Por Guillermo S. Tagliotti.
¡Esto es Central! ¡Esto es Central!
"Rosario Central no tiene historia. Tiene mitología. ¿Cómo no ser hincha, entonces, de un equipo así?", solía jactarse Roberto Fontanarrosa desde la Mesa de los Galanes en el Bar El Cairo. "Es el único equipo que quiero que gane y no me importa cómo juega", afirma el Flaco Menotti. "En cualquier lugar donde esté, veo en directo los partidos", confiesa Fideo Di María. "Es la locura más linda del mundo", para el Chacho Coudet. "¡Esto es Central!", lo resumió magistralmente Miguel Russo.
Es un pase genial del Negro Palma, un recio cruce del Patón Bauza, la palomita de Aldo Poy en el clásico, una diagonal del recordado Chango bandeño Roberto Gramajo para meterse con pelota y todo en el arco rival, una arremetida del Matador Kempes, una enseñanza de maestros como don Ángel Tulio Zof y don Carlos Timoteo Griguol. Es La Academia, ahora simbolizada por la gambeta maliciosa del Bicho Campaz, las atajadas claves de Fatura Broun y el golazo del formoseño de Laguna Blanca, Maxi Lovera.
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Es también la institución con mayor superficie en el país, contando los ¡12 predios! Vale marcar semejante detalle, por el rol social que cumple cada día en su comunidad (practica 25 disciplinas federadas). De prosapia ferroviaria, netamente obrera y popular, la hinchada está entre las más pasionales (80 filiales e infinidad de peñas). Consigna: lo único que no puede tener un jugador auriazul es apatía: hay que tener intensidad y dar lo máximo.
Para terminar, volvamos al hombre que mejor le escribió al fútbol, el querido Negro Fontanarrosa: "Ser canalla es un atributo del alma, esencial para esclarecer razones del corazón que la razón no entiende". Por eso en esta noche con 40° de calor, una térmica ambiental estratosférica y una satisfacción por el título que será eterna, desde el magnífico Estadio Único Madre de Ciudades decimos con orgullo: ¡Esto es Central!