En el mes julio, Santiago es sinónimo de encuentro

Esta idea parece estar difundida no sólo entre los santiagueños, sino también entre los turistas que, año a año, eligen venir a disfrutar de la experiencia de nuestro aniversario, la experiencia de "vivir Santiago", porque de eso se trata este mes en que los santiagueños celebramos.

Reconocer la fuerza de nuestras tradiciones que sostienen la identidad colectiva, construida sobre la base de un habla común, de una "tonada", en la persistencia del quichua en el lenguaje cotidiano, en el ritmo que surge en cada chacarera.

Cada vez que la ciudad celebra surge, espontáneo, el folclore, las palmas, el humor cotidiano que circula libre en los grupos de amigos, en la calle, en la compra, en la oficina, en el mercado; el ritmo de la chacarera, ese impulso que viene de adentro y lleva a bailar espontáneamente y que suena y resuena en la ciudad cada año en la Marcha de los Bombos.

La celebración del orgullo de aquello que conseguimos, lo que logramos colectivamente como comunidad: la potencia creadora de nuestros artistas que llenan las calles y son parte esencial del festejo, en casas, patios y bares una ciudad que, como dice Octavio Paz, "nos sueña a todos y que todos hacemos y deshacemos y rehacemos mientras soñamos .La ciudad que despierta cada cien años y se mira en el espejo de una palabra (...) la ciudad inmensa, realidad diaria, hecha de dos palabras: los otros".

Esta ciudad, fundadora de ciudades, orgullosa de su pasado y del presente que logramos construir entre todos, que se ofrece en nuevas plazas y paisajes, en edificios modernos que rescatan en su modernidad el pasado que preservan y resignifican.

Somos gente de trabajo y de confianza, que día a día sale a construir ese proyecto colectivo que habitamos.

La ciudad celebra también por aquello conseguido: el reconocimiento nacional, la chacarera que suena en los festivales, las conquistas deportivas, la primera santa argentina Mama Antula, las devociones populares, los barrios que crecen a lo largo del río y el paisaje descubierto, los colectivos eléctricos, y todo lo que hicimos y sentimos a lo largo de nuestra rica historia.

Lo que hacemos con el corazón, lo que se construyó para transformar la ciudad y esa mixtura entre lo tradicional y lo innovador es lo que fascina a los visitantes. Por ello, miles de turistas se unen al mes de celebraciones. Son 471 años de esa ciudad que, parafraseando al poeta mexicano, "nos engendra y nos devora, nos inventa y nos olvida".

Al igual que siempre, este aniversario nos encuentra trabajando con la fuerza y los valores de nuestras tradiciones, y con la esperanza de que podemos alcanzar un futuro mejor para todos. Feliz aniversario querida Madre de Ciudades.