Maternidad e informalidad laboral Maternidad e informalidad laboral
Por la Dra. Inés Berniell. Doctora (Ph.D.) en Economía, CEMFI, España. Profesora adjunta Universidad Nacional de La Plata, Departamento de Economía. Investigadora Senior del CEDLAS (Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales, Argentina).
Una “revolución silenciosa” ha marcado el siglo XX (Goldin, 2006). Las mujeres no solamente se han incorporado en forma masiva al mercado de trabajo, sino que también han cambiado el modo de hacerlo: el rol de trabajadoras secundarias fue dando paso al desarrollo de carreras profesionales.
Aunque con cierto rezago en comparación a regiones más desarrolladas, América Latina también fue testigo del avance de las mujeres y la convergencia de los roles de género: hoy en día, un 67% de las mujeres participan en el mercado laboral y ocupan uno de cada dos puestos profesionales y técnicos en la región (Marchionni, Gasparini y Edo, 2019).
Pese a estos progresos, todavía hay grandes brechas de género en los mercados laborales de América Latina: los hombres participan más del mundo del trabajo (27 pp. más que las mujeres), ganan mejores salarios que mujeres con similar formación (17% más altos) y ocupan más del 60% de los cargos jerárquicos (Marchionni et al., 2019).
La maternidad aparece como uno de los factores clave detrás de estas brechas. Dada la convergencia educativa entre hombres y mujeres y el poco impacto de las diferencias en sus características psicológicas (Bertrand, 2018; Blau y Kahn, 2017), el rol aún preponderante de las mujeres como proveedoras de cuidado resulta central para explicar las asimetrías que persisten en el mercado laboral.
Una literatura muy reciente se ha concentrado en medir el impacto de la maternidad usando la metodología de estudios de eventos alrededor del nacimiento del primer hijo. Los estudios se enfocan en países desarrollados como Dinamarca, Suecia, Estados Unidos, Reino Unido, Austria y Alemania (Kleven et al., 2018, Kleven et al., 2019, Kuziemko et al., 2018) y la evidencia es contundente: la llegada de los hijos produce efectos negativos, grandes y duraderos en los resultados laborales de las madres; para los padres, en cambio, no hay ninguna modificación.
A partir del nacimiento del primer hijo, las mujeres reducen su participación laboral, sus horas trabajadas y por ende caen sus ingresos respecto del momento previo al embarazo. Más importante aún, los efectos no se revierten con el paso del tiempo, sino que las brechas laborales que se abren entre padres y madres con el nacimiento del primer hijo persisten muchos años después.
En contraste, poco y nada se conoce acerca del efecto de la maternidad en los resultados laborales para países en desarrollo , y tampoco parece prudente extrapolar resultados de países con contextos culturales e institucionales tan diferentes.
En particular, nada sabemos del rol que podrían jugar ciertas características de los mercados laborales latinoamericanos como, por ejemplo, la existencia de un importante sector informal. En un trabajo reciente, “Gender Gaps in Labor Informality: The Motherhood Effect”, elaborado junto con Lucila Berniell, Dolores de la Mata, María Edo y Mariana Marchionni, evaluamos el efecto del nacimiento del primer hijo para Chile.
En base a datos longitudinales provenientes de la Encuesta de Protección Social (Ministerio de Trabajo y Protección Social de Chile), aplicamos la metodología de estudios de eventos para estimar el impacto causal de la maternidad sobre los resultados laborales de mujeres y varones que tuvieron a su primer hijo entre 2002 y 2016.
De nuestro análisis surgen impactos fuertes, negativos y persistentes del primer hijo sobre los resultados laborales de las madres, pero no de los padres, en línea con los resultados que describimos más arriba para países desarrollados.
Un año después de la llegada del primer hijo las madres chilenas participan un 17% menos que antes del embarazo en el mercado laboral , cae un 20% su probabilidad de estar empleadas, se reducen las horas trabajadas en un 5%, el trabajo a tiempo parcial aumenta en un 40%, el salario horario se contrae un 15% y los ingresos laborales caen un 30%, efectos que permanecen relativamente estables diez años después.
En el siguiente paso exploramos algunos mecanismos que podrían estar detrás de estos resultados. En particular, evaluamos si a partir de la maternidad las mujeres migran a ocupaciones que permiten conciliar mejor el trabajo en el mercado con las tareas de cuidado. En los países escandinavos, por ejemplo, se observa un aumento en la probabilidad de tener un empleo en el sector público a partir de la maternidad.
Para Chile, en cambio, no encontramos evidencia de una migración al sector público, pero sí que luego del nacimiento del primer hijo aumenta considerablemente la probabilidad de las mujeres de tener un empleo informal, fenómeno completamente ausente para los varones.
Considerando que la opción de trabajar a tiempo parcial es poco frecuente en el sector formal pero resulta habitual en el informal (Barrero et al., 2018), estos empleos podrían proveer a las madres cierta flexibilidad necesaria para compatibilizar el mundo laboral y familiar, aun cuando esto implica altos costos en términos de salarios, protección social y acumulación de habilidades.
En este sentido, la informalidad funcionaría como un “amortiguador” del shock producido por la maternidad. De hecho, nuestros resultados sugieren que, en ausencia del sector informal, el impacto de la maternidad sobre la participación laboral femenina en Chile, sería un 35% mayor (caería 23% en lugar del 17% actual).
En América Latina las tasas de informalidad laboral de las mujeres son 20% superiores a las de los hombres (Tornarolli et al., 2014). Nuestros resultados sugieren que la contribución de la maternidad a la formación de esta brecha de género en informalidad es grande.
La flexibilidad intrínseca de ciertos tipos de empleo informal, como el trabajo por cuenta propia no calificado, permite suavizar el impacto de la maternidad evitando que algunas mujeres abandonen el mercado laboral después de convertirse en madres.
Sin embargo, esta flexibilidad tiene un alto costo para las mujeres: renunciar a la protección social contributiva y posiblemente sufrir la depreciación (o falta de acumulación) de habilidades que son valiosas en el mercado laboral. Estos costos pueden explicar, en parte, los resultados pobres de las madres en el mercado laboral incluso mucho después de tener su primer hijo.
La evidencia internacional apunta a la flexibilidad laboral como uno de los mecanismos principales para reducir los impactos negativos del nacimiento de los niños en los resultados laborales de sus madres. Nuestros resultados sugieren que, en América Latina, la flexibilidad que las mujeres no encuentran dentro de sus hogares (por falta de co-responsabilidad) ni en el mercado (por falta de legislación acorde), la encuentran en el sector informal a costa de peores condiciones laborales y de perspectivas de desarrollo de una carrera más acotadas.