Ante la posibilidad de la segunda ola, aconsejan tratar de gestionar el agotamiento que provoca

Frente al aumento de casos que se viene sosteniendo en las últimas semanas, se encendieron las alertas por una inminente segunda ola de coronavirus, cuando la cantidad de población vacunada contra la enfermedad está lejos de ser la ideal.

Y mientras una porción de la comunidad ya hace caso omiso a las recomendaciones de mantener las medidas de prevención, en otros la preocupación comienza a afectarlos de modo significativo desde lo emotivo, por la angustia que ocasiona imaginar otro escenario de encierro, como el del año pasado.

“Esperar una segunda ola sin ponernos mal, implica aceptar el malestar que genera y tratar de gestionar el agotamiento que da”, explica la psicóloga Emily Azar respecto de esta situación.

La licenciada Azar analizó que “el miedo ya se ha instalado y algunos, como descreyendo de la situación, o por el agotamiento de haber estado sometidos a ciertas normas, hacen que haya un descreimiento hacia el virus”.

“Sin embargo, al haber un aumento de contagios, se empieza a confirmar la existencia real del virus, y comienza a justificarse el estar en la casa, juntarse pocas personas, es como que hay una mezcla de adherencia a las medidas de protección y la rebeldía hacia estas medidas, por el cansancio”, describió la situación.

Confirmó que en una segunda ola se empezará a ver “el aumento de los casos de depresión, en el sentido de que se ha pasado a duras penas el primer confinamiento, y la perspectiva de una nueva ola, de la posibilidad de volver a estar en las casas, genera temor porque ha sido muy difícil la convivencia con algunos seres queridos. Hay que ver el contexto particular en el que se da esa posibilidad”.

“No debemos caer en pensar que todo se acaba”

“No debemos caer en pensar que todo se acaba”

Sobre cómo sobrellevar esta situación, luego de la experiencia vivida durante la primera ola de la enfermedad, la licenciada Azar sostuvo que es fundamental saber manejar las emociones y mejorar lo que se hizo mal o se dejó de hacer el año pasado.

“Primero hay que ver qué cosas nos han funcionado, o sea los factores que uno tiene ante situaciones difíciles en las que se va a apoyar. Lo segundo es ver cuáles son las falencias que uno ha tenido para poder mejorarlas, sobre todo si se ha infectado y está la posibilidad de volver a infectarse”, enumeró.

Comentó que los profesionales de la psicología vienen “trabajando mucho en el tema de la aceptación de las emociones”, lo cual sorprende y ayuda mucho al paciente.

“Cuando hablamos de emociones, encontramos seis, siete, diez, quince, y la realidad es que tenemos más de 400 y pico de emociones que podemos reconocer que nos pasa, y cuando le mostramos eso al paciente, se sorprende y encuentra mayor claridad. La idea es ir teniendo claridad sobre las emociones; cuál es la emoción para poder gestionarla y ver qué es lo que genera el malestar”, puntualizó.

Pensamiento negativo

También hizo referencia a los errores que se cometen, y que llevan a lo que los especialistas llaman “circuito en bucle negativo”, en el cual “se empieza a pensar en las preocupaciones que se tienen”, y se cae en “pensar más en el error, en la nube negra, lo se tiene que resolver, y en realidad eso no es así”.

“Es normal que no haya tanta alegría; que las personas se empiecen a confundir en las sensaciones que pasan, porque hay una sensación no solo de impotencia, de incertidumbre, y pensar en cuándo será el final pasa a ser una cuestión de desesperanza total, en la que se irán viendo las dificultades para atrasar los duelos, lo que se ve mucho ahora con el tema de la reinserción laboral presencial y a las clases”, explicó.

Finalmente sostuvo: “Hay que sostener una ilusión apoyada en lo que se tiene; las personas que se tiene para compartir, para desahogarse, la noción de que los tiempos que tenemos hoy son más largos de espera, y fundamentalmente no esperar caer en el pozo para buscar ayuda, porque se debe tener en cuenta que los índices de suicidios han aumentado, por lo tanto es imprescindible que la población que se siente en riesgo, comunique. Lo importante es no empezar a caer en la percepción de que todo se acaba”.