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EL LIBERAL . Opinión

Pubertad y pantallas: ¿qué lugar para el cuerpo y los lazos? 

Por Lic. Diana Ivon Quelas. Psicopedagoga y Practicante del Psicoanálisis. Miembro de la Fundación Parlêtre

12/09/2024 06:00 Opinión
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Freud planteó la pubertad como una metamorfosis, a partir de la cual el sujeto organiza su vida sexual y la relación con el otro, en una época donde la función de la ley era efectiva. Los tiempos han cambiado, pero no las urgencias propias de este despertar de la vida. A riesgo de plantear una relación como posible, este artículo pretende poner en tensión ambos aspectos: la Pubertad y sus transformaciones (la constitución del cuerpo, las identificaciones y los lazos) y las condiciones de constitución subjetiva que ofrece esta época, marcada por la virtualidad, accesible a través de múltiples pantallas, en un contexto de desfallecimiento de aquella función ordenadora que regulaba el intercambio con los otros. 

Freud nos habla de dos transformaciones propias de la Pubertad: a nivel corporal, la subordinación de todas las fuentes de excitación sexual bajo el primado de las zonas genitales; a nivel psíquico, el proceso de hallazgo de objeto, como un reencuentro respecto de la primera elección hecha en la infancia. Y agrega Freud: "…La elección de objeto es llevada a cabo al principio tan sólo imaginativamente… Simultáneamente… tiene lugar una de las reacciones psíquicas más importantes y también más dolorosas de la pubertad: la liberación del individuo de la autoridad de los padres, por la cual queda creada la contradicción de la nueva generación con respecto a la antigua, tan importante para el progreso de la civilización…"(Freud 1905,1227)2 

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En términos lacanianos se trata del encuentro del sujeto con el Otro sexo, de la irrupción de un nuevo real en la pubertad, ubicando un acontecimiento donde el saber falta. Lacan plantea esto en términos de una "…búsqueda que hace el sujeto, no del complemento sexual, sino de esa parte de sí mismo para siempre perdida…La sexualidad se instaura en el campo del sujeto por la vía de la falta…" (Lacan 1964,213)3. Plantea que el sujeto está atravesado por una marca, un real, una falta original sobre la que se superpone otra falta posterior en la pubertad. Siguiendo a Lacan podríamos decir que la Pubertad es el momento donde se reedita el modo en que se instaló la falta. 

El sujeto debe salir de esta encrucijada. Lo hace en principio, según Freud, por la vía de la fantasía. En Lacan, se trata de la posibilidad de una respuesta por la vía del fantasma y en relación a un Otro que ofrezca, por un lado, un saber hacer con ese goce que irrumpe y por otro, una red significante, de sentido, que permita velar la falta; desde una posición deseante y una singular modalidad de goce. Desde ese marco el sujeto podrá hacerse un cuerpo, asumir una posición sexuada y hacer lazo con el otro. Una salida que no es sin angustia. 

Gabriela Dargenton abre la pregunta: "… a la hora de estudiar la consistencia imaginaria ligada al cuerpo hoy… ¿cómo construye cada niño su cuerpo cuando hace de partenaire a la pantalla?..."4( Molina, Eugenia y D'Argenton, Gabriela, 2016). 

Para empezar a esbozar una respuesta a esta pregunta, citaremos a Miller, quien sostiene que "…El punto de partida, tratándose del goce, es el cuerpo…sólo un cuerpo puede o no gozar..." y lo diferencia del deseo. ".. lo que toma el lugar del deseo es el deseo del Otro…". Es precisa esa distancia con el objeto, que necesariamente pasa por Otro, para hacerse un cuerpo. La distancia entre el goce y el cuerpo la introduce el significante. Y continúa "…el deseo está ligado a la cadena significante…el deseo es una barrera al goce fundada en el lenguaje …el deseo es una defensa contra el goce…el goce, en sí mismo, es una perturbación del cuerpo"( Miller 2009,150 )5. Remarcando la importancia del pasaje por el Otro. 

Pero, como dijimos inicialmente, las salidas que el púber debe encontrar parten de la oferta de la época. Y respecto a este tiempo comandado por el discurso de la ciencia y la tecnología, Bassols nos dice "… no se trata sólo ni fundamentalmente de un mal o un buen uso de los instrumentos técnicos, sino de entender en primer lugar qué efectos produce ese uso sobre el cuerpo hablante…". Plantea que estamos en la época del declive de la función Nombre del Padre, y de "realización" de esta función, que crea la ilusión de poder materializarse en el espacio virtual a través de objetos técnicos que el mercado pone en circulación para alimentar el goce ignorado y taponar la pregunta por lo que falta y la angustia que llevaría a la búsqueda de un sentido, por la vía del deseo. Continua Bassols diciendo que los nacidos en el mundo tecnológico, buscan en el espacio virtual un modo de sostener nuevas identificaciones. Citamos "…los nuevos mitos de filiación y de las identificaciones se encuentran hoy tanto en los juegos como en las nuevas comunidades de la realidad virtual…" agrupados por el vacío y el no saber qué hacer con ese vacío. Bassols sostiene que "…lo que permite un nuevo anudamiento sigue siendo el síntoma…como aquello que permite al sujeto responder a lo real… a aquello con lo que intenta adaptarse a ese real imposible de elaborar…síntoma como intento de solución, de anudamiento entre los tres registros…".6 Para lo cual deben darse dos condiciones: que pueda alojarse en la transferencia, lo que implica un lugar en relación con un Sujeto supuesto Saber; y que haga Signo de un goce ignorado para el sujeto, aunque sea al precio de la angustia. 

Y una pantalla no goza, no tiene cuerpo, no posibilita por su sola condición los elementos indispensables que llevarían al púber a constituirse como sujeto sexuado y hacer lazo. Todo parece llevar a un callejón sin salida para las nuevas generaciones de púberes. Nos vemos tentados a caer en la resignación, o a resistir con prohibiciones la aparición de esto que se presenta como lo Nuevo. Y es esta perspectiva la que produce un punto de inflexión, pues la humanidad, siempre encontró una manera de sostenerse, de seguir causada por un deseo de existencia. 

Advertida por esta lógica, se vislumbra en el universo de lo tecnológico, algo más que una imagen virtual. Alguien pone ahí un cuerpo; alguien ofrece, a través de las pantallas y por su intermediación, una y miles de versiones sobre cómo ser y estar en el mundo, cómo vivir los avatares cotidianos; abordar los desafíos; reírse de uno mismo y hasta mostrar el placer, el miedo, el asco o la vergüenza diciendo algo. Son youtubers, `influencers' que presentan con desparpajo, agrado o pasión pueda de las cosas. Tienen muchos seguidores, llenan estadios; los púberes hablan de ellos y compran sus libros. Tal vez podríamos pensar que hay alguien ahí poniendo el cuerpo y ofreciéndose como Otro para atravesar desde lo simbólico, con palabras que vengan en el lugar de una ausencia o de una pregunta. Si no es esto, entonces ¿qué es? ¿Qué los invalida? Tal vez pensamos que estos 'creadores de contenidos' no tienen la consistencia de los Ídolos de antaño, que están vaciados de saber. Tal vez sus libros están poblados de imágenes más que de palabras, sin embargo, remiten a una trama, cuentan una historia. 

Y desde el otro lado, la pubertad siempre fue esa contradicción de la que nos habla Freud: ir a buscar ahí donde los padres de la infancia no los encuentren, para no coincidir con ellos, pero sí con su amor. (Artículo publicado originalmente en Revista Parlêtre n°16 de la Fundación Parlêtre. Santiago del Estero)

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