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EL LIBERAL . Viceversa

"El premio que anhelo en permanente expectativa es un lector satisfecho"

Por Fabiana Calderari.

14/07/2024 06:00 Viceversa
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"El premio que anhelo en permanente expectativa es un lector satisfecho" "El premio que anhelo en permanente expectativa es un lector satisfecho"

María Fabiana Calderari es abogada y autora de los libros de cuentos "Los jardines contiguos", "Un otoño de siete letras" y "Puertasletras del callejón".

Una de sus peculiaridades es que jamás los ha presentado. Simplemente, los lleva a las librerías para su venta y espera, o los comparte con los lectores de EL LIBERAL. ¿Por qué?

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"No he presentado ningún libro de mi autoría ni tampoco he molestado a mis amigos escritores para que redacten esas palabras bonitas que suelen engalanar las primeras páginas.   

Intento no molestar en este camino. Avanzo y retrocedo, avanzo y retrocedo de manera silenciosa. Soy una persona huraña y huyo, con rapidez, de cualquier evento social. En contraste, siempre aguardo al lector, con los brazos convertidos en letras", afirma convencida.

"El diario EL LIBERAL significa una ventana, que a lo largo de estos años (casi treinta que vivo en Santiago del Estero, con Jujuy en el alma), me ha permitido ese contacto directo con el lector.

Una anécdota: entrando a Tribunales, un día, me para una señora y me dice: - Escuché su cuento, doctora. ¡Qué mala su hermana que le hace todas esas cosas! -(en alusión al cuento "La niña del callejón"). Sonreí y quedé sorprendida.

Me condujo a la reflexión sobre esos datos de vida propia que los escritores desparramamos por nuestras creaciones. ¡Sí que tenía datos biográficos ese cuento! Una prima que tomó lavandina, un papá protector; pero sobre mi hermana, ¡no!, mi única hermana, Mónica, es una dulzura. Irradia paz y belleza por donde pasa. Soy feliz por ser parte de su vida.

El mundo en donde vuelan mis cuentos no me corresponde. Es, precisamente, al lector, a quien le pertenece esa facultad inventiva de creernos parte de las historias que contamos.

Sus hijos y sus libros  

La autora comenta que "las portadas de mis libros estrenan las imágenes de mis tres hijos. "Los jardines contiguos" recoge cuentos y relatos diversos, por eso el concepto del jardín; "Un otoño de siete letras" es una recopilación de historias que juegan con la memoria, ese otoño que nos llega aunque no nos plazca; "Puertasletras del callejón" consiste en la combinación de palabras y sonidos. Frecuencias que, lúdicamente, se posan en los renglones para contarnos como suenan los cuentos de ese libro: la voz de una niña que nadie escucha, el tintineo de los cubiertos en la mesa, las poleas de un ascensor rebelde, una cuerda que desata las sinfonías de la memoria, las tijeras que crujen y los colores que gritan sus significados. Resonancias que convergen y que abren las puertasletras de ese callejón que espera al lector. Cuenta con códigos QR para entretener al lector con audiocuentos y una canción que, especialmente, compuso mi esposo, Juanjo Pellicer, mi gran amor, para el cuento "La niña del callejón" y que, dulcemente, canta junto a nuestra hija Helena. Es un convite para que nazca la magia de las melodías.

En ciernes, el libro de cuentos "El cuarto alterno", que llegará envuelto en un manto especial, sobre todo para mí. Está dedicado a aquellos humanos que habitan mundos alternos sin desarreglar ese otro mundo, que también nos pertenece a todos. A aquellos que, con insensatez, nobleza y resistencia ígnea, toleran la náusea que les provoca la travesía.

Contiene historias muy sensibles".

Para qué escribir?

"Siento a la escritura como un órgano punzante. Como una tinta que penetra y graba. Que duele hasta que se comienza a escribir.

Escribo desde niña. Rescato del tiempo una anécdota: Mi mamá, en sus tiempos de docente, me contaba las historias que les sucedían a sus pequeños alumnos. Un día, una de esas historias se convirtió en mi primer cuento, y gané un concurso escolar. Fue durante mis primeros años de estudio. Ese segundo premio me dejó muchas enseñanzas. El primer premio lo había ganado un compañero cuyo papá se dedicaba a escribir.

Luego de la muerte de mi padre Hugo Dante Calderari -"Ojo de Águila" como le decimos al sentir su vuelo perenne entre nosotros -, comencé a publicar los cuentos que lograron sobrevivir a mi costumbre de destrucción masiva".

Lecturas y ejercicio de la literatura

"Cuando recuerdo mis primeros pasos por este mundo de la escritura, me sumerjo en un hábitat de sonidos que resuenan en presente. Es la voz de mi padre, Hugo Dante Calderari, en la poesía de Federico García Lorca, de Pablo Neruda, de José Hernández, de Jorge Luis Borges.

Ese tono grave y ronquito que vuelve y se acerca al oído de la casa natal, para permitirme sentir, tan nítidos, sus propios versos dedicados a mi madre: "...cuando tu piel se marchite, te querré más todavía, porque yo bebí tus ansias, porque yo viví tu vida", o destinados a un lugar del mundo: "En estas tierras de nadie y en este cielo de Dios, qué bien parece el lapacho y en el lapacho la flor...".

A través de los años, la lectura y la escritura se han convertido en los subterfugios más encantadores. Mi mejor plan. La compañía entretenida, la soledad disfrutada.

Tantos libros pendientes, tantos autores. La lectura es una adicción que me avergüenza: cuando llego tarde a paladear la obra de algún escritor. Mi preferencia inocultable por Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Abelardo Castillo, Andrés Neuman, Katherine Mansfield, Liliana Heker. ¿Por qué preferidos? Por esa minuciosa y sensible manera de hacerme pasear por una realidad, de a ratos, inventada.  

Hace poco descubrí el encanto de las escritoras argentinas Mariana Travacio y Virginia Feinmann. Cito de la primera el cuento "Arena negra", de la segunda "La noche de los perros", porque poseen un hipnotismo pegajoso. Me apasionan esos tipos de cuentos en los que al lector le cuesta desprenderse y, con dificultad, emerge diferente.

El arte gourmet se parece a la forma de escribir

Calderari explica el proceso de su escritura y lo compara con la tarea de la cocina. "Planear, con detenimiento, una comida, un postre. Imaginar los aromas con anticipación, seleccionar los ingredientes, tocarlos, olerlos. Y poner en marcha los mecanismos de la creación. Mezclar, amasar, ensuciarse las manos, probar, agregar, medir, descartar. Encender el horno. Controlar el tiempo, el palillo que sale limpio al hundirse en la masa, los adjetivos que sazonan o entorpecen. Recordar la receta del cuento según Flannery O'Connor: "Un cuento es un acontecimiento que compromete de modo dramático, el misterio de la personalidad humana... La primera y más obvia característica de la ficción es que transmite de la realidad lo que puede ser visto, oído, olido, gustado, tocado". Regresar a los intentos y quedar asida a la palabra que lo resume todo: verosimilitud. Creer en la obra y penetrar los sentidos del lector.

Su voz en la literatura

"Creemos que cuando los días se copian, una y otra vez, y se transforman en un amasijo de rutina y repetición el mundo se vuelve aburrido, pero en contraste, se trata del nombre de aquello que nos mantiene en pie. En mi caso, el alfabeto y las infinitas formas de enredarlo. Y al descuido, encontrarlo cohabitando el espacio con la Justicia, y mi constante, perturbadora y misteriosa voluntad de unírmeles. Juntos, el Derecho, la Literatura y yo. Aún cuando, en ocasiones, en ambos cuadriláteros, las injusticias me dejen knock out. Son combates necesarios, aunque duelan, porque nos hacen fuertes mientras nos muestran el espíritu humano al cual nos enfrentamos en los ambientes del arte.

Mi voz en la literatura es una tarea polifónica inconclusa. Siempre me falta más, ante el reclamo eterno que llevan consigo la semántica y la sintaxis, las hermanas acústicas.

El premio que anhelo en permanente expectativa es un lector satisfecho", cerró convencida Fabiana Calderari.

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