Hoy recorre las costas de América, Europa, Asia y África. Sólo le falta el gigantesco archipiélago de Oceanía, uno de los destinos más fabulosos del planeta.
Hablar bien el inglés le cambió la vida a Marijó y hoy navega por el mundo Hablar bien el inglés le cambió la vida a Marijó y hoy navega por el mundo
¿Cómo será irse a dormir en un país y despertarse en otro? ¿Mirar al horizonte que el sol salga del mar y al atardecer se oculte tras acantilados o fiordos como de película?
En realidad el ensueño no dura mucho. No porque todo esto no sea posible, de hecho lo es. Es la vida cotidiana de una joven bandeña quien en pos de una salida laboral, tramitó pasaporte, sacó visa, tomó un vuelo y se embarcó en un crucero. En realidad, en tres cruceros hasta ahora. Más allá de la crisis económica y la debacle laboral en que se hunde lentamente el país, el dominio del idioma inglés le abrió las puertas a María José para ir a probar suerte a bordo de cruceros que recorren las costas americanas, europeas, africanas y asiáticas entre destinos clásicos y exóticos.
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Cómo empezó todo
María José Burgos cuenta cómo llegó a este mundo que parece idílico, y lo puede ser, pero no siempre. "Tuve mi primer trabajo hace tres años como ayudante de cocina, la verdad no tenía tanta experiencia, simplemente me mandé porque durante años la vi a mi mamá que a veces realizaba servicios de catering, la ayudé incluso un par de veces en algunos eventos en los que la contrataban, ella preparaba todo, sabía mucho de cocina, también era repostera. Pero en ese trabajo no duré mucho igual".
Continúa: "Después trabajé como mesera por un corto tiempo, luego simplemente dejé de trabajar e intenté seguir con el profesorado nada más, hasta que un día mi hermano mayor Leo me mostró este trabajo y me comentó que tenía muchas chances de quedar porque uno de los requisitos fundamentales era saber inglés, y yo sabía y sé. En ese momento no nos encontrábamos muy bien económicamente y habíamos pasado por situaciones muy fuertes en casa, así que hice el sacrificio (por así decirlo) y mandé mi curriculum".
En cuanto al proceso de selección, no tuvo mayores inconvenientes, salvo los viajes: "Apliqué en abril del 2022, hice tres entrevistas y si bien las pasé fácilmente a todas, el proceso aun así fue largo porque tuve que hacer todo en Buenos Aires, desde tramitar la visa especial para tripulantes hasta hacerme estudios médicos, porque aquí es bastante laburo físico".
Sobre la reacción de su entorno, afortunadamente para María José, fue favorable, pero hubo miedos lógicos, ni siquiera tuvo referencias de algún conocido que trabajara de esta manera: "Mi familia lo tomó bien, sí, obviamente creo que todos al principio tenían un poco de miedo por lo lejos que me estaba por ir de casa, o al menos yo estaba muy asustada al principio. Me hacían preguntas que ni yo sabía cómo responder, porque no sabía muy bien qué estaba haciendo o en qué me estaba metiendo honestamente. Pero una vez que llegué aquí, me hice de amigos y me acostumbré al ritmo de vida, me calmé. Igual la gente de mi agencia (Selection Partners) también me acompañaron en todo momento, cualquier duda que tenía, ellos me la aclaraban".
Viajera sin fronteras
"La ventaja más grande de todas es que más allá del trabajo y lo demás, lo mejor de todo es que constantemente estás viajando y conociendo nuevos lugares, el trabajo puede ser re duro y puedes tener días muy pesados, pero creeme que una vez que tienes un tiempo libre y te bajas del barco a conocer los nuevos lugares, y ves los paisajes y todo es absolutamente nuevo para vos, vale muchísimo la pena".
Trabajar a bordo con compañeros y pasajeros de distintas culturas
Ya embarcada en el crucero al que los asignan, Mary, como la llaman sus cercanos, contó algunas de las innumerables necesidades que se deben cubrir, en su caso las vinculadas a la gastronomía, que es el área en la que fue empleada.
"Dentro del barco hay varios departamentos, yo específicamente entré en el de Restaurante, en la posición de Buffet Steward: básicamente, tengo que saber cómo manejar el área del buffet para los pasajeros, ahí es donde ellos pueden ir y servirse la comida que ellos quieran de la línea, las bebidas se las servimos nosotros y una vez que terminan, limpiamos todo y así".
"Pero hay que estar constantemente reponiendo platos, vasos, verificar que a la estación de bebidas no les falte café, leche, crema, jugos, agua caliente, tés, azúcares y hielo. Si bien mi posición no es más alta y el trabajo es sencillo de alguna forma, aun así tengo que tener conocimientos de hotelería, saber sobre vinos, cómo descorchar y servir vinos, saber sobre cócteles, sobre las comidas más elaboradas que sirven los meseros de puestos más altos en los restaurantes complementarios para los pasajeros, que son restaurantes elegantes y finos, con reservaciones, a los que aquí se les llaman 'dining room'".
Sobre su tarea, relató: "Actualmente, ya no estoy trabajando en el buffet, sino en 'Room Service' o Servicio a la habitación, porque mi puesto también me permite trabajar ahí. Mis responsabilidades son tanto como de dispatcher`, o sea organizar las bandejas con las órdenes de comidas y bebidas de los pasajeros, tanto como hacer 'delivery' a las cabinas o, incluso, por todo el barco. Porque a veces hacen órdenes desde tal punto del barco (gimnasio, alguna de las cubiertas, etc.) y tengo que ir hasta allá y servirles".
"Mis horarios cambian dependiendo de si estamos en día de mar o si estamos en día de puerto o si es el final/comienzo de un crucero (aquí a esos días se les llaman 'turnaround days'), pero generalmente comienzo temprano a las 6.00am, tengo mi descanso de 30 minutos para desayunar, a mitad del día me dan 3 horas para descansar y a la noche vuelvo a tener otros 30 minutos para cenar, y termino siempre a las 9 o 9.30 de la noche. En total son 11 u 11.30 horas de trabajo por día. Para mí es una desventaja no tener al menos un día completo de descanso y que a veces uno siente que no tiene tiempo para casi nada, muchas veces hasta me da sueño cuando estoy en el trabajo pero también es sólo cuestión de saber organizarse bien. Si sos responsable, tienes un buen carácter, das un buen servicio y haces las cosas tal cual te pidieron entonces a la larga recibes beneficios y esa es una ventaja, hasta por recibir un buen comentario de un pasajero o vender vinos o paquetes que ofrece la compañía, te dan la posibilidad de tener tiempos libres de 7 u 8 horas y en el mejor de los casos, día libre completo. Simplemente hay que saber ganarse esas cosas", reveló sobre formas novedosas de premiar el esfuerzo del empleado.
Es una situación de ganar-ganar
Optar por la aventura laboral no exenta de sacrificios de embarcarse al otro lado del mundo, es posible porque el trabajador accede a beneficios quizás desconocidos por estas latitudes. Los horarios son largos, muchas veces extenuantes, pero hay formas de obtener beneficios o premios. Además, no es necesario gastar lo que se gana de salario.
Así lo cuenta María José: "Otra ventaja es que uno realmente no tiene muchos gastos aquí. Hospedaje no se paga, la comida tampoco, el wifi del barco te permite usar Whatsapp de forma gratis y si quieres tener más acceso y navegar por otras redes entonces sí tienes que pagar pero tampoco es tanto y hay personas aquí que de hecho a veces ni pagan y usan solamente Whatsapp para comunicarse con su familia y listo".
Espacio propio
"Los tripulantes tenemos nuestro propio bar, que por las noches es como un boliche. Cada noche hay una temática diferente y también podemos comprar bebidas tanto con alcohol como sin alcohol (las bebidas alcohólicas son muy limitadas, por cierto, tenemos muchísimo control en cuanto a ese tema y con razón). Aunque en el bar también hay mesa de billar, metegol, hasta Play Station, todo para el momento de ocio. Tenemos nuestra propia pileta y nuestro propio gimnasio para tripulantes. Y si me pongo a pensarlo bien, la verdad es que están bien equipados y es muy difícil que te falte algo".
El glamour se acaba cuando se viene el mareo
Lógicamente, vivir, desplazarse, trabajar, descansar, relajarse, comer, ir al gimnasio, charlar, todo sobre una superficie en casi constante movimiento (a veces más que otras), no es para cualquiera. Los mareos y náuseas son frecuentes y para algunos recurrentes.
Ni siquiera en su tercer contrato, María José logró superar esta complicación del todo, y aún la sigue batallando: "Anoche me quedé pensando en otra de las desventajas de estar aquí y me acordé porque justo estaba en uno de los restaurantes que se encuentra en la parte trasera del barco y cuando zarpamos, se empezó a mover todo. Se sentía cómo el agua nos hacía ir de arriba a abajo y me mareé. El mareo por movimiento es algo que hasta el día de hoy no puedo superar del todo".
Afortunadamente, estas ciudades flotantes están preparadas para casi todo: "Antes era peor igual, me iba hasta el centro médico y me hacían irme a mi cabina porque vomitaba, ahora lo controlo mucho más, pero igual tengo mis momentos donde me da vueltas todo. Trataba de caminar derecho con las copas y los cubiertos y me iba de un lado para el otro".
El compañerismo y la experiencia de los colegas es buena fuente de información y ayuda: "Tengo también un aceite roll on de menta y eucalipto que me regaló una supervisora filipina en mi último contrato, ayuda bastante. Aquí igualmente tienen pastillas e inyecciones en el medical. La inyección es ya cuando no te ayuda nada más, a esa me la pusieron en mi primer contrato, una vez porque no podía dejar de vomitar".
De todas maneras, hay organismos que lo resisten mejor: "Ahora lo controlo más, ya no me dan náuseas, pero sí es un poco molesto jajaja. Conozco otras personas que aún estando en su segundo o tercer contrato se siguen mareando fuerte".
"Cuando estaba allá en La Banda soñaba con irme lejos y una vez que estuve lejos, quise volver a casa"
Entre risas, Marijó repasa: "Estar todo el día aquí a veces me hace extrañar cosas simples como cuando salía con mis amigas a tomarme un helado o un café y una vez me puse tan nostálgica que hasta extrañé caminar por la Belgrano jajajaja Otra vez me puse tan nostálgica y triste porque me dieron ganas de tomarme una granita y sentarme por el veredón. O el hecho de tomarme el 17 para llegar hasta Santiago y caminar hasta la plaza Libertad y dar vueltas. Y re que cuando estoy allá a veces hasta reniego con el 17. Pero igual lo extraño".
"Cosas pequeñitas que extraño cuando estoy aquí", cuenta como pensando en voz alta.
"Es el tercer año seguido que paso las fiestas a bordo. Tercer año sin asado y sin sanguchitos de miga", saca las cuentas Marijó, mientras el crucero estaba días pasados frente a las costas de Lerwick, Escocia.
"Me traje una caja de alfajores (ya me queda uno) y una caja de mate cocido. Al mate cocido siempre siento que le falta la tortilla jajaja", cuenta sobre sus gustos bandeños.
Intercambios
Pero, como argentinos hay en todos lados, las amistades surgen espontáneas: "Conocí a chicos de Argentina también y entre nosotros nomás nos regalamos o compartimos cosas que traemos de casa, ellos me comparten mate a veces y yo les regalé alfajores y matecocido".
"En Ensenada, México, con un amigo argentino que me hice aquí, encontramos una parrillada argentina y re pesados pero íbamos cada vez que podíamos. Uno diría que iba a probar tacos o enchiladas o comida típica de México (que sí lo hice, por cierto) pero también me iba para ahí. El dueño re amable, él también nos invitaba mate".
Tonada no argentina
La particular manera de hablar del bandeño y los santiagueños en general se hace notar. A Marijó, por ejemplo, no le creen que sea argentina. "Y a mí en especial muchas veces me cargaron por la tonada santiagueña jajajaj. Hasta personas de otros países latinos me dijeron que no sueno como argentina y siempre los corrijo diciendo que en realidad no sueno como porteña".
"Siempre dudan de mi nacionalidad, loco jajajaja a mí me da gracia igual", confiesa divertida.
"Amanecer, atardecer y anochecer aquí a veces se siente normal, está bien y hay otros días en donde me pega fuerte y extraño estar en casa. Vuelvo al año y de verdad que ya tengo ganas de quedarme allá nomás", se anima y se ríe en el final.
BÍO/ En primera persona
Mi nombre completo es María José Burgos, tengo 26 años recién cumplidos (mi cumpleaños fue ayer jaja), nací en la ciudad de La Banda, Santiago del Estero. Mi familia actualmente está conformada por mis cuatro hermanos y yo, aunque también cuento mucho con mis tíos, todos de parte de mi familia materna.
Hice el jardín en el Patito Coleton, que está ubicada sobre la Lavalle, la primaria la hice en la escuela Amadeo Jacques, al lado del jardincito que mencioné antes. Hice la secundaria en la escuela Normal Dr. José Benjamín Gorostiaga, seguí la modalidad de Ciencias Naturales ahí y luego cuando terminé me pasé a lo contrario, a las ciencias sociales, cursé un par de años el profesorado de Artes Visuales en la Escuela de Bellas Artes Juan Yaparí, aunque no lo terminé, porque me vine a trabajar aquí.
En cuanto al idioma, una tía y mis papás me anotaron en el Anglo cuando tenía 7 años y ahí fue donde aprendí básicamente todo, me recibí del Anglo cuando cumplí los 18 años.