Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Viceversa

NN

Por Diana Beláustegui.

NN era tan viejo como el mundo mismo. Supo ser un ser magnífico, pero los milenios gastaron su cuerpo hasta dejarlo convertido en un despojo pequeño y fofo, con una fisonomía que podría dejar catatónico a cualquier humano que lo viese arrastrarse en la oscuridad.

Era carroñero, se alimentaba de los desperdicios que el hombre dejaba: cuerpos mutilados en guerras, hambrunas, suicidios, homicidios, plagas.

También te puede interesar:

Sus preferidas eran las víctimas de los crímenes pasionales, el sabor de la carne por lo general albergaba la ambivalencia del victimario: el amor y el odio descargado en la carne tierna.

Los humanos se mataban con tanta asiduidad que nunca lograba llegar a tiempo como para deglutir el cuerpo caliente, así que optaba por olfatear el aire y seguir el aroma de la matanza hasta llegar a los cementerios, fosas comunes o simplemente terrenos lejanos donde muchos eran abandonados sin siquiera un poco de respeto, y cuando esto pasaba, él se relamía de gusto. Los cuerpos se ponían agrios y mientras clavaba los dientes puntiagudos en los músculos que comenzaban a degenerarse, podía ver cómo los fantasmas se levantaban e intentaban emprender el camino de retorno buscando alguna especie de venganza.

NN sabía que más allá de un simple susto, no podrían hacer nada, entonces dejaba su comodidad de animal carroñero y guiaba a los inanimados, lamiendo los fluidos ectoplasmáticos cuando en el camino tenía hambre, y si sentía empatía por la causa, le daba un leve mordisco al victimario y dejaba que su cuota de bacterias hiciera lo suyo. Luego retornaba para comerlos, cuando el aire le avisaba que el manjar estaba listo.

Algo así pasó con ella, estaba en el monte siguiendo la pista de una víctima cuando el auto frenó a escasos centímetros de su figura atrofiada y expulsó el cuerpo de una mujer joven.

Cuando el vehículo avanzó se sentó a su lado para esperar que el corazón dejara de bombear sangre, pero no pudo con su ansiedad y le mordió el cuello, el elixir caliente le saltó directamente a la garganta y en un estado de paroxismo adivinó el nombre de la fémina, su vida, el tormento, la angustia, el resentimiento, el odio... y le tuvo miedo.

Ella se sentó llevándose la mano a la garganta mordida y lo miró.

 NN retrocedió espantado.—Perdón, Cándida, no quise hacerte daño ?dijo con su voz gangosa y la presunta víctima lo miró entero. La mordida y el enlace de fluidos había creado una conexión íntima. Lo tomó entre sus manos y comenzó a correr por la calle.

El engendro no intentaba huir, sólo se tapaba los ojos con sus ridículas manos y lloraba gritando "perdón".

En media hora llegó a su destino. El auto que unos momentos antes había osado tirarla en medio de la nada, estaba estacionado en la vereda. 

Ni siquiera dudó, ella avanzó a paso más seguro, abrió la puerta de una patada y cuando él se dio vuelta horrorizado (todo sucedió en cuestión de segundos, pero NN leyó en los ojos del próximo muerto que sabía de antemano quien irrumpía en la casa), la mujer levantó al engendro y lo adhirió al cuello del presunto victimario.

NN no se arriesgó a desobedecer las órdenes silenciosas de la mujer, prefería romper las reglas del juego y matar a un humano, que enfrentarse a ella. El linaje de la fémina era de los más antiguos y también de los peores, pobres los hombres que creían que Dios tenía un unigénito y que su descendencia debería ser santa (la pobre no toleraba haber sido excluida de la historia sólo por el hecho de no tener pija). Ni bien terminó de matarlo, ella lo arrojó al suelo y él se apresuró a arrastrarse fuera de la casa. Se escondió entre los árboles y esperó a que Cándida se marchara.

—Mina de mierda ?gritó con una vocecita aguda cuando se alejaba con grandes trancos, y cuando la mujer volteó y lo miró, cavó en la tierra y se enterró solo.

Si la misándrica hija del todopoderoso andaba por estos lados, implicaba que pronto la carroña aumentaría. 

Vio salir al fantasma del asesinado, se veía enojado y confundido, iba dejando un reguero de ectoplasma dulce, se sintió tentado de salir de su escondite para ayudarlo a buscar venganza, pero el sólo recuerdo de la asesina hacía que le doliera en algún sector del centro de su cuerpo donde antaño estuvo la panza.

Las tripas le hicieron ruido, el vómito subió por su laringe deforme y, por miedo a ser escuchado, se lo tragó.

Lo que debes saber
Lo más leído hoy