fin y al cabo, la vida está plena de ilusiones.