POR CLEMENTE DI LULLO, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN CULTURAL SANMARTINIANA DE SANTIAGO DEL ESTERO CAPITAL
Centenario del fallecimiento de Josefa Balcarce y San Martín Centenario del fallecimiento de Josefa Balcarce y San Martín
Nadie puede poner en duda que la cúspide de la genealogía de la familia San Martín, en Argentina, América y el mundo, la ocupa el General José Francisco de San Martín por su acción militar en pro de la libertad y la independencia de los pueblos de América del Sur del coloniaje español que sufrían tres siglos ya. Esta gesta cumplida en las dos primeras décadas del siglo XIX, dejó su huella definitiva e imperecedera en la historia americana y mundial.
Consecuentemente, poco se ha escrito y por ende menos conocidas son las acciones de otros miembros de la familia que, claramente, evidencian la prolongación de las cualidades morales y éticas propias de la estirpe sanmartiniana. En el entendimiento que esta situación no debe prolongarse más y debemos incorporar a la memoria colectiva argentina a dichos hombres y mujeres, iniciamos esa tarea de instalación histórica con la figura de Josefa Balcarce y San Martín, nieta y última descendiente del Padre de la Patria.
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Ella nació en Francia el 14 de julio de 1836 como fruto del matrimonio de Mercedes Tomasa San Martín, "la infanta mendocina", con el Dr. Mariano Severo Balcarce. La primogénita de la familia era María Mercedes, su hermana mayor. La figura y acción de Josefa, "Pepa" o "Pepita" para sus íntimos allegados nos demostrará que la fragilidad femenina es un mito y que ella es el paradigma del auténtico feminismo que tiene marcada esencia de humildad y, a la vez, grandeza de tradicional corte sanmartiniano, es decir, de neta defensa y respeto por la dignidad humana que deriva en acciones filantrópicas de gran valor material y espiritual.
Después del fallecimiento de su famoso abuelo, el 17 de agosto de 1850 en Boulogne - Sur Mer, los padres de Josefa pasaron a vivir en las cercanías de París, con mas exactitud en Brunoy, un pueblo ubicado a 20 kilómetros de la capital francesa. Allí compraron la residencia conocida como Petit Chateau donde la familia Balcarce San Martín pasarían el resto de sus vidas. En esa casa falleció en 1860, María Mercedes víctima de la epidemia de cólera que se extendió por casi toda Europa. Al año siguiente, Josefa se casó con Fernando María de los Dolores Vicente Jacinto Ceofás Gutiérrez de Estrada y Gómez de la Cortina, hijo del embajador de México en Francia. Este matrimonio no tuvo hijos propios, pero ya se encargaría esta dama sanmartiniana de rodearse de numerosos hijos provenientes de esa enorme fatalidad llamada pobreza, indigencia, abandono, enfermedad y guerra.
Así fue como a la muerte de su esposo, en 1904, el altruismo y generosidad heredado de su ilustre abuelo, inclinó su voluntad al servicio humanitario y decidió convertir a la enorme mansión de Brunoy en sede de la Fundación Balcarce y Gutiérrez de Estrada, cumpliendo así la voluntad póstuma de su esposo.
Esta institución debía dedicarse exclusivamente a asistir a los ancianos carenciados e indigentes que encontrarían en sus dependencias abrigo, comida y acompañamiento fraternal. No satisfecha con esto, Josefa se recibió de enfermera y con tal título se puso al frente del Hogar de Ancianos de Brunoy, inaugurado en 1906. Ignoraba que esta profesión y las tensiones del mundo la convertirían en mujer protagonista de hechos que fácilmente la encuadran como antecedente importante de la capacidad de la mujer para actuar en un plano de igualdad cuando las situaciones históricas ofrecen la oportunidad de convertirse en líder y emblema de virtudes morales y éticas superiores.
E l c o n texto i n te r n a c i o n a l , c o m o sabemos, fue conmovido en 1914 con el estallido de la Primera Guerra Mundial, desarrollada en territorio europeo y cuyos efectos devastadores se hicieron sentir con crudeza en Francia, en 1918.
Este escenario trágico movió la actitud creativa de Josefa, quien sin abandonar la atención de sus ancianos, decidió agregar a su asilo funciones de hospital de emergencia colocándolo a disposición de las autoridades militares del ejército francés. En simultáneo, "Pepa", con total desprendimiento material puso sus recursos económicos para dotar al hospital con el equipamiento apropiado y moderno para una atención integral de los soldados que llegaban del campo de combate. La esencial preocupación que tenía Josefa por la dignidad humana hizo que ordenara que en el hospital se atendiera a todos los heridos que a él llegaban, sin importar el bando militar que defendían. Ella misma, a sus 82 años iba y venía entre las salas, camas y camillas atendiendo personalmente todas las dificultades que se presentaban, pese a las recomendaciones de que no se expusiera de tal modo. Hizo caso omiso de las mismas, nunca le huyó al peligro sino que lo enfrentó en primera línea.
Su valor y grandeza fue reconocido por el gobierno francés. Ya en tiempos de paz la condecoró con la Medalla de la Reconoissance y la Cruz de la Legión de Honor, en 1919. Tal distinción permitió que Josefa fuera asumida como heroína francesa. Es decir, en Francia, la memoria de Josefa permanece inalterable como ciudadana ilustre de la patria francesa.
Sin embargo, existen evidentes pruebas que en su intimidad Josefa amaba a la Argentina, a la que sentía como su Patria. Dos hechos lo demuestran: La entrega al gobierno argentino del mobiliario completo que formaban parte del dormitorio personal del General San Martín en su casa de Grand Bourg, agregando un croquis con el lugar exacto que ocupaba cada pieza o adorno de la habitación. Esta decisión nos permite visitar y conocer tal dormitorio que hoy se expone en el Museo Histórico Nacional.
Y la donación de la importante propiedad heredada de sus bisabuelos maternos que estaba ubicada en las actuales calles Juan Domingo Perón y San Martín para que funcionara allí el Patronato de la Infancia.
Dijimos, en un principio, que queríamos incorporar a la historia argentina a hombres y mujeres que permanecen desconocidos e ignorados en su acción de construcción de la Patria. En el caso de Josefa Balcarce y San Martín creemos que su protagonismo no debe quedar reducido al filantropismo sintéticamente descripto en este artículo sino que su influencia se expande como protofundadora del movimiento feminista en su versión original, emparentada con las ideas de libertad, igualdad y fraternidad de la revolución francesa. En ese sentido, es un personaje rupturista del rol social típico de la mujer de su tiempo. Prefirió abandonar las comodidades y privilegios para entregarse al servicio del prójimo.
Mientras los hombres se mataban y desangraban en los campos de guerra, ella batalla junto a un grupo de mujeres contra el dolor y la soledad de los que lejos de sus hogares morían bajo sus amorosos consuelos y cuidados. Una mano amiga los acompañó en el último suspiro.
En este plano, encontramos a Josefa como exponente de la igualdad de género y como valiente mujer, capaz de oponerse al sistema social estructurado epocal, cuando, sin importarle ser objeto de destrato por la opinión insensible de los y las que nada hacen por el bien común. Por último, digamos que Josefa Balcarce y San Martín falleció a los 87 años y sus restos descansan en el cementerio de Brunoy, Francia. Agregamos que la calle principal de dicho pueblo lleva su nombre actualmente.
Josefa Balcarce y San Martín, nunca estuvo en la Argentina, ni siquiera después de fallecida pues cuando el gobierno argentino reclamó por sus restos las autoridades francesas se negaron alegando que no podían cumplir con ese pedido ya que Josefa Balcarce y San Martín era una heroína de Francia y, por lo tanto, patrimonio de todo su pueblo.
E n c o h e re n c i a c o n l o ex p u e sto , creemos que en la fecha que se cumple el centenario de su fallecimiento, es deber moral instalar en la memoria colectiva la destacada labor de Josefa Balcarce y San Martín, no por ser descendiente del Gran Capitán, sino por méritos propios, reconocidos internacionalmente, pero desconocidos en Argentina.