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EL LIBERAL . Santiago

El magnicidio de Pedro Eugenio Aramburu

Por Eduardo Lazzari. Historiador.

16/06/2024 06:00 Santiago
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El magnicidio de Pedro Eugenio Aramburu El magnicidio de Pedro Eugenio Aramburu

El secuestro de Pedro Eugenio Aramburu fue el hecho más impactante en la vida política argentina en los inicios de la década de 1970. A la perplejidad general provocada por un operativo que demostraba una capacidad inédita y una audacia superlativa, se sumaba la incertidumbre por las posibilidades que se abrían a partir de ese momento. La actuación de las autoridades nacionales dejaba, a su vez, muchas dudas respecto del origen, tanto material como en su planificación e inspiración, de este acontecimiento que cambiaría la vida de los argentinos de allí en más.

Durante más de cuatro años, los interrogantes acerca del secuestro, del cautiverio y del asesinato del general Aramburu estuvieron sumidos en conos de sombras y atravesados por distintas versiones, a las que aún hoy puede darse cierta veracidad. Sobre todo en lo inmediato, llamaba la atención la aparición de un grupo que se autodenomina "Montoneros", que se atribuye los hechos a través de cinco comunicados que, en una secuencia macabra, anuncian la ejecución del ex presidente de facto para luego presentarse en sociedad.

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El cautiverio

Los hechos se desarrollaron de la siguiente manera: luego del secuestro en el domicilio porteño de Aramburu, en la calle Montevideo, los captores procedieron al cambio del vehículo Peugeot 504 en las inmediaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, desde donde se dirigieron hacia la provincia de Buenos Aires rumbo al oeste, hasta llegar a la localidad de Timote, en el partido de Carlos Tejedor, donde fueron a la estancia "La Celma", propiedad de la familia Ramus. La camioneta en la que se llevó a cabo el traslado desde la capital federal era propiedad de la madre de Carlos Ramus, integrante de Montoneros.

No deja de ser llamativo que las investigaciones llevadas adelante sobre el tema hablan de sólo doce integrantes del grupo, los fundadores de "Montoneros", los que llevaron adelante toda la operación de tan alta complejidad. Dos nombres recuerdan el secuestro y muerte de Aramburu: "Operación Pindapoy" o "Aramburazo". Tampoco deja de llamar la atención que importantes jefes militares hayan desconocido posteriormente las afirmaciones de "Montoneros" respecto a las causas que habrían justificado el asesinato. El general Alejandro Agustín Lanusse afirmó en sus memorias que la desaparición de Aramburu tuvo por objeto evitar una salida política al gobierno del general Juan Carlos Onganía: "Aramburu era un hombre de reserva… yo creo que lo eliminaron porque era una solución posible…".

La propia organización guerrillera iba a publicar inmediatamente un comunicado atribuyéndose el secuestro y la intención de someter a Aramburu a un juicio popular revolucionario, haciéndolo cargo de los fusilamientos de 1956 y del destrato al cadáver embalsamado de Evita. No puede obviarse el hecho de que en 1970 se desconocía el paradero del cuerpo de la segunda esposa de Juan Domingo Perón, que muy pocos sabían estaba sepultado en Milán. Aparece también por primera vez en forma pública para todo el país el "Comando Juan José Valle de Montoneros", donde no deja de llamar la atención que el panfleto contuviera una cruz, una estrella federal y la invocación "Perón o Muerte".

El asesinato

El 1 de junio Aramburu fue anoticiado de la decisión de ejecutarlo. La ausencia de testigos hace que lo mítico se haya convertido en la verdad histórica, sobre todo a partir del relato que los guerrilleros hicieron de los hechos. El general cautivo habría solicitado permiso para atarse los zapatos. Se hace público el comunicado que anuncia que el 31 de mayo se había procedido a realizar el juicio revolucionario cuyo texto más contundente decía: "Condenar a Pedro Eugenio Aramburu a ser pasado por las armas en lugar y fecha a determinar… Hacer conocer oportunamente la documentación que fundamenta la resolución de este tribunal… Dar cristiana sepultura a los restos del acusado, que solo serán restituidos a sus familiares cuando al pueblo argentino le sean devueltos los restos de su querida compañera Evita…".

El comunicado N° 4 anunció a la opinión pública que se había llevado a cabo el asesinato. Llama la atención que se hiciera una invocación religiosa por el ejecutado: "Que Dios Nuestro Señor se apiade de su alma". El paso del tiempo y el conocimiento sobre los autores del crimen explica esta apelación a las invocaciones religiosas: muchos de ellos habían formado parte de organizaciones pertenecientes a la Iglesia, como la Acción Católica Argentina. Es un aspecto que aún hoy encuentra resistencia en ser abordado desde la historiografía científica por algunos sectores religiosos.

La conmoción política fue impresionante y pocos días después, mucho antes de ubicarse el cuerpo de Aramburu, el presidente Onganía fue depuesto por la Junta Militar formada por el jefe del Ejército Lanusse, el de la Armada almirante Pedro Gnavi y el de la Fuerza Aérea brigadier Carlos Rey. Se nombró en su reemplazo a un ignoto general de brigada que en ese momento era el agregado militar en los Estados Unidos, Roberto Marcelo Levingston. Tan poco conocido era que los diarios no contaban con fotografías para publicar del nuevo gobernante de facto.

Inmediatamente, en el último comunicado de Montoneros referido al secuestro y asesinato de Aramburu, aparece una descripción de sí mismos y sus fuentes de inspiración. Firman el documento diciendo que "Nuestra organización es una unión de hombres y mujeres profundamente argentinos y peronistas, dispuestos a pelear con las armas en la mano por la toma del poder para Perón y para su Pueblo y la construcción de una Argentina Libre, Justa y Soberana". También expresaron su adhesión a "la doctrina Justicialista, de inspiración cristiana y nacional".

El descubrimiento del cadáver

Cerca de 22.000 efectivos de las Fuerzas Armadas y de la policía federal y provinciales montaron un largo operativo para encontrar los restos de Aramburu en todo el país. Fueron 45 días angustiosos que culminaron cuando fueron descubiertos en la misma estancia donde había sido asesinado, cubiertos con cal. Había fracasado el intento de Montoneros de trocar el cadáver del militar por el de Evita. El sótano en que fue encontrado Aramburu había sido utilizado un año antes para ocultar las armas robadas en el asalto al Tiro Federal de Córdoba. Sin duda esto prueba que los integrantes de Montoneros, de quienes luego se supo que habían tenido entrenamiento militar en Cuba, formaron parte de guerrillas que ya operaban en el país en la década de 1960.

Se procedió a su reconocimiento en sede judicial, un momento especialmente dramático para la familia de Aramburu, y luego se realizaron los funerales que fueron multitudinarios. Un par de años despúes Aramburu fue sepultado en un mausoleo construido especialmente en el cementerio de la Recoleta, realizado por el arquitecto Alejandro Bustillo y el escultor Carlos de la Cárcova. Pero no fue allí el lugar donde iba a descansar en paz, ya que el mes de septiembre de 1974, la misma organización guerrillera que lo había asesinado robó su cadáver y a cambio pidió el regreso al país del cadáver de Evita, que había quedado en la quinta "17 de Octubre" en el barrio madrileño de Puerta de Hierro. Finalmente el ataúd apareció abandonado el 17 de noviembre frente a los muros del cementerio una vez que se repatriaron los restos de Evita, en medio de un impresionante operativo de seguridad.

la confesión postErior

El 4 de septiembre de 1974, al mismo tiempo que Montoneros, el más activo grupo guerrillero de la izquierda peronista, anunciaba su paso a la clandestinidad, el periódico "La Causa Peronista" publica un reportaje a Mario Eduardo Firmenich y a Norma Arrostito en que se detallan todos los pormenores del operativo paramilitar que comenzó el 29 de mayo de 1970 y terminaría con su vida tres días después. En ese artículo periodístico los autores materiales e intelectuales dieron a conocer lo ocurrido cuatro años antes.

Si bien esta resulta la versión "oficial" de los hechos, nada impide negarse a aceptar que los acontecimientos ocurrieron tal como dijeron entonces los dirigentes montoneros. Por eso es que vale recordar los dichos de otros personajes también siniestros de nuestra historia, como el oficial de la Marina, Próspero Fernández Albariño, quien era conocido en la jerga oculta de los servicios de inteligencia como "Capitán Gandhi" y que fuera uno de los participantes en las investigaciones sobre el patrimonio de Juan Duarte, hermano de Evita, a quien degollara ya muerto. Fernández Albariño publicó un libro en el que afirmaba que el secuestro fue ordenado por altos mandos militares contrarios a Aramburu y que la muerte se produjo en el Hospital Militar de Buenos Aires.

Sin duda, el secuestro, el cautiverio y el asesinato de Pedro Eugenio Aramburu forma parte de lo peor de la historia nacional del siglo XX, pero los hechos relatados no deben hacernos olvidar la locura que se vivió en aquellos años, en que militantes políticos llegaron a cantar, en los actos públicos: "Con los huesos de Aramburu, vamos a hacer una escalera, para que baje desde el cielo, nuestra Evita montonera". Esperemos que la discordia no vuelva a los nuestros corazones para poder pensar en un futuro venturoso para nosotros, nuestra posteridad y todos los hombres de buena voluntad que quiera habitar el suelo argentino.

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