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POEMAS DE GABRIELA ÁLVAREZ

09/06/2024 06:00 Viceversa
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POEMAS DE GABRIELA ÁLVAREZ POEMAS DE GABRIELA ÁLVAREZ

CELO

El barrio se ha vuelto intransitable.

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Las piedras de la calle se levantaron

como un gran terremoto.

Son restos paridos de una boca

preñada de barro y calor sofocante.

¿Quién hizo este mundo a semejanza

de un dios en celo?

PATIO INTERNO

Invoco a mi soledad como un peligro.

Decido que nadie me diga

qué me fortalece

aunque no sepa distinguir

la valentía, de la ocasión

sobre la mesa

hay una mujer tímida

y en su piel

una remera transpirada

se adosa

como un patio interno.

TREGUA

Si encontrara el arma

con la cual domesticarlo.

Es mi afán asustar

a un corazón tan bruto.

Pero no es él quien vuelve

sino los sueños y la quietud

el movimiento de sus pestañas

que desmalezan mi cansancio.

HERENCIA

¿Si no puedo hablar es

porque alguien más no habló?

He adquirido miedos: a caer

y no entender al tiempo

sentirme feliz y desaparecer.

Quisiera imaginar que llego a casa

y eso es todo lo que encuentro:

mi herencia

esas palabras perdidas

con sus ojos transparentes.

Se desvanece el susto.

Existe un gesto en la boca

lo que queremos contar.

POSTAL DE TORMENTA

Mamá levanta la ropa.

Los pájaros se asustan

abandonan el pan

y la gallina da picotazos en la tierra.

Se despide el sol sobre nosotras

como una lanza

pero el paisaje de esta fauna perdura.

El vestido de mamá se levanta

es una sonrisa entre las cabras.

Lejos de la casa

se diluyen las sombras.

Los cabellos sucios y frescos

son la celebración del día.

MARCAS

La ciudad deja marcas en mí

como esa vez que tuve miedo

a morir

sin complicidad.

Las voces que he perdido

se cruzan como agua

en una alcantarilla

corren por el cordón

y el pavimento resplandece.

¿Por qué el mundo atardece así?

El ritual es sortear su indiferencia.

Exigir que alguien me diga

aquello que él no haría

con igual torpeza.

(selección de poemas que pertenecen al libro La mujer suelta, 2022)

*****************

EN LO QUE CREER

Esa mirada en la cual creer, esos ojos que reúnen ilusiones con cicatrices, el olor con el que

crecen las palabras

Será que hay que tejer la tristeza. Será que en cada tela existe algo de esas puntadas. El algodón

con el que una mujer se viste tiene el brillo exacto de un dolor que se pliega en la piel y la suavidad

del hilo es la contención, o el color fluorescente de las flores cocidas en la blusa, signos de alegría.

Será que puedo decirle a una desconocida que me gusta el color con el que pintó sus labios, ese

rosa brillante. Me gustaría decirle que elegir la forma en que nos gusta vestirnos, o el perfume

dulce pegado al cuello, habla más de nosotras que nuestros propios pensamientos. Como leí en

un poema, esos momentos en los que creíste es tu vergüenza. Busco un diálogo, una palabra que

quede prendida a la espalda, como si las dos pudiéramos irnos de aquí con una voz diferente.

UNA LENGUA TEJIDA

Tu confianza me busca y persistimos en el encuentro. Cocemos la palabra amanecer en la lengua,

en las batallas, en las manos desde que nacemos

Tenemos tiempo y también olvido, desprendimiento, costras. Caemos hacia la serenidad de la

mañana. Un pozo fresco. Lo único que aturde son pájaros, palomas lejanas y el color del ambiente.

El edificio es blanco o pálido y esa luz uniforme nos tapa la vista. A los cuerpos nos cuesta el

afecto o el acto de mostrar. Soy una improvisada acercándome lerdamente a una señora mayor.

Ella me mira con los ojos de agua verde, las arrugas de la boca, las cejas blancas. Saca un pañuelo

del bolsillo para limpiarse la nariz. Firma una hoja con su mano izquierda. Cuando se pone de pie

noto que el vestido le tapa los tobillos. Es una seda liviana y trasparente. La veo irse como una

cigüeña con su lomo encorvado, las piernas flacas, el peso de la garganta unido al corazón. La

curvatura de la supervivencia cocida a las palabras que le hacen justicia ¿cómo quieren que

amanezca?, me dijo.

Ahora la silla está vacía, y todo lo que queda es esta vestidura en el cuerpo, el miedo que temblaba

antes de hablar, la palabra ya dicha unida a sus mujeres. Quizás una lengua tejida a otro ritmo.

 (selección de prosas pertenecientes a la antología de mujeres Costura de palabras, 2023)

*********

Rasgos de mí que nadie recordará

Visto una blusa blanca con flores violetas

el pelo sucio, la piel de los nudillos inflamada.

Huelo la comida mientras mezclo el caldo de verduras

el sabor del vaho, los vidrios empañados

mi corazón pasea en una taza de cerámica.

Abro las ventanas y dejo entrar el aire

viene desde el sur en hebras del tilo

el color del pasado.

Sobre el mantel separo ingredientes

como si pudiera decidir de qué vivir.

Agarro las tristezas, las ato

son un racimo de flores frescas

embellecen el rincón del living

luego se encorvan hacia el centro de sus tallos.

¿Este es el hilo del ánimo? una lámpara

de sal encendida,

el viento que mueve los sonidos de la calle.

Plaza Belgrano

Mi cuerpo crece si te escucho

¿hay otras formas de aprender a caminar?

Me inclino en el pensamiento

los pasos sobre los que decido quererte

en tu infancia

o en el tiempo en que alguien soporte

perder a otro.

Dices que tu casa era hermosa

como la glorieta que cruzamos

en la Plaza Belgrano

apenas un techo unía la cocina

con una enredadera

mientras el sol y las deudas

martillaban las paredes.

Hubiera anhelado

apropiarme de tus gestos

una parte de tu ropa o el perfume

merecer un descanso

sofocar la pérdida entre las sábanas

que elegí para esa tarde.

El tiempo nos saqueó las voces

pero algo dignifica el amor

tus manos todavía cortan el pasto

donde arrodillada tapo mis oídos

para no escuchar la muerte.

(inéditos, 2024)

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