Por Eduardo Lazzari. Historiador.
Los gobernadores argentinos en las Islas Malvinas (tercera parte) Los gobernadores argentinos en las Islas Malvinas (tercera parte)
La gesta histórica de la guerra de 1982 por la posesión de las islas Malvinas sigue siendo atravesada por interesadas interpretaciones, la mayoría de las veces políticas, donde se recurre a la generalización de los protagonistas y de los hechos, siendo muchas veces injusto el juicio de valor que se emite sobre el tema. Un análisis honesto y franco nos lleva a dividir el orden de responsabilidad entre los decisores políticos y militares, de los oficiales que tuvieron a su cargo llevar adelante las acciones bélicas. Y el caso de los soldados conscriptos que participaron de la guerra como integrantes de las Fuerzas Armadas en operaciones ha sido también motivo de ligeras y malintencionadas definiciones.
Siempre es bueno destacar dos frases que un veterano de guerra conscripto de la Armada Argentina, que tuvo el honor de izar la bandera en el Apostadero Naval Malvinas en el mástil que él mismo contribuyó a levantar, un gran amigo personal, quien siempre dice: "No fuimos chicos de la guerra, la mitad de los hombres de mi batallón eran padres de familia", y cuando le preguntan como la pasó el sólo contesta: "Estuve combatiendo en una guerra si alguien encuentra alguna vez un soldado que la haya pasado bien en una guerra, por favor hágame conocerlo".
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Estos temas, que deberían ser sagrados, también forman parte de cierta manipulación histórica que creemos está retrocediendo gracias al conocimiento acabado de los acontecimientos y sobre todo, por el testimonio de quienes pelearon dando de sí lo mejor de sus personas peleando por la Patria. El conocimiento de la historia también ayuda a acomodar el pasado, para entender el presente y sobre todo para enfrentar el futuro con firmeza, cortesía y seguridad. En esa senda, hoy conoceremos al tercer gobernador de las islas Malvinas luego de la fundación de la comandancia civil y militar, el último argentino que las gobernó hasta 1982, cuando comienza otra historia dura.
José María Pinedo, el tercer gobernador
El 11 de septiembre de 1790 nace en Buenos Aires José María, el segundo hijo del matrimonio formado por el coronel Agustín José de Pinedo, héroe de las invasiones británicas de 1806 y 1807, y doña Juana María Rita Josefa Albizuri. Desde muy joven José María tuvo afición por las artes militares y decidió participar de la Academia de Artillería, entidad de muy fugaz existencia entre 1811 y 1812, que al ser disuelta hizo que Pinedo se alistara en la escuadra que el gobierno revolucionario estaba formando hacia 1814. Su primer destino fue el de "oficial aventurero" (es decir sin formación previa) en la corbeta "Vigilancia", buque corsario que al mando de Jorge Ross se dedicó a atacar a la flota española en el océano Atlántico norte entre 1816 y 1818 recalando en Filadelfia, donde se reembarca en otra nave de corso al mando de Juan P. Aguirre, llegando a atacar las costas españolas en la península ibérica, donde es herido en dos ocasiones.
El 14 de septiembre de 1819, ya de regreso al país, recibe el mando de una goleta para atacar a las tropas santafesinas y entrerrianas que amenazaban al gobierno del Directorio, en los tiempos previos a la batalla de Cepeda el 1° de febrero de 1820, hecho que significó el fin del gobierno central en las Provincias Unidas. Pinedo es ascendido por el gobierno de Buenos Aires a teniente de marina y como tal cumple tareas en el puerto de la capital, organiza la Comandancia de Marina y funda la sanidad naval.
La guerra contra el imperio del Brasil lo vuelve al servicio activo y en 1825 es nombrado comandante de la goleta "Sarandí" para operar bajo el mando del almirante Guillermo Brown. Participó del ataque a Colonia del Sacramento. En el combate de Los Pozos desobedeció una orden del comandante de la flota, por lo que Brown lo relevó de su mando. Le fue ofrecido un buque corsario con el cual atacó a la flota mercante brasileña obteniendo treinta presas. El 4 de agosto de 1827 fue ascendido a capitán y al mando de otra nave corsaria fue capturado y llevado prisionero a Río de Janeiro, siendo liberado hacia fines de 1828. Es promovido a sargento mayor otorgándole nuevamente el mando de la goleta "Sarandí" el 27 de octubre de 1829, buque con el que realizó varios viajes a la Fortaleza Argentina (hoy Bahía Blanca) y a Carmen de Patagones.
Pinedo y las Islas Malvinas
En el marco de la guerra civil, el 16 de septiembre de 1830 su nave fue tomada sorpresivamente por su antiguo compañero de armas Leonardo Rosales, quien adhería a las ideas unitarias y se enfrentaba al gobernador Juan Manuel de Rosas. Rosales abandona la "Sarandí" una vez tomada por la fuerza su carga para las tropas del ejército del general Juan Lavalle. En 1831 Pinedo navega con la "Sarandí" bajo las órdenes del capitán estadounidense John Halsted Coe, momento en el que es enviado como jefe de la escuadrilla con asiento en Puerto Luis, capital de las islas Malvinas, gobernadas por entonces por Luis Vernet, quien había viajado a Buenos Aires para pedir instrucciones ante el ataque que a fines de 1831 había protagonizado la fragata estadounidense "Lexington".
El 23 de septiembre de 1832 Pinedo se hace a la mar desde Buenos Aires conduciendo al nuevo gobernador Juan Esteban Mestivier, arribando a Puerto Luis el 10 de octubre de 1832, y levantando inmediatamente los dos jefes, Mestivier como gobernador y Pinedo como comandante de la flotilla un manifiesto condenando el ataque de la "Lexington" y reafirmando la posesión argentina de las islas. Calmo el panorama en la capital, Pinedo sale a controlar en las costas de la isla Soledad el accionar de las naves balleneras y loberas, produciéndose un incidente con un buque de los EE.UU., que inmediatamente se dirigió a Montevideo para quejarse ante el cónsul de su país.
El 30 de diciembre, al regreso a Puerto Luis, Pinedo se encontró con el caos provocado por el motín que había acabado con la vida del gobernador Mestivier, reprimiendo a los soldados rebelados, poniendo presos a los cabecillas, y enviando a la viuda de Mestivier rumbo a Buenos Aires. Pinedo asumió entonces de facto el gobierno civil y militar de las islas, pero a los tres días se presentó en la ensenada de Puerto Luis una corbeta británica, la "Clío", que exhibía un poder de fuego y una cantidad de hombres que hacían imposible la defensa que había preparado Pinedo anticipando un ataque extranjero.
El 3 de enero de 1833, el capitán José María Pinedo fue intimado a entregar las instalaciones de Puerto Luis al comandante John James Oslow, intentó resistir pero el británico desembarcó a sus hombres y prepotentemente tomó la plaza. Pinedo tomó una decisión controvertida y aún discutida, ya que ordenó el embarque de todos sus hombres, el arriado de las banderas argentinas y su traslado a Buenos Aires. Los hechos desmienten que el llamado "gaucho Rivero", un maleante convertido por el chauvinismo en una suerte de héroe justiciero, haya podido enarbolar el pabellón nacional durante sus fechorías, ya que Pinedo no rindió la bandera ni la dejó abandonada en las islas.
El juicio militar y su vida después del juicio
Llegado a Buenos Aires y luego de informar a sus superiores, Pinedo fue procesado y se constituyó un tribunal militar para juzgar su actuación en el episodio del 3 de enero de 1833. Su argumentación, que consta en el legado judicial, fue la ausencia de órdenes superiores para actuar en caso de un ataque extranjero, y justificó su retiro de las islas en la diferencia de fuerzas entre la goleta "Sarandí" y la corbeta "Clío". Finalmente fue declarado culpable y condenado a nunca más comandar un buque de guerra, y obligado a permanecer a perpetuidad en tierra.
Fue trasladado como oficial del ejército porteño, reconociéndosele el grado de teniente coronel, para ser ascendido a fines de 1838 a coronel. Las necesidades bélicas de la Confederación Argentina hicieron que no se respetara la condena a Pinedo, siendo llamado a combatir contra el bloqueo francés bajo el mando de Brown en 1839. Dos años después participó de los combates contra las fuerzas orientales del general Fructuoso Rivera, enfrentado con Rosas. En 1842 será protagonista de la batalla naval de Costa Brava, donde las naves de Brown destrozaron a la escuadra oriental comandada por Giuseppe Garibaldi, en las costas correntinas. Vale recordar la anécdota de la gallardía de Brown, quien evitó la persecución y muerte del caudillo liberal itálico pronunciando una frase genial: "Dejenlo ir, ese gringo es un valiente". Estuvo en las manos del almirante el curso de la historia italiana.
En 1844 es nombrado comandante militar de Paysandú por el general Manuel Oribe, en el marco de la larga guerra civil entre blancos y colorados que asoló el Uruguay durante décadas. Frente a las quejas por su arbitrario comportamiento, Pinedo desobedeció a su superior, el ministro de Guerra oriental Antonio Díaz y también al gobernador entrerriano Justo José de Urquiza, por lo que Pinedo fue destituido y puesto preso por Rosas. En 1850 fue nombrado en la nueva flota que intentó organizar el gobierno porteño, por lo que luego de la batalla de Caseros fue dado de baja del ejército en 1852. Volvió a combatir, pero esta vez para el gobierno confederado de Urquiza.
En 1864 fue incorporado al Cuerpo de Veteranos y separado del servicio activo para siempre, cuando contaba con 73 años. Se casa con dos hermanas sucesivamente, Guillermina y Dolores Igarzábal, pero la información disponible no es suficiente para sacar conclusiones respecto de las fechas. Tuvo diez hijos. Murió en la ciudad que lo vio nacer el 19 de febrero de 1885. Pocos homenajes hay en su nombre, pero sí la nave que lo hizo célebre está recordada en calles, plazas y escuelas: Goleta Sarandí.