Llosa se dio el gusto de llevar ''''Distancia de rescate'''' al cine Llosa se dio el gusto de llevar ''''Distancia de rescate'''' al cine
La realizadora peruana Claudia Llosa dirigió y coescribió "Distancia de rescate", película de terror psicológico que se ve por Netflix, que adapta la multipremiada novela homónima de Samanta Schweblin y que explora los miedos que rodean a la maternidad y la vana búsqueda por asegurar un siempre elusivo control.
"El miedo puede ser una herramienta muy poderosa y positiva, pero en su debida escala", explicó en charla con Télam la director.
"Distancia de rescate" es el cuarto largometraje de la también sobrina del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, y el tercero consecutivo en el que indaga sobre la maternidad.
La escribió a cuatro manos junto con la propia Schweblin, con quien procuró asegurar que el estilo sugerente y sutil, inquietante y a menudo hasta angustiante que caracteriza al libro tuviera una eficaz transposición al audiovisual.
La cinta parte del relato agónico de Amanda (la española María Valverde), mientras busca darle sentido a la vida que se le escurre entre los dedos. En un terreno más allá del plano de lo real -¿un delirio febril? ¿el umbral entre la existencia y el más allá?-, Amanda conversa con un chico de la zona llamado David.
Guiada y a veces forzada por la voz del joven, repasa la llegada junto a su pequeña hija Nina a un aparentemente idílico pueblo campesino donde pasarían unas vacaciones de verano. Allí conocería a la tan fascinante como escalofriante Carola (Dolores Fonzi) y se introduciría poco a poco en un entorno natural que escondía amenazantes presencias.
¿Cómo nació tu atracción por esta historia?
La leí como una lectora sin ninguna otra intención, no estaba buscando un texto para adaptar. La leí de una sentada, me atravesó, y tuve la sensación de "tengo que hacer esto". Casi en ese impulso le escribí a Samanta, y tuve la suerte de que ella se tenía que ir a Madrid, con lo cual me fui a verla (Llosa vive en Barcelona). Nos encontramos a tomar un café, y fui con dos ideas muy claras sobre la adaptación. Una de ellas era sostener ese diálogo, esa conversación entre Amanda y David a modo de voz en off a lo largo de la historia como para crear esta sensación casi expandida del relato. Una conversación interviniendo con los diálogos que van ocurriendo en la imagen y al mismo tiempo con el espectador.
La otra tenía que ver con la espacialidad, porque eso que en el libro puede no tener un lugar en el cine tiene que estar, y tenía una propuesta en ese sentido.