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El mecánico santiagueño que lo perdió todo, pero que aún tiene fe para salir adelante: "Quiero trabajar"

25/08/2023 01:13 Policiales
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El mecánico santiagueño que lo perdió todo, pero que aún tiene fe para salir adelante: "Quiero trabajar" El mecánico santiagueño que lo perdió todo, pero que aún tiene fe para salir adelante: "Quiero trabajar"

Gustavo Gómez, el dueño del taller mecánico "La Bestia" busca resurgir como el Ave Fénix, después de que un incendio lo dejara en la ruina y con una deuda que supera los 100 millones de pesos.

Después de dos semanas de que una falla eléctrica en uno de los 15 vehículos que estaban en su interior, generara un foco ígneo que acabó con todo el lugar, Gustavo regresó por primera vez al taller del B° Los Inmigrantes junto con EL LIBERAL.

Cada vez que mira los daños y cómo quedó de su taller, Gustavo se pregunta ¿cómo? Hará y ¿cuánto? Le costará levantarlo y volver a trabajar. Hoy está sin nada, perdió todo, menos las ganas de volver a empezar.

"Cuando llegué al galpón y vi que todo estaba envuelto en fuego, lo primero que pensé es en la perra con sus cachorritos que dormían adentro. Me acerqué, pero los Bomberos no me dejaron pasar más, todo estaba envuelto en llamas. En ese momento se me vino el mundo abajo. Perdí el esfuerzo de toda mi vida. Yo empecé debajo de un algarrobo y con unas cuantas herramientas hasta que puede ahorrar para construir todo lo que había logrado y lo perdí en segundos".

Gustavo trabaja como mecánico desde que tiene 20 años. "Siempre me gustaron los autos. Empecé viendo en el taller de un amigo y allí comencé a formarme hasta que logré poner mi taller. Era debajo de un árbol en la vereda de la casa de mi mamá".

"El techo era de nailon, y estaba agujereado. Empecé con mi primo. Si llovía nos mojábamos y los inviernos eran muy duros. Tenía un auto cada tres semanas. Con el tiempo logré alquilar este lugar (el galpón siniestrado) y aquí tenía todo. Vivía del día a día. Quedé sin nada", sostuvo.

El joven mecánico contó que trabajaba con José, su empleado y el mayor de sus cinco hijos. "Esto no era una empresa. éramos un equipo. Yo no venía aquí a hacer de jefe, sentarme y dar órdenes. No. Yo también me ensuciaba las manos para poder llevar la comida a mi casa".

"Este lugar era nuestra casa. Entrábamos a las 8  y salíamos a las 21. Me deprime venir y ver todo esto así. Quedé en bancarrota total".

Consultado sobre la reacción del dueño del galpón que él alquilaba, Gustavo expresó: "Es quien mejor se portó. No me presionó para que refaccionara el lugar, al contrario me ofreció ayuda. Ahora tengo que ver cómo hago para devolver todo. Las ganas tengo, lo que no tengo son los medios".

"No me alcanzará esta vida ni otra para devolver todo. Es muchísimo lo que perdimos", dijo desconsolado. Sobre los dueños de los vehículos consumidos en el incendio contó: "Me duele por todos, pero me pesa más no poder darle una respuesta al dueño de una camioneta Chevrolet S-10 que es de un hombre excombatiente de Malvinas que ahora está enfermo".

Luego expresó: "También estaba el auto del un chico que trabaja como albañil y con mucho sacrificio se había comprado su primer auto y justo le pasa esto. Me gustaría devolverles todo a todos, pero la situación de ellos me afecta, no me deja dormir".

Respecto de los otros dueños de los rodados particulares sostuvo que no tuvo inconvenientes con ninguno. "Son mis clientes de hace muchos años y todos me entendieron. Saben que fue un accidente, que si podría haberlo evitado lo hubiera hecho, pero el cargo de conciencia es mío y eso no me deja en paz".

"Después del incendio estuve tres días sin dormir. Era pensar no solo en mi pérdida sino también en la de los clientes. No podía comer. En mi cabeza solo estaba el ver cómo hacer para reparar los daños".

Sobre el dueño del remís que generó el fuego explicó: "En ese momento estuve enojado. Enojado conmigo y enojado con él. Pero con el pasar de las horas eso cambió porque así como yo perdí todo él también se quedó sin fuente de trabajo. No le guardo ningún rencor, fue un accidente".

Consultado sobre cómo se ve dentro de uno meses, Gustavo explicó: "Siempre fui una persona que pasó por muchas cosas difíciles. Tuve que vivir distintas etapas en mi vida donde pasé hambre, pedía en la calle, viví en la calle", remarcó con sus ojos cubiertos por las lagrimas.

"Tuve la fortuna de llegar al Oratorio Don Bosco y si bien tuve el amor del padre Moreno, me faltó en cariño de una madre, el cariño de un padre y de eso me supe sobreponer. Son golpes de la vida, etapas de superación como esta. Si pude superar eso, también podré con esto", agregó, dejando entrever que por ahora solo le cuesta saber cómo hacer ante la falta de sus herramientas.

Sobre su presente, el joven —padre de seis hijos— sostuvo: "Por ahora la que banca todo es mi señora. Es la que está apoyándome y me levanta y me da ánimos cada vez que quiero caer. Ella es un gran pilar".

Cuando EL LIBERAL le preguntó si tendría la posibilidad de pedir un deseo inmediato, Gustavo respondió que solo pediría "un trabajo". "Es lo único que necesito para empezar, aunque sé que no me alcanzará la vida para arreglar este desastre", remarcó.

"Me encamino en las manos de Dios y en la guía del padre Moreno para poder salir de esto. Me gustaría tener la posibilidad de devolver los vehículos, ahí mi conciencia estaría tranquila. Ahora no tengo ni para comprar una llave", expresó y nos dejó su número de cuenta bancaria para quien quiera ayudarlo: Alias: FTORRES.467.BAP CBU: 4530000800011875446390.

"El padre Moreno me ''''habló'''' y me dijo que todo iba a pasar"

Gustavo formó su familia hace varios años, pero hasta su adolescencia vivió en el Oratorio Don Bosco. "Nosotros somos de una familia de muy bajos recursos. A los 2 años me dejaron en el hogar de niños. Ahí viví 4 años y después me crié en el Oratorio Don Bosco, el padre Moreno me educó y me formó con los valores que hoy en día me hacen ser la persona que soy".

El mecánico reveló que tuvo varias noches de desazón. Los $100.000.000 de pesos que necesita para compensar el daño del fuego le quitaron hasta las ganas de comer.

"En una de mis tantas noches de insomnio y no saber qué hacer, me pasó algo que no sé cómo explicar, pero yo lo escuché al padre Moreno que me hablaba. Fue algo que no sé cómo ponerlo en palabras.

Estaba despierto, pero era como si soñaba. Me acordé cuando él me decía que ''''todo iba a pasar'''' ante alguna adversidad que se me presentaba. Entonces, ahí, una esperanza nació en mí. No sé cuánto me costará ni cuánto tiempo me llevará, pero sé que voy a salir adelante".

Sobre su relación con el padre en los últimos días de su vida explicó: "Me tocó acompañar al padre Moreno durante toda su enfermedad hasta que falleció hace dos meses. Por suerte esto (por el incendio) pasó después porque pude viajar a Córdoba para acompañarlo hasta sus últimos días y después traer sus cenizas al oratorio. Le doy gracias a Dios".

"Sobre llovido mojado": le robaron llantas y cobre del taller en ruinas

Gustavo trabajaba en el taller con su hijo mayor y con su empleado José. Si bien él nunca regresó al predio —que aún permanece tal como el fuego lo dejó— su empleado sí debió hacerlo, pues los vecinos le avisaron que les estaban robando.

Según contó José a EL LIBERAL, cuando se enteró de que le estaban robando las partes quemadas de los autos rápidamente llegó al taller —ubicado en Lamadrid y Bélgica— y notó que faltaban llantas. Además habían destruido alternadores, arranques y otras partes para sacar el cobre. A través de las averiguaciones que hizo en el barrio, determinó que el autor del robo era un joven apodado "Sacha".

José no dudó y se presentó en la casa del acusado, quien reconoció el hecho y devolvió todo lo robado, pero el empleado de Gustavo no quedó conforme, lo llevó y lo entregó en la Comisaría 8ª, donde quedó aprehendido.

Más tarde, sus familiares, al no tener noticias del supuesto ladrón, decidieron dejar escritos en un automóvil Renault 12 —que se encuentra en la vereda del taller— con amenazas. "Que aparezca Sacha, Gordo. Te vamos a prender fuego".

Sobre esta situación, Gustavo se mostró indignado, ya que el acusado solía frecuentar su taller para comer ahí. "Yo le daba ropa, todos los días le daba de comer porque andaba en la calle y esto me genera mucha indignación".

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