Jorge Luis Zarazúa.
¿Un cristiano puede guiarse por lo que dice el horóscopo? ¿Un cristiano puede guiarse por lo que dice el horóscopo?
Cualquier cristiano de buena fe puede caer en confusiones y dejar que ideas contrarias a las enseñanzas de Jesús lo contaminen, y este el el caso del horóscopo, una forma de adivinación que aleja a la persona de la doctrina cristiana: ¿qué dice la Iglesia al respecto?
La Iglesia rechaza el horóscopo
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El Catecismo de la Iglesia Católica señala que "todas las formas de adivinación deben rechazarse". Pues bien, entre las variadas formas de adivinación, el Catecismo cita las siguientes:
"...el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone 'desvelan' el porvenir (cf Dt 18, 10; Jr 29, 8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a 'mediums'". (n. 2116)
Continua explicando el Catecismo que todas estas acciones "encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos".
Además, estas prácticas "están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios" (n. 2116).
Querer saber el futuro es querer ser iguales a Dios, pretensión tan soberbia como absurda. Debemos confiar a la Providencia divina nuestra vida, confiar en Dios como Padre que es.
2. Una creencia peligrosa
Primero, digamos lo siguiente: la creencia en los horóscopos es peligrosa. Es casi como creer en otra religión. Hay personas que intentan hacernos creer que no somos libres sino que estamos determinados en todo por nuestro signo zodiacal. No sería yo quien realiza su propia vida, sino que todo mi obrar estaría dirigido por una extraña fuerza proveniente de las estrellas.
Pero nada de lo que dicen los horóscopos está científicamente fundado. Lo que afirman sobre Sagitario hoy, lo dirán mañana de Piscis y viceversa. Es un triste problema que los horóscopos sigan haciéndose y, peor aún, que haya quienes se creen todo lo que leen.
3. Instruir la inteligencia y la conciencia
En el campo de la educación, particularmente en la formación en la fe, hay que instruir primero la inteligencia y la conciencia.
Un horóscopo es efecto de la antigua astrología, no de la astrología natural, que es madre de la astronomía científica, sino de la astrología judiciaria, que se empeñaba en descubrir la influencia de los astros sobre el destino de los hombres y de las cosas.
En este sentido, hay que colocarlo dentro del fenómeno más amplio de las "artes adivinatorias", entre las que la adivinación de lo que iba a pasar cada hora tenía mucho peso entre los persas y los egipcios (oros-scopeo, significa horas-mirar).
Los antiguos astrólogos observaban cada hora, cada día, cada periodo, el universo, esperando encontrar allí desde el pronóstico del tiempo climático hasta las causas o los avisos de los acontecimientos sociales, bélicos, religiosos o sanitarios.
4. Distinguir adivinación de probabilidad
Se deben analizar los rasgos históricos de la astrología y reconocer sus efectos históricos.
La predicción prospectiva; es decir: el análisis de los resultados que dependen de variables observables, más que adivinación es predicción y previsión, con más o menos grado de probabilidad. Así acontece con el tiempo atmosférico o con la evolución de una enfermedad.
Pero la predicción de lo que acontece de causas libres no es más que un engaño.
5. hay que deshacerse de supersticiones
Conviene también enseñar a cada persona inteligente a deshacer supersticiones y creencias que pueden perjudicar la convivencia.
Tal puede ser el cultivo de actitudes deterministas o fatalistas, sean teológicas, (Dios todo lo decide sin nosotros), biológicas (el cuerpo tiene mecanismos ciegos e irresistibles) o sociológicas (el hombre depende de sus circunstancias).
Evitar eso también es ayudar a luchar por la libertad en la vida y, por lo tanto, trabajar por la conquista del amor, don que los hombres pueden tener.
6. La Iglesia siempre condenó los horóscopos
La Iglesia condenó y rechazó siempre todo lo relativo a la adivinación, al espiritismo, al cultivo de vanas creencias. Recordó siempre que el mundo ha sido creado por Dios y se rige por las leyes naturales y los cuidados especiales de la Providencia.
En tiempos antiguos ya hubo sínodos y concilios, como el de Toledo del año 400 o el Concilio de Braga del 561, que rechazaron frontalmente el culto o cultivo de la astrología.
Para vivir, los hombres necesitan esperanza, serenidad, algo en lo que apoyarse. Los que creen que Dios es providente y admiten que todo lo que pasa o lo quiere o lo permite, no necesitan otros apoyos.
Los que no tienen ese eje fundamental en su pensamiento, buscan con más o menos afán, según su cultura y su sensibilidad, los caminos del azar, de la aventura, para esconder sus desventuras, sobre todo si tienen ante sí peligros o desconfianzas. "Mundus vult decipi", decían los antiguos. Es decir: "El mundo quiere ser engañado".