Siento que llegué a un techo Siento que llegué a un techo
con vida gracia al deseo.
Por esa razón, si uno aspira a vivir
muchos años, debe convertirse
en una persona deseante. Hoy en
día muchos, debido a las dificultades
que enfrentan, han dejado de
desear cosas y sienten que no tienen
ganas de seguir adelante.
El deseo nos mantiene vivos
porque desear cosas consiste en
estar siempre insatisfecho. Por
ejemplo, si hoy vos tenés una moto,
mañana querrás venderla y
comprar un auto. Entonces, cuando
tus hijos te digan: “Quiero tal
cosa”, no les respondas: “Eso no
se puede”. Con esa simple frase,
uno les está anulando el deseo.
Lo más aconsejable es permitirles
desear siempre algo porque el
deseo es un motor que los motiva
a la acción. Todos, seamos niños
o adultos, tenemos la necesidad
de desear. Pues deseo y esfuerzo
van de la mano. Aquí debemos
marcar la diferencia entre deseo y
necesidad. La mayoría de la gente
confunde ambos conceptos.
Necesidad es algo que preciso
para vivir y, si no lo tengo, podría
morir. Por ejemplo: respirar,
comer y dormir. ¿Yo necesito o
deseo respirar, comer y dormir?
Lo necesito porque, si no respiro
ni como ni duermo, perdería la vida.
Pero hay personas que expresan:
“Necesito una
mujer o un hombre”,
cuando
en verdad
no necesitan
eso, ya
que pueden
vivir
perfectamente
sin
alguien a
su lado.
Recordemos que nuestras necesidades
están relacionadas con
la supervivencia; mientras que
nuestros deseos, no. No necesitamos
una pareja, sino que la deseamos.
Y todos podemos vivir
sin un compañero o una compañera.
Es importante comprender
esta diferencia para evitar sufrimiento
innecesario.
Otra diferencia radica en el hecho
de que la necesidad es objetiva.
Si yo necesito respirar, lo
satisfago respirando. En cambio,
un deseo puede ser satisfecho
de diversas formas. Si yo deseo
tener un auto, pero no lo tengo
aún, para moverme de un lugar
a otro puedo caminar o viajar en
bicicleta o en colectivo. El deseo
nos ayuda a hacer uso de nuestra
creatividad.
Es por ello que debemos pararnos
sobre nuestro deseo, sobre
todo cuando sentimos que
nos faltan fuerzas. Veamos ahora
tres variables sobre la cuestión
del deseo que he recogido de
la interacción con la gente a lo largo
de los años. Muchos expresan
lo siguiente:
• No sé lo que quiero. Si no sabés
lo que querés, es conveniente
comenzar con algo porque, al accionar,
se irá aclarando tu mente.
• Empiezo muchas cosas y no
termino nada. Quien experimenta
esta situación, por lo general, está
esperando el momento adecuado.
Pero… ¡este no existe! Tenemos
que movernos en un mundo
con circunstancias que no siempre
son ideales.
• Llegué a un techo y ya no
puedo crecer más. Si alcanzaste
un techo, mejorá eso. Si sos jefe
en tu trabajo y ya no podés ascender
más, convertite en la mejor
versión de jefe que puedas ser.
¿Tenés en claro tu deseo? Te
animo a mirar hacia adentro para
descubrirlo. Cuando lo descubras,
nunca más precisarás que alguien
te motive para seguir adelante.