El perdón, identidad de la iglesia de Jesús El perdón, identidad de la iglesia de Jesús
Los relatos de los evangelios nos muestran como Jesús obra con misericordia con los pecadores y enseña a sus discípulos a través de parábolas y sentencias a comportarse del mismo modo. Y esto por una razón muy sencilla: Dios es amor y quiere que el "pecador" se convierta y viva. Para eso Jesús ha venido al mundo, para salvarlo y no para condenarlo.
Este pasaje pone de manifiesto el pensamiento y la práctica de la Iglesia naciente en un contexto litúrgico vinculado al tiempo nuevo inaugurado por el misterio pascual de Cristo. No se trata de la explicitación de la "disciplina eclesiástica", como si la Iglesia fuera en primer término una "institución" regida por normas y reglas administradas por algún órgano oficial. No pretende mostrar cuál es la normativa de la comunidad frente a un pecador, sino que pone de manifiesto el sentido de la práctica del perdón y de la corrección fraterna en la comunidad. Se trata de "proteger" al pecador contra los abusos de los legalistas.
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Aunque el relato no lo diga directamente podemos deducir que Mateo introduce esta normativa, para tomar distancia y diferenciar a su comunidad de cierta costumbre de la sinagoga y posiblemente de un sector de su propia comunidad que pretendería expulsar a algunos hermanos considerados pecadores públicos Según esto podríamos afirmar que en el fondo se debaten dos modelos de Iglesia: una, demasiado atada a lo legal, a lo disciplinar y por lo tanto expulsora de sus miembros y otra, que sin dejar de lado las normativas que permiten una eficaz organización comunitaria busca la conversión del pecador y utiliza una pedagogía que se sustenta en la misericordia, la corrección fraterna y el perdón.
Corregir a un hermano pecador para que viva su discipulado en comunidad no es algo que se reduce a un simple acto de administración humana, se realiza en la oración, que hace efectiva la promesa de Jesús de estar en medio de la comunidad "cuando dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Jesús resucitado es la garantía de la corrección fraterna, del perdón y de la fraternidad entre los discípulos.
Conclusión
Hoy en día, frente a ciertos hechos de violencia y conductas antisociales de personas y grupos, han surgido iniciativas ligadas al deseo de venganza o acciones represivas. Aún en sectores cristianos escuchamos proponer "hay que endurecer las penas", "sólo el rigor puede corregir a esas personas", etc. Las leyes son necesarias para mantener el orden en la comunidad y no está mal aplicarlas. Pero, por sí mismas, no corrigen a nadie, no ayudan a cambiar la vida de una persona y de la sociedad.
Se trata, como lo enseña Jesús, de crear espacios de fraternidad, de igualdad e inclusión, que permita recibir el perdón no sólo de Dios, sino también de los demás miembros de la comunidad. Sólo el amor puede cambiar la vida de las personas, sólo el amor puede devolvernos la dignidad perdida.
La Iglesia, debe ser un instrumento de la misericordia de Dios que proponga el perdón y la corrección fraterna de las personas, trascendiendo de esta manera el círculo endémico de la venganza y el autoritarismo legalista.