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El cambio climático pone en jaque a la salud

12/09/2023 01:38 Santiago
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El cambio climático pone en jaque a la salud El cambio climático pone en jaque a la salud

Un informe de la revista científica The Lance Countdown revela datos estremecedores sobre propagación de enfermedades y muertes. Las consecuencias de un fenómeno global, generado por el ser humano, que amenaza con arrollar si no se toman medidas urgentes. El rol de los estados será clave.

Salir a la calle en remera manga corta y que las gotas de sudor desciendan desde la frente hasta la punta de los pies. Un ambiente húmedo y sofocante, con los gases contaminantes que emanan de los vehículos que circulan fluidamente en horas pico, completan el panorama de la ciudad Capital de Santiago del Estero. 

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Esta postal, que se repite frecuentemente, parece extraída de una típica jornada calurosa del agobiante verano santiagueño. Pero se vivió en la segunda semana del invierno de este 2023. Sí, leyó bien. ¡Invierno!

¿Cómo se explica este fenómeno? ¿Serán frecuentes estas altas temperaturas en pleno invierno? ¿Hacia dónde vamos? ¿Habrá consecuencias graves? Son muchas más las preguntas que pueden surgir. Pero todas las respuestas apuntan al cambio climático. Un cambio que es consecuencia del calentamiento global, generado por la acción humana.

Según Las Naciones Unidas, el cambio climático hace referencia a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales, pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas, lo que produce gases concentran la energía térmica en la atmósfera.

A estas acciones principales, se les puede agregar otras como el cambio de suelo para la agricultura, la deforestación y la ganadería. De todas ellas emanan los denominados Gases de Efecto Invernadero (GEI).

A medida que las emisiones de GEI aumentan, retienen en mayor medida la energía calórica proveniente del sol, lo que conduce al calentamiento global y al cambio climático. El mundo se calienta ahora más rápido que en cualquier otro momento de la historia del que haya registros. Con el tiempo, las temperaturas más cálidas están cambiando los patrones climáticos y alterando el equilibrio normal de la naturaleza. 

Esta situación explica el "veranito" en pleno invierno santiagueño (lo mismo acontece en otras partes del mundo), pero también plantea muchos riesgos para los seres humanos y todas las demás formas de vida de la Tierra.

La revista científica The Last Countdown publicó un amplio y estremecedor informe sobre las consecuencias para la salud del cambio climático en Sudamérica, una de las regiones más afectadas del planeta debido a su geografía.

Aumento exponencial en casos de muertes por ola de calor, propagación de enfermedades por vectores como el dengue, mayor riesgo de incendios forestales y hasta una malnutrición por anomalías en los cultivos son las principales causas que atentan contra la salud del continente. Y la ponen en jaque. Porque ya no hay margen de error, hay que actuar de manera urgente y tomar medidas para mitigar estos efectos. Y el rol de los Estados será clave, porque son los encargados de diagramar las estrategias acordes a este fenómeno. Y destinar los recursos necesarios (léase presupuestos) para poder llevarlos a cabo. 

Debemos actuar

Lancet Countdown South America (LCSA) existe como un centro regional de Lancet Countdown. Es una colaboración independiente y multidisciplinaria que rastrea los vínculos entre la salud pública y el cambio climático en Sudamérica. Reúne a 21 instituciones académicas y agencias de la ONU de la región.

Este informe (denominado "Confíe en la ciencia. Ahora que lo sabemos, debemos actuar") es el primero de este tipo en el que la colaboración rastrea 25 indicadores de salud y cambio climático elegidos según su relevancia regional y disponibilidad de datos para 12 países de América del Sur.

La LCSA se ha asociado con 11 universidades de América del Sur y Central, cuatro internacionales y, al mismo tiempo, colabora estrechamente con instituciones de la ONU y otras organizaciones regionales que comparten el objetivo de sacar a la luz evidencia y desencadenar acciones de salud y cambio climático. 

Los hallazgos y conclusiones de este informe inaugural son el resultado acumulativo del trabajo colaborativo de la LCSA durante el año pasado y representan el consenso de expertos en ambiente, energía, alimentación, transporte, economía, científicos sociales y políticos, profesionales de la salud pública y médicos en toda la región.

La salud de las poblaciones sudamericanas se ve gravemente afectada por los crecientes cambios ambientales provocados por el cambio climático. Exacerbados por el aumento de las desigualdades sociales y la vulnerabilidad, la deforestación, la degradación de la tierra y las variabilidades climáticas globales en la temperatura del mar, pueden conducir potencialmente a fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, lo que magnifica los efectos negativos del cambio climático en la salud. Comprender las rutas de exposición directa e indirecta a los peligros climáticos y los efectos sobre la salud y el bienestar es fundamental para diseñar planes y políticas de adaptación y mitigación exitosos y efectivos basados en evidencia.

Acuerdo de París

El cambio climático pone en jaque a la salud, los medios de vida, los servicios de los ecosistemas y los derechos humanos a nivel mundial. Para hacer frente a estos desafíos, el Acuerdo de París estableció un compromiso ambicioso para reducir las emisiones de GEI y limitar el calentamiento a 1,5 °C. 

Para cumplir con este objetivo, se deben tomar medidas urgentes y efectivas: reducir las emisiones de GEI en un 45 % para 2030, eliminar gradualmente la quema de combustibles fósiles para mediados de siglo y detener la deforestación.

América del Sur es una región distintiva rica en cultura, etnicidad y diversidad biológica, que abarca el 6% de la población mundial. Los países sudamericanos son responsables del 6% de todas las emisiones de GEI a nivel mundial, principalmente derivadas de su alta dependencia de los combustibles fósiles para la energía (39% del total en la región), lo que a su vez es responsable de una alta carga de enfermedades derivadas de la generación de energía asociada. Igualmente importantes son las emisiones derivadas del cambio de uso del suelo y la agricultura (24% y 28%, respectivamente). A pesar de esta emisión de GEI regional relativamente baja, la población altamente vulnerable ya está viendo su salud fuertemente afectada por el cambio climático. Estos impactos se ven agravados por los sistemas de salud locales, a menudo sobrecargados y fragmentados. 

Sudamérica es una región que ya está agobiada por una gran desigualdad, pobreza, crecimiento demográfico, aumento de la densidad de población urbana, altas tasas de cambio de uso de la tierra, pérdida de biodiversidad, degradación de la tierra y una dependencia cada vez mayor de las economías nacionales y locales de los recursos naturales para producir los productos básicos requeridos a nivel mundial, incluidos los combustibles fósiles. 

A pesar de su riqueza en recursos de energía renovable, la dependencia de los mercados energéticos internacionales hace que Sudamérica sea particularmente vulnerable a los volátiles mercados de combustibles fósiles y la pobreza energética que surge de las fluctuaciones internacionales en los precios de la energía.

Además, los países de América del Sur están particularmente expuestos y son vulnerables a los peligros relacionados con el clima. El aumento de la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones, sequías y olas de calor, están afectando a sus comunidades de manera desproporcionada. 

El clima cambiante también se está volviendo cada vez más propicio para enfermedades como el dengue, que son de especial preocupación para la salud pública en la región. 

Datos relevantes

Los datos más relevantes del informe están vinculados factores como las olas de calor, los incendios forestales, propagación de enfermedades como el dengue y malnutrición, entre otros. 

Olas de calor: En los últimos diez años, las olas de calor más frecuentes e intensas han puesto en riesgo cada vez más la salud y la supervivencia de niños menores de un año y adultos mayores de 65 años. El número estimado de muertes relacionadas con el calor ha aumentado, en promedio, un 160 % en el período 2017-2021 en comparación con el período 2000-2004 entre las personas mayores de 65 años en casi todos los países. Brasil, Argentina, Colombia y Venezuela fueron los países más afectados de la región. 

Incendios forestales: La exposición de la población al peligro de los incendios forestales ha aumentado un 35% en la última década debido a las altas temperaturas y al aumento de la incidencia de la sequía en muchas áreas, lo que aumenta la probabilidad de que ocurran y se propaguen los incendios forestales y obstaculiza los esfuerzos de control. Esto es particularmente relevante en Sudamérica, que enfrenta una peligrosa interacción entre los incendios forestales intencionales provocados por la acción humana, más estrechamente relacionados con los cambios en el uso del suelo y la deforestación, así como los provocados por el clima.

Los incendios forestales representan un riesgo sistémico y de múltiples niveles para la salud y el bienestar humanos a través de varias vías: pueden causar daños físicos directos o la muerte; la inhalación del humo plantea varias amenazas agudas y crónicas para la salud, incluido el aumento de la morbilidad y la mortalidad; la pérdida de bienes y seres queridos tiene un impacto en la salud mental. 

Malnutrición: Las condiciones ambientales cambiantes, incluidas sequías más intensas y prolongadas, fenómenos meteorológicos extremos, temperaturas más altas y aumento del dióxido de carbono atmosférico, afectan el crecimiento, el rendimiento y el contenido nutricional de varios cultivos, incluidos cuatro cultivos básicos (trigo, arroz, maíz y soja). 

En 2021, la duración de la temporada de crecimiento de estos cuatro cultivos siguió una tendencia a la baja, exponiendo amenazas potenciales para el rendimiento de los cultivos. Estos impactos amenazan los medios de vida de las personas que dependen del sector agrícola y, en última instancia, representan una grave amenaza para la seguridad alimentaria en la región.

Propagación del dengue: Las condiciones ambientales cambiantes también están afectando la distribución geográfica de las enfermedades infecciosas. La región es endémica para el dengue, que es responsable de una alta carga de morbilidad y ciclos epidémicos frecuentes en toda la región. La idoneidad del clima para la transmisión del dengue alcanzó su nivel más alto en los últimos años, con un aumento del 35,3% en 2012-2021 en comparación con la línea de base de 1951-1960. La aptitud estimada para la transmisión del dengue entre 1951 y 2021 aumentó con el tiempo en todos los países donde se encuentra el mosquito (excepto Argentina). Además de las presiones relacionadas con el clima, la urbanización y la movilidad en países como Brasil y Perú han aumentado la propagación del dengue a latitudes más altas y áreas menos pobladas. 

Dietas desequilibradas, cría de ganado y prácticas agrícolas: En Sudamérica, el 23 % de todas las muertes atribuibles a dietas desequilibradas se han relacionado con un alto consumo de carnes rojas y procesadas y productos lácteos, cuya producción es altamente intensiva en carbono (principalmente debido a las emisiones asociadas con la producción de alimentos para ganado y la fermentación entérica de rumiantes). Por lo tanto, minimizar la ingesta de carne roja según las pautas dietéticas no solo ayudaría a evitar estas muertes, sino que al mismo tiempo conduciría a la reducción de las emisiones de GEI relacionadas con la cría de ganado y las prácticas agrícolas asociadas.

Contaminación del aire: La quema de combustibles fósiles no solo contribuye a aumentar las concentraciones de GEI en la atmósfera, sino que también conduce a niveles tóxicos de contaminación en el aire que respiran las personas. En América del Sur, la exposición a la contaminación del aire por partículas pequeñas en el aire exterior provocó 37.000 muertes solo en 2020. Los países sudamericanos con mayor tasa de mortalidad atribuible a la exposición a partículas son Chile y Perú, con 230 y 176 muertes por millón.

Combustibles: Cambiar a combustibles limpios también puede reducir significativamente la exposición a la contaminación del aire doméstico (HAP) y disminuir las desigualdades de salud entre las zonas urbanas y rurales. A pesar del acceso casi universal a la electricidad en los hogares sudamericanos, solo la mitad se genera a partir de fuentes limpias como la solar, eólica o hidroeléctrica. Además, existen grandes diferencias urbano-rurales, con un 23% de la población rural que aún depende exclusivamente de combustibles de biomasa para cocinar, lo que los expone a altos niveles de contaminantes del aire dentro de sus hogares. El promedio anual de exposición de un hogar rural es 34 veces mayor que el umbral anual recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Una bomba de tiempo

El "debemos actuar" que incluye el título de este informe resume lo que piensan todos los especialistas en cambio climático. El tiempo agobia y se torna en una bomba de tiempo. Así lo entendió también el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el órgano de las Naciones Unidas encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático.

En marzo de este año, el IPCC presentó su Informe de Síntesis, un reporte que reúne lo más destacado de los seis informes realizados desde 1990 y que se consolida como la más extensa literatura y la mayor evidencia científica sobre cambio climático de la historia.

"La incorporación de una acción climática efectiva no solo reducirá las pérdidas y los daños para la naturaleza y las personas, también proporcionará beneficios más amplios", aseguró, durante la presentación, el presidente del IPCC, Hoesung Lee, según el comunicado de prensa emitido por dicho organismo, que depende de las Naciones Unidas. 

"Este informe de síntesis subraya la urgencia de emprender acciones más ambiciosas y muestra que, si actuamos ahora, todavía podemos asegurar un futuro sostenible y habitable para todos", afirmó.

"Es más probable que los cambios transformadores prosperen cuando existe confianza, cuando todos colaboran para priorizar la reducción de los riesgos, y cuando los beneficios y las cargas se comparten de forma equitativa", sostuvo Lee. "Vivimos en un mundo diverso en el que cada persona tiene diferentes responsabilidades y distintas oportunidades para generar cambios. Algunas personas pueden realizar una gran contribución, mientras que otras necesitarán apoyo para gestionar el cambio", concluyó.

"La justicia climática es crucial porque quienes menos han contribuido al cambio climático se ven afectados de forma desproporcionada", explicó Aditi Mukherji, una de los 93 autores del Informe de síntesis, en el mismo comunicado de prensa del IPCC. 

Sin mencionarlo, esta científica del IPCC hizo alusión a Sudamérica, región que, según el informe de LCSA, es de las que menos contribuye al cambio climático pero más sufre sus consecuencias, debido a la vulnerabilidad de la región.

"Casi la mitad de la población mundial vive en regiones que son muy vulnerables al cambio climático. En la última década, el número de víctimas mortales como consecuencia de inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces más alto en las regiones muy vulnerables", añadió Mukherji.

La única solución

Para el IPCC, la solución radica en el desarrollo resiliente al clima. Ello implica integrar las medidas de adaptación al cambio climático con acciones orientadas a reducir o evitar las emisiones de gases de efecto invernadero, de manera tal que aporten mayores beneficios. Por ejemplo, el acceso a las energías y las tecnologías limpias mejora la salud, especialmente en el caso de las mujeres y los niños; la electrificación con bajas emisiones de carbono, los desplazamientos a pie y en bicicleta y el transporte público mejoran la calidad del aire, la salud y las oportunidades de empleo, a la vez que fomentan la equidad. Los beneficios económicos para la salud humana derivados solo de la mejora de la calidad del aire serían aproximadamente iguales, o quizás incluso superiores, a los costos que implican reducir o evitar las emisiones. 

El desarrollo resiliente al clima se torna cada vez más difícil con cada aumento de de la temperatura global promedio. Por este motivo, las decisiones que se tomen en los próximos años serán fundamentales para determinar nuestro futuro y el de las generaciones venideras. 

"Los mayores avances en materia de bienestar podrían lograrse al priorizar la reducción de los riesgos climáticos en las comunidades marginadas y de bajos ingresos, incluidas las personas que viven en asentamientos informales", expresó Christopher Trisos, otro de los autores del informe, según consta en el comunicado de prensa del IPCC. "La acción climática acelerada solo se concretará si se aumenta considerablemente la financiación. La financiación insuficiente y asignada incorrectamente frena el avance", sentenció. 

Para lograr los objetivos climáticos a escala global, es importante aumentar la financiación destinada a las inversiones en la esfera del clima. Los gobiernos, mediante la financiación pública y unas señales claras a los inversionistas, son fundamentales a la hora de reducir estos obstáculos. Los inversionistas, los bancos centrales y los reguladores financieros también pueden aportar su contribución en este sentido.

Si se comparten las tecnologías, los conocimientos especializados y las medidas de política adecuadas, y se aporta de inmediato la financiación suficiente, cada comunidad puede reducir o evitar el consumo con altas emisiones de carbono. Al mismo tiempo, mediante una inversión considerable en las medidas de adaptación, es posible evitar los crecientes riesgos, especialmente en el caso de los grupos y las regiones vulnerables como Sudamérica. 

Pero, retomando el informe de LCSA, como reflejo de la planificación insuficiente para la adaptación de la salud, los países de América del Sur no están brindando respuestas de adaptación proporcionales a los riesgos crecientes que enfrentan sus poblaciones. Acciones de adaptación, como la ampliación de los espacios verdes urbanos, el fortalecimiento de los sistemas de salud, y la construcción de infraestructura esencial más resiliente, tienen el potencial de reducir los impactos en la salud relacionados con el clima y promover la salud y el bienestar. 

Sin embargo, de los 73 centros urbanos examinados en 2021, el 84 % presentaba niveles de áreas verdes muy bajos o excepcionalmente bajos y solo doce (16 %) presentaban niveles moderados. 

Estos hallazgos reflejan el progreso limitado en la implementación de una medida de adaptación efectiva que no solo puede reducir la exposición a extremos de calor que amenazan la salud en las áreas urbanas, sino que también brinda importantes beneficios directos a través de un aire más limpio, una mejor salud mental y bienestar.

Finalmente, los sistemas de vigilancia, alerta temprana y respuesta temprana deben implementarse en colaboración con las agencias meteorológicas y adaptarse a los riesgos para la salud locales, para informar la prevención y la respuesta adecuada a los peligros para la salud relacionados con el cambio climático. De hecho, el llamado a la cobertura universal de los sistemas de alerta temprana contra el clima extremo y el cambio climático se consagró en el acuerdo alcanzado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022. Sin embargo, solo dos países de Sudamérica (Argentina y Brasil) informan incorporar información climática para sistemas de alerta temprana de calor en sus sistemas de salud.

Además, nuestra región debe continuar y acelerar los esfuerzos para mitigar sus emisiones de GEI, reducir el cambio de uso de suelo vinculado a la deforestación, descarbonizar su sistema energético y de transporte, y aumentar su uso y producción de energías renovables. Hacerlo no solo ayudará a la región a cumplir con sus compromisos en virtud del Acuerdo de París, sino que también generará importantes beneficios para la salud gracias a la mejora de la calidad del aire, la reducción de la pobreza energética, la reducción de las desigualdades en el acceso al transporte y estilos de vida más activos.

Fuentes consultadas:

El informe de América del Sur 2022 de The Lancet Countdown sobre salud y cambio climático: confíe en la ciencia. Ahora que lo sabemos, debemos actuar

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2667193X23000443#sec7.6

Informe de Síntesis AR6 Cambio Climático 2023 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)

https://www.ipcc.ch/report/ar6/syr/

Comunicado de prensa del IPCC sobre la presentación del Informe de Síntesis

https://www.un.org/es/climatechange/reports

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