“ME INSPIRÉ EN LA MIRADA PERTURBADORA DE VIDELA” “ME INSPIRÉ EN LA MIRADA PERTURBADORA DE VIDELA”
Prima facie, Marcelo Pozzi es el actor que interpretó a Videla en la película Argentina 1985. También se lo recuerda como el ya icónico cocinero que consolaba al personaje de Erica Rivas, en el último episodio de Relatos Salvajes, “Hasta que la muerte nos separe", cuando ella se asoma al balcón del lugar de la fiesta de casamiento, y llora cual Magdalena sus penas por el marido infiel. Aquel recordado: “sonaste pichona” quedó para la memoria colectiva de los casi cuatro millones de espectadores de la fantástica película de Damián Szifrón.
Hoy está nuevamente en la consideración popular por su fantástica actuación en Argentina… encarnando a Jorge Rafael Videla, en la composición gestual de un personaje casi sin parlamento, pero por su gran significado en la historia argentina reciente. Sus medios gestos y su impertérrita lectura de la Biblia en el alegato de Julio Strassera (interpretado por Ricardo Darín) no pasaron desapercibidos. En tal sentido, El Liberal habló con el actor, hizo un recorrido de su carrera y hasta, el actor, se atreve a aventurar una opinión acerca de las posibilidades de la película de Santiago Mitre, de erigirse con el Oscar el año venidero.
UN ACTOR DE RAZA
Marcelo Pozzi es lo que en buen castizo se diría un “actor de raza”. De esos que tienen en claro que las tablas eran el lugar donde quería permanecer la mayor parte de su vida, sino toda ella. Con las cosas debidamente claras, apenas terminó la secundaria, supo que quería ser actor “y hacia allí me dirigí”, enfatiza. En efecto, hizo lo que cualquier intérprete que se precie de tal haría: estudiar. Fue el teatro el que le dio las grandes satisfacciones de su carrera. Y Pozzi define su pasión por las tablas cuando dice: “en el teatro uno tiene la percepción de la relación directa con la gente, es contar en vivo una historia y se entabla una relación con el púbico que no ocurre en otros formatos”. “La actuación era para mí, desde el principio, una experiencia visceral. Eso sí, estudié porque la formación es fundamental. Te da herramientas para saber cómo jugar a favor de la composición de un personaje”.
Alguna vez, cuenta la leyenda, alguien le sugirió a Barbra Streisand, operarse la nariz. Marcelo Pozzi no pasó por ello porque el tipo de actuación que él elegía, tenía que ver con lo serio. Era una disciplina, casi en contraposición a la presunta “frivolidad” de la televisión. “Con esto no quiero decir que el teatro sea superior, un espectáculo teatral, puede o no ser bueno”. Pero volviendo a los paradigmas estéticos, Pozzi afirma: “nunca pasó por ese lado mi ambición actoral, lo mío funcionó en ver cómo abrir el juego desde la formación y recibí muchas gratificaciones. Al fin y al cabo, uno elige en la profesión como en la vida, cómo ser”.
Nunca fue a un casting, siempre lo llamaron para los papeles que personificó. “Me aburren” (las audiciones) afirma, y agrega “trato de ejercer esta profesión como yo quiero, hacer lo que me gusta, ser auténtico y único, no copiar. Yo disfruto actuando. Es como en la vida, hay que disfrutar de lo que se hace y así siempre sale bien. No podría haber sido un actor mediático”. Evidentemente, Marcelo Pozzi le envía señales positivas al universo y éste lo escucha porque su carrera nunca se detuvo.
AQUEL MARAVILLOSO PERSONAJE DEL COCINERO EN “RELATOS SALVAJES”
Damián Szifrón ya estaba armando su monumental película: Relatos Salvajes. Necesitaba a alguien que personificara el cocinero de la terraza que se encuentra con una desconsolada Romina (interpretada por la Rivas) en el último relato.
Por obra y gracia de su relación con el pródigo universo, sin casting mediante, el director de los Simuladores y de Tiempo de Valientes, lo había visto actuar en teatro. Especialmente en la obra “Yo no duermo la siesta”, dirigida por Paula Marull, a la sazón cuñada del rubio director. Lo vio y decidió que era el actor ideal para aquel personaje. “La convocatoria llegó en un momento muy especial de mi vida, acababa de fallecer mi mamá. Y la experiencia fue intensa”.
Fue una movilización productiva extraordinaria, al punto tal que la escena de Erika Rivas, vista desde el cielo, asomada al balcón de la terraza, con su amplio vestido blanco volando con el viento, fue tomada desde una grúa.
“Al ver todo el despliegue, yo me dije-afirma Pozzi- ¿qué hago aquí? “
No escatima elogios hacia la persona de Erica Rivas. “Ella, con mucha más experiencia, fue muy generosa y cariñosa conmigo”.
Tampoco ahorra elogios hacia Szifrón “es detallista y amoroso”. Cuenta de la cantidad de tomas de cada escena y la fascinación de éste con el cine que da para escucharlo horas. En definitiva- resume el actor “esta profesión se hace con amor, y cuando esto ocurre, se nota. “El amor atraviesa”.
No deja de sentir orgullo por el mimo que significó el lugar preponderante que le dio la crítica a la película, a nivel internacional y el hecho de que fuera nominado, nada más y nada menos, que para el premio Goya como mejor actor de reparto en ese film. Pero tiene una opinión muy particular sobre lo que significan los éxitos y los fracasos.
“Alguien dijo alguna vez, la alegría de un éxito dura dos días, la tristeza de un fracaso, también”.
CINE VS. TEATRO
Luego de su paso casi fugaz, por el cine, Marcelo Pozzi tiene su opinión muy formada sobre el séptimo arte.
“Es muy exigente- dice- tienes poco tiempo y no hay casi margen para el error”.
Sobre ese modo especial de manejar su carrera, eludiendo los castings, siempre tuvo suerte. Tanta suerte que Mariana Mitre (hermana de Santiago Mitre, director de Argentina 1985) lo llamó para el papel más resonante de estos días en su carrera. Nada más y nada menos que el del genocida Videla. Mariana (Mitre) me explicó que la decisión final de su elección era tomada por varias personas. Entre ellos, los productores de Amazon, (plataforma en la que también se puede ver la película).
En cuanto a la composición del personaje, dice Pozzi “fue sólo tintura en el pelo (durante seis meses) por las pruebas de cámara y dejarme crecer los bigotes. Cuando me vi por primera vez, ¡no podía creer el parecido!” lo dice con sumo énfasis.
Sobre el temor a encarnar un personaje tan odiado y controversial, dijo no haber tenido temores que no fueran los meramente artísticos. “Mi preocupación era estar a la altura de las circunstancias”. Y agrega sobre los soportes a su composición del personaje: “Mitre, el director, fue en ese sentido muy meticuloso, me alentaba y ayudaba. Siempre un aliento oportuno ayuda a seguir adelante”. Tampoco escatima alabanzas hacia Mariano Llinás, a la sazón, coguionista de la película.
Igualmente, el logro actoral fue impresionante, y tratando de esculcar el modo en que lo consiguió, afirma:
“El juego de actuar es tremendo siempre, debes empezar a empatizar con el personaje y eso es lo que hice” concluye Pozzi.
“Actoralmente era muy pequeño lo que tenía que hacer. Así que me puse a buscar todo material posible en internet y me encontré con el auténtico alegato de Julio Strassera. Siempre las tomas de los militares eran de espaldas. Hasta que, en un momento, cuando se levantan todos, enfocan a Videla y pude ver una mirada perturbadora. De ahí arranqué a trabajar en el papel. Creo que cuando lo vi, algo se metió de Videla en mí”.
Y en este punto, reitera la confianza que te imprime el director, “el muy bien oportuno, las indicaciones precisas, la mirada del director, todo aporta, nada se decide solo”.
LA PELíCULA Y LA GRIETA
Ante la pregunta sobre si la película separó más la grieta o si fue al revés, si de alguna manera fue sanadora, en principio Marcelo Pozzi afirma ser un poco escéptico sobre que el arte cambie las cosas, “no vivo en esa ilusión”, afirma. Pero ante la insistencia de la pregunta, en la argumentación de que tal vez, las expresiones artísticas, aunque efímeramente puedan cambiar a la gente, Pozzi dice que siempre existieron diferencias en nuestro país y hablando sobre la película en particular concluyó que en algún punto cree que fue sanadora, dado que ayudó a la reflexión, y unifica a todas las personas de bien.
“De ambos lados nos han defraudado los gobiernos, siempre nos defraudan”, dice. Y en tal sentido cree que Argentina 1985 pudo haber colaborado a encontrar algún punto en común.
LOS MUNDIALES Y LA POLíTICA
Mundial de fútbol Argentina 78. Hay una foto muy significativa, la de Videla entregándole la copa del mundo a Daniel Passarella, entonces capitán de la selección argentina. En aquel momento hubo una connotación ideológica que se le atribuyó al mundial. La asociación del uso político del fútbol es una pregunta casi inevitable. Y en tal sentido Pozzi afirma que más allá de la oscura historia que circundó a aquel mundial que se llevó a cabo en nuestro país, considera que el actual campeonato mundial de Qatar y la expectativa argentina por ganar, es algo celebrativo. “Prefiero obviamente que ganemos, siempre es preferible la alegría, por efímera que esta sea”.
SOBRE LOS PREMIOS
“Con el teatro, recibí varias nominaciones a los ACE, y perdí todas las veces”, y con su filosofía de alegrías y tristezas de momento, y de pensar que un premio puede terminar siendo un adorno en una repisa, dice que prefiere poner sus energías en tratar de hacer de su vida lo mejor posible.
AND THE OSCAR GOES TO...
Argentina 1985 suena ya como candidata. Aunque por ahora sólo la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina (AACCA) la propuso para representar a nuestro país y falta mucho aún, las posibilidades de que gane, existen. Sobre dicha posibilidad dice: “me
encantaría, obviamente. Además, tiene elementos que pueden ser favorables, la temática le interesa mucho a Hollywood”, aunque afirma no entender mucho del universo de la meca del cine.
“Yo a esta altura ya la veo como un espectador más, y está muy bueno eso”.
No deja de pensar en los antecedentes de Argentina y el Oscar: La historia Oficial y el Secreto de sus Ojos, que tocaban la temática política, una, centralmente, la otra de soslayo.
En tal sentido no escatima las posibilidades de la película con el preciado galardón.
LOS REALITIES Y EL MUNDO MEDIáTICO
Muy alejado de la postura de “no ver televisión”, al contrario, admitiendo que puede ver todo, no deja de pensar que los realities y los programas que abrevan de ellos, afirma: “son un mundo con el que no puedo empatizar”.
Por lo demás sigue con su gran amor: el teatro, actualmente con Luz Testigo, obra que recibió grandes mimos de la crítica, bajo la dirección de Javier Daulte y refiere que el proyecto, para el año venidero es con el mismo elenco, e igualmente con todas las obras en cartel, que se repondrán en 2023. Cuenta sus proyectos teatrales y destila entusiasmo.
Evidentemente Marcelo Pozzi es un actor con todas las letras, que hizo su camino, con los objetivos claros, y a la luz de sus logros, no se equivocó.
En la vida y en la profesión.