Por Carlos Eduardo Ordoñez Ducca.
¡Feliz Día del Abogado!: la Justicia es la última esperanza del hombre contemporáneo ¡Feliz Día del Abogado!: la Justicia es la última esperanza del hombre contemporáneo
Rememorar en nuestro día, especialmente "Alberdiano"; algunas viejas reflexiones, enseñanzas y pensamientos de quienes estamos obligados a rendirles nuestro más sincero y honorable tributo en su memoria, es nuestro deber. Como abogado, honrado de ser Juez actual en actividad, no puedo dejar de saludar a todos los colegas abogados en pleno ejercicio, cuyas actividades tan positivas y fructíferas, hacen que la Justicia trate de conservar su inmaculada honorabilidad. Mi tributo de admiración y respeto a los viejos colegas, de los cuales muchos de ellos ya no están entre nosotros y para aquellos, que si bien ya no están embriagados del combate diario, de la lucha en los pasillos, nos siguen predicando con su ejemplo: "que el ejercicio de la abogacía no se cimenta en la lucidez del ingenio, sino en la rectitud de la conciencia".
En este día, tampoco olvido a todos los jueces, quienes en algún momento fueron abogados y que muchos de ellos ejercieron su profesión en algún momento. Abogados, jueces, fiscales y otros funcionarios y todo otro auxiliar de la Justicia en donde unos y otros, percibiendo constantemente la atmósfera jurídica que nos envuelve, enfrentándose diariamente en la lucha por la Justicia, para coincidir en la realización de ésta, en la grandeza de la función común, vaya para todos ellos también, mi humilde reconocimiento, mi más sincero homenaje y tributo en su día.
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En estos nuevos tiempos de adaptaciones y con la tensión y estrés que en continuo montaje se van sucediendo en nuestro sagrado magisterio profesional, donde se van tironeando nuestras tradicionales incumbencias, con tonalidades de las más diversas instituciones, las cuales constantemente increpan y riñen con nuestros hábitos tradicionales, creo que es prudente y se hace necesario; evitar deterioros y salpicaduras que alcanzan por igual a todos los operadores en función judicial en detrimento de nuestro deber de Administrar la Justicia. Ya no hay tiempo de quietismos y nunca es lícito generalizar indiscriminadamente para unos y para otros, pues las escasas y torpes acciones corrosivas, y descalificables por cierto, no llegan a ennegrecer la trayectoria, el compromiso, la entrega y la pasión de la función tan excelsa de ennoblecer la función y el arte del derecho.
No puede dejarse de clarificar que entre la conciencia del hombre y de todos sus operadores auxiliares, quedan controlados por los mismos justiciables mediante la Ley. El abogado jamás procurará perturbar el órgano sereno de la conciencia judicial ni dará lugar a ninguna deletérea pasión. La fuerza dinámica de la abogacía, y con singular acierto, en la conservación de su equilibrio de pedir justicia por su cliente, solo deberá buscar la imparcialidad garantizada. Sintiéndose abogado ante todo, en su total plenitud, desde cualquier puesto, desde cualquier trinchera de lucha en que se encuentra, siempre obligados a reconocer las destrezas intelectuales y apurar los tiempos del proceso judicial, del litigio, en donde se debe potenciar el soporte moral de la sociedad y la continuidad de los principios cardinales de nuestro ejercicio de vigencia permanente, ya que lo contrario, sería el desemboque, la crisis de una comunidad y sociedad organizada.
Los abogados jueces, abogados fiscales, abogados defensores y todos los abogados auxiliares y funcionarios judiciales y otros más funcionarios abogados están obligados a construir una nueva y distinta cultura de la Justicia, en donde para aquellos que pretendan, que quieran eclipsar al Derecho, para aquellos que creen en el auge de una malsana arbitrariedad, ello de por sí, es motivo más que suficiente para comprometernos todos, en preconizar a puertas abiertas en La Lucha por el Derecho y la Justicia que nos anunciara más allá de Von Ihering.
El ejercicio de la abogacía, es en nuestro particular momento, la columna de oro de la civilización, es un pilar inconmovible de la esperanza de todos los humanos, es la trinchera ardiente de las luchas más decisivas de la humanidad. Jueces y fiscales, abogados y auxiliares, todos ellos percibiendo la grandeza de hacer Justicia, ya que La Justicia, es la última esperanza del hombre contemporáneo.
Muy feliz día a todos aquellos que hoy puedan considerarse verdaderos abogados, desde donde les toque, desde cualquier cargo, y a todos aquellos que aman su profesión, ya que su mejor recompensa será que silenciosamente sientan que hacen el bien; ya que nuestra función es servir a los demás.