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EL LIBERAL . Santiago

Familias bandeñas se reinventan cada madrugada para salir adelante

Las ganas de salir adelante caracterizan a ellas.

15/09/2023 00:00 Santiago
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Familias bandeñas se reinventan cada madrugada para salir adelante Familias bandeñas se reinventan cada madrugada para salir adelante

Frente a las dificultades cotidianas derivadas de la compleja situación económica del país, el bandeño sale a la calle día a día. No se achica. Se transforma. Se reinventa, como se dice ahora. Ingenio, constancia y sacrificio son parte del devenir diario de muchas familias que buscan su progreso. Y lo consiguen. Éstas son tres historias que muestran que no es imposible. Difícil, vaya que lo es, pero ellos lo logran cada mañana. Cada madrugada.

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Patricia Magdalena Chávez, su esposo Sergio Ariel Figueroa y algunos clientes.

"Nos queda chica la pava (que es de grandes dimensiones) porque nos piden 10 termos juntos a veces", Patricia Magdalena Chávez.

Patricia Magdalena Chávez y su esposo Sergio Ariel Figueroa tienen un puesto en la rotonda del Mishqui Mayu, colectora y ruta 51. Arrancan muy temprano.

Patricia cuenta su historia: "Aquí empezamos hace medio año. Venimos desde las 6 de la mañana hasta las 10.30, 11, depende de la mercadería que nos queda. Vendemos pan, tortilla y chipaco, además de los desayunos. Tenemos matecocido, café y café con leche". 

"Éste es el único trabajo que nosotros tenemos, así que sí o sí tenemos que salir a trabajar, realmente lo necesitamos", enfatiza. 

Sergio trabajaba en la construcción, pero se quedó sin empleo y tienen 5 hijos, para mantener "así que se nos ha puesto en la cabeza trabajar con la comida", cuenta y agrega: "También vendemos empanadas más adelante (frente a Comeco, el mercado de frutas y verduras), los sábados y domingos". 

Acerca de cómo surgió la idea, Patricia contó: "Porque yo le dije, como estaba vacío (el lugar), vamos a vender chipaco. Después un hombre que llega a comprar nos dice 'de cómo no venden desayuno a la mañana', porque busca la gente o piden agua hervida (para el termo) y le dije que sí, no tengo problema" y empezaron con el emprendimiento. 

Entre los distintos tipos de clientes que los visitan desde muy temprano, muchos son trabajadores que pasan a obras de construcción, transportistas, choferes de camiones y de colectivos: "Los choferes nos compran y a veces los pasajeros también". Además de "gente de plata" como "abogados o médicos", que también se detienen a tomar un café caliente.

Sergio recuerda también: "Hay días que va a encontrar lleno aquí, nomás que hay que estar. Primero veníamos a las 5 de la mañana", a lo que su esposa complementa que ya en la época más fría del año comenzaban a las 6.

La crisis también los afecta

"Nos queda chica la pava (que es de grandes dimensiones) porque nos piden 10 termos juntos a veces", lo que les dio a pensar en la posibilidad de incorporar otro brasero y otra pava, aunque los constantes aumentos de precios los hicieron desistir por ahora.

La actual situación es compleja, por eso no les permite proyectar por ahora: "El trabajo éste es como para el día, nos alcanza la mitad para comer y la otra mitad para volver a comprar" los insumos como harina y grasa, café, leche, matecocido, azúcar, carbón, vasitos, cucharitas. Y al día siguiente, vuelven a empezar: "Todo de vuelta otra vez, todos los días, de lunes a sábado. De lunes a viernes venimos los dos. El sábado a la mañana viene él (Sergio) solo, yo aparte preparo la masa y después nos vamos a hacer las empanadas allá. Los sábados, no estamos hasta las 11 (como el resto de la semana), él a las 8.30 ya se va para casa y ya llevamos los tachos, todo", para el puesto de frente al mercado. El domingo venden empanadas hasta las 3 de la tarde.

Y así, sigue su vida, de lunes a lunes.

PUESTO Los pioneros de una tendencia que empezó en el Parque Industrial

"Qué le vamos a hacer, nos tenemos que rebuscar día a día"

SACRIFICIO. "Venimos todos los días, con viento, frío, lluvia, calor, igual venimos, porque nos buscan", cuenta Marta.

CASERO. "Las tortillas las asamos aquí. Lo que traemos hecho son el pan y el chipaco, que ya vienen horneados, los calentamos y los vendemos", explican.

Quienes en esta tendencia de ofrecer desayunos en la zona de la autopista y el Parque Industrial fueron los pioneros son Marta Rajoy con su hijo Miguel y su nuera Mariela, una familia del barrio IV Centenario que trabaja hace tres años en la esquina de avenida 2 de Septiembre y Los Telares, en el Parque Industrial. 

Marta oficia de vocera y un poco dirige el puesto: "Vendemos café y café con leche. Ofrecemos en vasitos de tres tamaños diferentes. Las tortillas las venden enteras o por mitades, para algunos es grande no quieren comer mucho así que llevan la mitad nomás". 

También los trabajadores que más madrugan se benefician con este puesto: "Ya hace tres años que estamos trabajando aquí. Tenemos muchos clientes. Mucha gente que viene a desayunar, mayormente de las obras, las empresas, son los que más vienen. Cartoneros también. Muchos camioneros, clientes de todos los días", resume Marta. 

La misma motivación de la falta de trabajo, los llevó a pensar en una manera de acercar dinero a la economía familiar.

La de la idea fue Mariela, y Marta contó cómo empezó todo: "Antes vendíamos, pero salíamos en la moto a las fábricas, cargábamos las bolsas, los termos y visitábamos fábrica por fábrica, a las 5 y salíamos. Y un buen día se le ocurre a ella: 'allá hay una buena paradita, linda, vamos a poder trabajar'. Primero veníamos sin asador y todas las demás cosas. Y después ya veníamos con el asador (la mesa, el brasero, los sillones), ya hemos puesto las tortillas en la parrilla y bueno ya nos quedamos aquí".

"Qué le vamos a hacer, nos tenemos que rebuscar, como se dice, día a día. Estamos desde las 4.30, 5 menos cuarto, hasta las 8.30 o 9, más o menos. A esa hora terminamos todo", contó.

Al preguntársele por las condiciones climáticas adversas que pudiera haber, como el frío, la lluvia o el viento, Marta simplemente dijo: "Igual tenemos que venir, con lluvia también (protegen su puesto con una lona que oficia de techo o cobertor), porque vienen también: la gente busca (su desayuno) llueva o no llueva, con calor, porque pleno diciembre también trabajamos. Vendemos todo el año".

La casa

Sobre la familia, comentó Marta: "Nietos tengo, que son de él (su hijo Miguel), tres chicos, todos en edad de escuela primaria", cuyos gastos hay que cubrir en forma permanente, sin falta. 

Con los precios, la experiencia es la misma que la de todos: "Por las nubes, a cada rato los aumentos, pero qué vamos a hacer. Nosotros tratamos de mantener, de no subir tanto porque si no, no vamos a poder trabajar tampoco. Y la situación está tan mala realmente que uno necesita trabajar. Todos trabajamos de forma independiente. Vivimos de esto. Más donde hay chicos, la situación se pone medio complicada", cierra Marta y sigue asando sus tortillas, mientras sus clientes charlan, bromean, posan para las fotos y toman su café calentito en una mañana soleada pero igualmente fría.

AÑO COMPLETO En verano vende ensalada de frutas, en invierno pan casero

Vendiendo pan y tortilla abajo del puente de la autopista

"BRASITA, MA". Esteban Torres y Gabriela, avivan el fuego. Las tortillas salen a punto.

Esteban Torres junto a Gabriela, del barrio Salta Prolongación, suman brasas a su asador épico y el olor a tortilla asada hace su magia.

Esteban relata cómo llevan el pan a su casa: "Somos nosotros, mi señora y yo, todos los días trabajamos, venimos a las 5. Estos días nos tocó el frío, la lluvia", relató.

"Hace dos meses que estamos acá trabajando, haciendo tortillas y pan caserito abajo del puente", comentaron.

Sobre qué los impulsó a esta actividad, fueron coincidentes con los otros puesteros: "Por cómo está la situación, la plata no alcanza. No nos queda otra que salir a vender tortilla y pan. Tenemos chicos en la casa y tenemos que llevarles la comida a ellos. Son tres, de 19, 7 y 2 años".

Antes, Esteban tuvo otra actividad: "Yo hacía ensalada de fruta para el verano" que comercializaba como vendedor ambulante, pero con la llegada del frío "no quedó otra que hacer tortilla para vender aquí. Empecé a la tarde, pero había mucho movimiento, venden otros también. Ahora vengo a las 5 de la mañana y me quedo hasta que termine, tipo 10, 10.30. Y ya otra vez al otro día empieza lo mismo. De lunes a sábado".

En cuanto a cómo empezó con esta actividad, recordó: "Yo solo nomas vi de hacer esto. Empecé a vender allá en el Banco (Santiago del Estero) y después me pasé para este lado. La gente ya me conoce", incluso de cuando salía con las ensaladas".

"Aquí es tranquilo, cuando termino limpio todo, el otro día he hecho limpiar ahí, trato de mantener el lugar" en condiciones, para evitar reclamos de ningún tipo.

"Como está la situación no alcanza la plata, todo está caro, todos los días aumenta. Uno busca la forma de poder llevar un plato de comida a la mesa", señala.

Como los demás puesteros, explicó que tiene todo tipo de clientes: "Todos los que pasan, camioneros, colectivos de larga distancia", así como locales, tales como "gente que trabaja en las obras, vienen y compran tortilla o pan, esas son las únicas dos cosas que vendo", ya que "no pueden parar mucho (tiempo los vehículos)", debido al alto tránsito que pasa por el lugar, por lo que no ofrece desayunos completos como el puesto que está a 40 metros del suyo, pero en un acceso (colectora) donde sí hay espacio para detenerse.

En el final y antes de la despedida, Esteban anticipó: "Y ahora para el verano pienso hacer las mismas cosas: la tortilla y la ensalada (de frutas), si Dios quiere y la Virgen. Que Dios me dé fuerza".

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