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EL LIBERAL . Santiago

La Batalla de Tucumán: hito que aseguró la independencia argentina

Por el Prof. Clemente Di Lullo.

24/09/2024 06:00 Santiago
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La Batalla de Tucumán: hito que aseguró la independencia argentina La Batalla de Tucumán: hito que aseguró la independencia argentina

En el proceso de las guerras de la independencia en América del Sur, tanto desde lo histórico como desde lo militar, es juicio absoluto que la Batalla de Tucumán, (24 de setiembre de 1812), salvó los ideales de mayo y aseguró el camino hacia la independencia argentina, al consolidar el dominio del gobierno revolucionario en todas las provincias del Norte. El triunfo de Tucumán es la contracara de la derrota patriota en Huaqui.

El general Manuel Belgrano, militar improvisado, se hizo cargo de la jefatura del Ejército Auxiliar del Alto Perú, también llamado Ejército del Norte, en marzo de 1812 después de la derrota de Huaqui (20 de junio de 1811). Lo que encontró Belgrano era solo un grupo de soldados dispersos, envueltos en pánico y que deambulaban desorientados por completo. Esta derrota militar, bien llamada "desastre" destruyó por completo al ejército patriota y sembró el caos en el gobierno revolucionario de Buenos Aires. 

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El nuevo Jefe recibe a estos hombres y pronto comprende que poco podrá hacer con ellos, salvo proveer a su alimentación, cura de heridas y sobre todo elevar su moral y espíritu patriótico.

Un análisis real de la situación (Huaqui dejó abierto y desamparado todo el norte del virreinato del Río de la Plata al avance realista) lo determinó a ordenar a los pobladores de Jujuy el abandono completo de sus campos, hogares, llevando las pertenencias que pudieran reunir y partir rápidamente hacia Tucumán: Hecho que se conoce en la historia como el "Éxodo Jujeño" (23 de agosto de 1812) que fue otro ejemplo de la confianza que despertaba la altura moral de caudillo y patriota del General Belgrano. Fue esta circunstancia la que llevó a Belgrano a encargarle a su oficial Eustaquio Díaz Vélez la formación de un cuerpo de caballería, formado por voluntarios. Así nació el cuerpo de "Decididos por la Patria" formado por gauchos jujeños, puneños y tarijeños, todos menores de 20 años que agregaron a su patriotismo, la puesta en servicio de su caballada, armas y enseres. Ante su olvido histórico, es deber mencionar la actitud de estos jóvenes que tuvieron destacada participación en la victoria contra los realistas que los perseguían en el combate de Las Piedras (3 de setiembre de 1812), que devolvió la confianza, el valor y el coraje entre las tropas patriotas. Ellos también fueron parte de la gloriosa jornada de Tucumàn.

Este retroceso de Belgrano se explica porque lo hacía en cumplimiento de la orden del gobierno de Buenos Aires de bajar hasta Córdoba. Pero, ya en Tucumán, el jefe patriota decidió desobedecer la orden. En esta ciudad encontró todo el apoyo posible por parte de sus autoridades, pobladores y una juventud patriótica que se enroló voluntariamente en las fuerzas patriotas. Frente a tanta entrega no pudo tomar mejor resolución que dedicarse a organizar un ejército disciplinado, capaz de sostener con firmeza el ataque de los enemigos sin importar cuanto sacrificio requiriera la defensa de la Patria que nacía.

Así se lo hace saber a Rivadavia mediante carta datada el 14 de setiembre de 1812 de la cual rescatamos estos párrafos: "retirarme más e ir a perecer es lo mismo, y poner a la patria en el mayor apuro (…) si perdemos para siempre esta provincia, aumentamos la fuerza del enemigo con buenos soldados, y seremos el objeto eterno de la execración (…) algo es preciso aventurar, y ésta es la ocasión de hacerlo: felices nosotros si podemos conseguir nuestro justo fin, y dar a la patria un día de satisfacción, después de los muchos amargos que estamos pasando"

Belgrano demostró su capacidad militar cuando utilizó la estrategia de hacerle creer a Pío Tristán, jefe del ejército realista, que se retiraba hacia Santiago del Estero, lo que hizo que ganara tiempo para mejor organizar su ejército, especialmente en armas y disciplina de combate. Tristán aflojó la marcha hacia Tucumán. El engaño había dado resultado.

Cuando el ejército realista entro en territorio tucumano se dio con la sorpresa que Belgrano lo esperaba en el Campo de las Carretas, en las afueras de la ciudad. El combate se inició rápidamente. Su desarrollo fue confuso. Entre el humo de los cañones, los gritos de los soldados, el triunfo parecía por un momento ser de los realistas, por otro, parecía que eran los patriotas los triunfadores. Finalmente, esto último fue lo que ocurrió. 

Es cierto que en el campo de batalla quedaron los cadáveres de ochenta patriotas; cuatrocientos cincuenta enemigos muertos, doscientos heridos y no menos de setecientos prisioneros, entre soldados, oficiales, jefes además dos banderas: la del Regimiento Real de Lima y dos estandartes de Cochabamba que el general vencedor envió al gobierno de Buenos Aires para su resguardo, conservación y testimonio invalorable del triunfo de Tucumán.

CONCLUSIONES

La Batalla de Tucumán fue el primer triunfo del ejército patriota en territorio que luego correspondería a la República Argentina.

Belgrano, al frente de 2000 hombres, venció a un ejército realista que lo doblaba en número de efectivos militares y poder de fuego.

Tucumán fue la batalla de la unión nacional. Allì estuvieron todos "los pueblos": los Decididos, de Jujuy; la caballería salteña de Moldes; las milicias tucumanas de Bernabé Aráoz; la catamarqueña de Ahumada y Barros y el guerrillero altoperuano Manuel Asencio Padilla unidos a los restos del ejército patriota.

El triunfo de Tucumán convenció a las provincias del Norte que debían apoyar y defender los postulados de la Revolución de Mayo de 1810.

Como la batalla coincidiera con la fecha en que se recuerda a la Virgen de la Merced, Belgrano le designó "Virgen Generala del Ejército"

El Segundo Triunvirato, ahora al frente del gobierno de Buenos Aires, premio a Belgrano otorgándole el grado de Capitán General y un escudo de oro. También el resto de los oficiales y soldados patriotas recibieron condecoraciones.

Finalmente, una anécdota que no por simple deja de ser ejemplificadora de los valores morales y virtuosismo de aquellos hombres: Pío Tristàn (Jefe del ejército realista) y Manuel Belgrano (jefe del ejército patriota) eran amigos. Habían estudiado juntos en Salamanca y se conocían muy bien. El destino los enfrentó en Tucumán. La rivalidad militar y política no primó sobre la amistad cultivada. Por eso fue que Belgrano le evitó a Tristán la humillación de entregar su espada en señal de rendición frente a los ejércitos en parada militar. En respuesta a tal actitud, Tristàn le prometió a Belgrano no volver a invadir territorio patriota. El amigo español cumplió la palabra empeñada aunque ello le significara presentar su renuncia al ejército español.

Por otro lado, certifica que Belgrano tenía razón cuando afirmaba "me hierve la sangre cuando veo que tantos obstáculos se pueden superar con una mínima porción de patriotismo". Sentencia que nunca debemos olvidar los argentinos.

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