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EL LIBERAL . El Evangelio

Soy la vid, vosotros los sarmientos

22/07/2022 22:54 El Evangelio
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Soy la vid, vosotros los sarmientos Soy la vid, vosotros los sarmientos

En aquel tiempo, dijo Jesús

a sus discípulos: «Yo soy

la verdadera vid, y mi Padre

es el labrador. A todo sarmiento

que no da fruto en mí

lo arranca, y a todo el que da

fruto lo poda, para que dé

más fruto. Vosotros ya estáis

limpios por la palabra que os

he hablado; permaneced en

mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no

puede dar fruto por sí, si no

permanece en la vid, así tampoco

vosotros, si no permanecéis

en mí.

Yo soy la vid, vosotros los

sarmientos; el que permanece

en mí y yo en él, ese da

fruto abundante; porque sin

mí no podéis hacer nada. Al

que no permanece en mí lo tiran

fuera, como el sarmiento,

y se seca; luego los recogen y

los echan al fuego, y arden. Si

permanecéis en mí y mis palabras

permanecen en vosotros,

pedid lo que deseáis, y

se realizará. Con esto recibe

gloria mi Padre, con que deis

fruto abundante; así seréis

discípulos míos”.

“Yo soy la verdadera vid, y

mi Padre es el labrador”

Hoy el Evangelio nos habla

de la «vid y los sarmientos”

para expresarnos la relación

vital existente entre

Jesús y el creyente, entre la

Palabra de Jesús y el que la

acepta como propia. La comparación

que nos pone resalta

la compenetración que tiene

que haber entre Jesús y el

creyente, entre el redentor y

el redimido.

La salvación, viene a decirnos

el Señor, es un regalo

de Dios, pero no se opera de

un modo mágico. Insiste en

la necesidad de permanecer

unidos para dar frutos, guardando

los mandamientos y

manteniendo el amor mutuo.

Quienes escuchaban a Jesús

comprendían bien el alcance

mesiánico de su mensaje

ya que, a través de la Sagrada

Escritura, el pueblo de

Dios fue comparado en muchas

ocasiones con la «viña”:

una viña cuidada con gran cariño

por Dios y, sin embargo,

ella le responde con amargos

frutos.

El labrador cuida con

gran atención y cariño sus

viñas para que no se deterioren

y arruinen.

Dios cuida

de nosotros, pero debemos

dejar que nos atienda, que

nos «pode”, que corte sarmientos

inútiles.

Si no le dejamos actuar,

si nos desentendemos de él,

quedaremos arruinados. Seremos

como esos sarmientos

que, desgajados de la cepa,

se secan y solamente sirven

para ser quemados.

La unión con Cristo es indispensable

para dar fruto.

¡Es imposible ser eficaces

cristianamente si no estamos

unidos a él! Ser cristiano exige

vivir unido a Cristo.

Sin esta unión de amistad

seremos miembros secos

en su Comunidad, en su

Iglesia: «el que permanece en

Mí y yo en él, ése dará mucho

fruto”. Por eso el Señor afirma

que «sin Mí no podéis hacer

nada”.

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