Un día cualquiera en la vida de la colonia Un día cualquiera en la vida de la colonia
El estilo frugal y laborioso de
los menonitas está impreso en todos
los aspectos de sus vidas. Isaac
Beckert relata con extrema sencillez
y economía de palabras que todos
se levantan a las 6 de la mañana,
los hombres van a trabajar al campo;
las mujeres lo mismo, pero en
sus casas, y los niños pequeños van
a estudiar en la escuela de la propia
comunidad. Los esposos e hijos mayores
de doce años ordeñan sus vacas
y llevan la leche a la cooperativa,
donde la venden o canjean por otras
mercancías; y se ocupan de las demás
labores agrícolas o sus respectivos
oficios, excepto que el clima lo
impida. Las mujeres lavan, limpian
y cocinan. Almuerzan juntos. Si se
puede descansan, sino trabajan hasta
antes del oscurecer y vuelven a
cenar y dormir hasta el otro día.
Los que venden quesos o viajan a
las ciudades por razones de salud o
compras, parten temprano y regresan
antes del anochecer.
Sus creencias
Los menonitas son un desprendimiento
de los Anabautistas, que
se separaron de las iglesias luteranas
y reformadas en Holanda y Suiza
en el siglo XVI. Fue un sacerdote
católico holandés, Menno Simons,
quien le dio nombre a su movimiento.
Sus seguidores fueron llamados
comúnmente “discípulos de Menno”
y con el tiempo simplemente
“menonitas”.
Los varones se bautizan a los 18,
para aceptar sus responsabilidades,
y no se casan sin bautizarse antes.
Para las mujeres no es requisito
indispensable, pero igualmente se
bautizan al cumplir los 18.
Don Isaac Beckert relata que trabajan
todos los días, excepto los domingos,
en que solamente ordeñan
sus vacas (única tarea que no se puede
obviar). Luego van a su reunión religiosa
que dura alrededor de una hora
y media, donde el obispo de la comunidad
y algunos curas que lo ayudan
leen la biblia e imparten el sermón.
No tienen comunión ni consumen ostias
o algún equivalente.
Celebran las principales fiestas
religiosas cristianas como la Navidad,
el 25 de diciembre; Semana
Santa y Reyes. Esos son días especiales
y, al igual que los domingos,
aprovechan para reunirse en familia
y las mujeres preparan comidas especiales
que luego todos comparten.
La educación
Los menonitas no van a escuelas
seculares y cuando se los quiso obligar
a cambiar éste u otro aspecto de
sus costumbres más acendradas,
simplemente migraron a países con
mayor tolerancia, con el principal
argumento a su favor de su laboriosidad
y lo pacífico de su conducta.
Entre los seis y los doce años las
niñas y hasta los 13 años los varones,
asisten a una instrucción propia
en la que aprenden el idioma
alemán antiguo; también a leer, escribir
y hacer cálculos.
A partir de allí se dedican a lo
mismo que sus padres: trabajar.
Sus comidas
A pesar de sus orígenes germanos,
en realidad los colonos de Pampa
de los Guanacos llegaron al norte
de Santiago del Estero con costumbres
mejicanas, ya que provienen de
los grandes asentamientos de Durango.
Por eso Juan Klasen, tesorero de
la cooperativa menonita y apoderado
de esta comunidad, relata: “Nos
gusta la comida con mucho picante,
como los mejicanos”. Amplía luego:
“Hacemos la tortilla de maíz, luego
le ponemos carne de vaca, de pollo o
de cerdo, verduras y picantes”.
Por lo demás, los menonitas en
general se adaptan a las costumbres
alimenticias de donde se radican,
por lo que aquí también disfrutar de
los guisos y los asados, por ejemplo.
En general “los menonitas son
grandes consumidores de lo que
ellos mismos producen, como carne
de vaca y verduras”, describe Klasen
desde la proveeduría de su colonia.