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"¡Tenía al diablo viviendo al lado de mi casa y no lo sabía!", afirman en Coronel Suárez

14/11/2012 17:49 Policiales
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"¡Tenía al diablo viviendo al lado de mi casa y no lo sabía!", afirman en Coronel Suárez "¡Tenía al diablo viviendo al lado de mi casa y no lo sabía!", afirman en Coronel Suárez

HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE EL LIBERAL Y ESTAR SIEMPRE INFORMADOPara una ciudad tranquila, de casas bajas, poco movimiento, vecinos que dejan las bicicletas sin candado y las puertas sin llave, enterarse de que "La chica del Canal 4" está envuelta en un secuestro generó un shock colectivo.

Acostumbrados a cruzarse con Estefanía Heit, a conversar con ella y a verla todos los días en el noticiero, los vecinos de la periodista de Coronel Suárez no logran salir de su asombro ante el descubrimiento de que en su casa estuvo secuestrada tres meses Sonia Marisol.

Carlos, dueño de un taller que se encuentra en la casa de al lado de Heit, manifestó a LA NACION su sorpresa. "A Estefanía me la cruzaba todos los días. Charlábamos sobre cosas cotidianas. Era muy simpática y amable. Le encantaba maquillarse y siempre vestía muy bien", cuenta el vecino.

Lo mismo opina de ella Marina, dueña del almacén de la cuadra, al que Estefanía iba siempre a la tardecita, cuando estaban por cerrar. "Compraba chocolates para 'su amorcito', como le decía a su marido. De los chocolates más caros. También compraba el mejor alimento para sus perros, alguna ensaladita y yogur", dice Miriam.

A veces, Olivera la acompañaba hasta el local, pero se quedaba afuera esperándola. Nunca iba él sólo. De hecho, los vecinos coinciden en que el hombre salía muy poco de la casa. Ni siquiera para hacer tareas básicas, como cortar el pasto. Ese trabajo lo hacía un joven que contrataban o la propia Estefanía.

"Se vestía medio rarito, todo de negro, y muy prolijo. Usaba el pelo lacio y largo. Era un ermitaño. Incluso nos preguntábamos si no se aburriría tanto tiempo adentro de la casa", dice Carlos. "¡Tenía al diablo viviendo al lado de mi casa y no lo sabía!", exclama el vecino.

Quienes sí tuvieron más contacto con Olivera, dicen que cuando hablaba era "encantador". "Era un tipo entrador, te compraba. Nunca hablaba de religión, a pesar de que dicen de que se hacía pasar por pastor", cuenta otra vecina que prefirió no decir su nombre, por la relación que su marido tenía con Olivera.

Una casa que parecía deshabitada

La casa de la calle Grand Bourg al 1800, donde Heit vivía con su marido Jesús Olivera, se convirtió en estos días en un foco de curiosidad. La vivienda ahora está sólo habitada por los cinco perros que, según cuentan los vecinos, eran la obsesión de la periodista detenida.

A través de una de las persianas semilevantadas se puede observar el desorden que quedó en el living tras el allanamiento al lugar: papeles y cuadernos tirados, almohadones en el piso, todo desacomodado. De la biblioteca sólo se alcanza a ver un libro con el título "Rompiendo las cadenas". Al costado, sobre una mesa, un plasma gigante que, según los vecinos, permanecía encendido día y noche. También, a veces, se escuchaba música fuerte que provenía de alguna de las habitaciones.

En la habitación, de decoración austera, puede observarse un guante blanco de box autografiado, sobre una repisa improvisada. En lo que sería una mesa de luz, que parece una especie de camilla, hay una computadora. No hay cuadros ni fotos en ninguna parte.

Los vecinos dicen que cuando la policía revisó el lugar, algunos efectivos se descompusieron por lo que encontraron adentro: mugre y "cosas extrañas".

En la puerta de la casa vecina sigue estacionado el Corsa bordó de Estefanía. Dentro se ve un libro titulado "El toque del maestro: hacia una vida más profunda con Jesús".

El barrio, dicen sus habitantes, siempre fue tranquilo. "Un paraíso", se anima a decir Claudio, que vive a media cuadra de la casa de Heit. A ella y a Olivera nunca los visitaba nadie. Solían ir, muy pocas veces, a la casa de algún vecino amigo. Pero no dejaban que nadie ingresara en su vivienda.

Lo extraño es que nadie vio llegar a Sonia al lugar. Y nunca vieron movimientos extraños, ni autos de desconocidos por la cuadra. "Es un misterio. Te ponés a pensar y no podés creer que esto pasaba a metros de tu casa", dice Marina. Otros vecinos que están en el almacén asienten con gesto serio. La ciudad de Coronel Suárez está conmocionada y espera volver a ser noticia sólo por el polo y Sergio Denis.

Fuente | lanacion.com.ar

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