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EL LIBERAL . Opinión

Perspectivas de la genética en la salud mental: ruptura de las dicotomías a 71 años de la conceptualización del ADN

Por el Ps. Guillermo Alfonso. Investigador en Psicología Cognitiva de la UADE.

25/04/2024 06:00 Opinión
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Perspectivas de la genética en la salud mental: ruptura de las dicotomías a 71 años de la conceptualización del ADN Perspectivas de la genética en la salud mental: ruptura de las dicotomías a 71 años de la conceptualización del ADN

El autor es Docente de la Licenciatura en Psicología e Investigador en Psicología Cognitiva de la UADE.

En 1953, James Watson y Francis Crick publicaron un breve escrito que introdujo el modelo de la doble hélice de ADN. Años más tarde, su trabajo fue reconocido con un Premio Nobel.

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La psicología y la psiquiatría, disciplinas incipientes, debatían desde mucho antes el peso específico de lo innato, lo heredable y lo adquirido en la personalidad humana. Un claro ejemplo es la distinción entre el temperamento (modalidades de reacción relativamente estables, inflexibles y compartidas con nuestros predecesores) y el carácter (pautas aprendidas, de mayor flexibilidad y moldeadas bajo la influencia de nuestro contexto). Desde el plano patológico, trastornos tales como los relacionados a la ansiedad, la depresión y las psicosis eran tratados de manera diferencial si se los consideraba endógenos (ligados a causas biológicas o genéticas) o reactivos (desencadenados por acontecimientos negativos). Por caso, en general se utilizaba medicación para tratar una depresión endógena, pero sólo psicoterapia si el cuadro se consideraba como la respuesta a una pérdida o vivencia dolorosa.

En la actualidad, los profesionales de la salud mental logramos dar respuestas satisfactorias a una gran parte de los casos: terapia y medicación han dejado de ser antónimos y se complementan para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Desde el modelo de Michele J. Karel, psicóloga e investigadora de la Universidad de Harvard, entendemos a los trastornos como resultantes de ciertas condiciones de vulnerabilidad (relacionadas con factores hereditarios o vivencias tempranas potencialmente traumáticas) que se articulan con factores de estrés propios de la vida. Con relativamente poco estrés, una persona con elevada vulnerabilidad puede desarrollar un trastorno grave, en tanto aquella que tenga factores protectores y un contexto socioambiental favorable tendrá mayores probabilidades de mantenerse en la salud.

Pero un enfoque objetivo no debería quedarse con los logros de un campo disciplinar, sino con aquello que permanece irresuelto: la terapéutica no resulta eficaz en un elevado porcentaje de los casos (que algunos estiman en un 30%) y en muchas situaciones se pierde valioso tiempo, utilizando protocolizadamente la prueba y error hasta descubrir, por ejemplo, un medicamento que funcione.

¿Cuál es el papel de la genética en la búsqueda de soluciones? En principio, nos permite comprender mejor la base biológica de algunos trastornos: existen indicios de que algunas variaciones de los genes SLC6A4 y HTR1A condicionan cómo nuestro cerebro procesa la serotonina, un neurotransmisor fundamental para el estado de ánimo y que se encuentra afectado en la depresión. Por otra parte, contamos con toda una serie de genes candidatos que podrían repercutir en la posibilidad de desarrollar un trastorno severo como la esquizofrenia. Finalmente, el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), vinculado al crecimiento del tejido nervioso, podría ayudar a predecir nuestra capacidad de recuperación ante una vivencia adversa o un cuadro psicopatológico.

En el plano práctico, es posible que en algunos años o décadas, los análisis genéticos permitan diseñar y seleccionar fármacos que funcionen para esa persona en particular, liberándonos del imperativo de iniciar el tratamiento con lo que funciona para la mayoría.

Más allá de la técnica, hemos adquirido una enseñanza filosófica: en el ámbito de la salud mental, la genética no es el destino. Una existencia plena con apoyos, pasatiempos, familia, educación y cuidados nos permite predecir una mejor respuesta ante los embatesde la vida. El ser humano escapa a los determinismos absolutos y es su creatividad e inventiva, lo que desarrolla una evolución cultural y técnica, vertiginosamente rápida en comparación con la biológica. No es necesario mencionar los dilemas éticos que enfrentan la investigación y la manipulación genética, quizás sólo comparables a los que se están presentando con la Inteligencia Artificial. Será, entonces, nuestra la responsabilidad de hallar sabiduría para capitalizar los avances tecnológicos en la búsqueda de una vida mejor.

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