Por Monseñor José Luis Corral. Desde Roma para EL LIBERAL
Mama Antula ¡ya es Santa! Mama Antula ¡ya es Santa!
María Antonia de Paz y Figueroa es canonizada este domingo 11 de febrero de 2024. La Iglesia le otorga la corona de los santos y la eleva a los altares. Su nombre queda inscrito en el libro de los santos y santas de la Iglesia Universal.
Este acontecimiento no debe ser el final del proceso y del camino hacia la santidad.
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Reconocerla Santa es proponerla como modelo o referencia de vida cristiana, contar con su ayuda e intercesión y venerarla como una amiga del Señor que ya comparte su gloria.
Elevarla a los altares no significa ubicarla lejos, distante o verla como un modelo para admirar, pero inalcanzable.
Por ello le pedimos a la Peregrina y Misionera que siga recorriendo nuestros caminos y nos acompañe en el esfuerzo cotidiano de construir una patria de hermanos en justicia, libertad y paz sin descartados.
Su corona de santidad y de gloria no es una joya para ostentar, sino que nos indica que es el amor el que corona todas nuestras obras y el que nos eleva a la plenitud de la vida. Como dice San Pablo: aunque entregara mi cuerpo a las llamas y me desgastara por los demás, si no tengo amor no sirve de nada.
Los santos son elevados porque antes en vida supieron abajarse, inclinarse en el servicio generoso y desinteresado a los demás, porque descendieron tanto ahora son exaltados.
El nombre de Mama Antula no sólo está inscrito en el registro de los santos reconocidos por la Iglesia sino que antes ha sido grabado en el corazón de muchas personas que han sentido que sus vidas era tocada por su presencia bendecidora y por su acción bienhechora.
Hoy, María Antonia de San José, como mujer que rompe moldes y esquemas, porque el amor es creativo al infinito, la apreciamos como una mujer fuera de serie. Es un foco de irradiación que genera ganas de contagiarse de su osadía, de su lucidez, de su coraje para nuestro testimonio y compromiso de vida cristiana hoy.
Mama Antula ven a caminar con tu pueblo, para que logremos que todos nuestros hermanos y hermanas sean en esta tierra coronados de la dignidad que merecemos como hijas e hijos del mismo Padre, y en el cielo podamos gozar del amor eterno de la Trinidad Santa.
Que tu nombre sea pronunciado e invocado como quien acude a sus amigos para compartirles penas y frutos con confianza y familiaridad.
Que en el libro de la vida y en el corazón del Padre Dios se escriban nuestros nombres entrelazados a los nombres de muchos otros porque juntos formamos un gran nosotros que nos contiene y sostiene a todos.
Te elevamos en el altar de nuestros corazones, en el corazón de tu querido Santiago del Estero y de nuestra Argentina. Te alumbramos en cada altar de nuestros hogares, iglesias y grutas, en cada rancho y en cada paraje, porque también tu vida fue una estela de luz que dejaste con tu paso entre nosotros. Te ofrendamos la música de los coyuyos y de los montes, del viento y de los ríos, de los bombos, guitarras y violines porque vos también nos regalaste la música del Evangelio de la alegría modulado en los Ejercicios Espirituales.
Hoy, desde Roma, corazón de la cristiandad, el Papa Francisco muestra tu bello y sereno rostro al mundo entero para decirnos: "He aquí una mujer santa que vale oro". Una perla preciosa escondida y encontrada en el campo; que se ha formado en el camino del amor y del dolor, en el silencio de la oración y en el fragor de la misión.
He aquí una santa cien por ciento argentina, de pura cepa santiagueña, fuerte como el quebracho y dulce como el mistol.