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EL LIBERAL . Santiago

La violencia política en la historia argentina

12/01/2020 04:11 Santiago
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La violencia política en la historia argentina La violencia política en la historia argentina

 Los albores de la Patria fueron épicos, ya que desde el mismo momento de la Revolución de Mayo, quienes tomaron a su cargo las funciones de gobierno fueron los responsables de la organización de los ejércitos que partieron a defender los episodios de mayo de 1810, frente a la previsible reacción del imperio español. El 14 de junio de ese año es firmada por la Junta Gubernativa del Río de la Plata una orden para la reunión de tropas destinadas a combatir la contrarrevolución originada en Córdoba, tropas que partieron de Buenos Aires el 7 de julio al mando de Francisco Ortiz de Ocampo, con la supervisión política de Hipólito Vieytes. También el 22 de setiembre, una vez que fracasaron las gestiones para subordinar el Paraguay a las autoridades porteñas, se formó una fuerza destinada al Litoral, con destino a  Asunción, que se puso en marcha inmediatamente comandada por Manuel Belgrano, que resumía en sí las dos tareas: el mando militar y el comisariato político.

   Estas fuerzas militares se convirtieron en ejércitos regulares con escasa preparación, pero con el fin claro de enfrentar a los ejércitos oficiales del imperio español. El proceso revolucionario, liderado precaria y duramente desde Buenos Aires acompañada por las provincias interiores, comenzó a mostrar, sobre todo en la región de los ríos de la Plata, Paraná y Uruguay, resistencias acompañadas por el surgimiento de personajes, rápidamente conocidos como caudillos. Las figuras del oriental José Gervasio de Artigas, el entrerriano Francisco Ramírez y los santafesinos Francisco Candioti y Estanislao López iban a convertirse a partir de 1813 en los principales adversarios del predominio porteño, y la organización de la Liga de los Pueblos Libres fue el mayor desafío interno que las Provincias Unidas del Río de la Plata sufrieron para la consolidación del proceso independentista.

   Este tiempo puede ser considerado como la primera fase de las guerras civiles argentinas, ya que los objetivos políticos de los diversos actores se enfrentaron violentamente respecto a la forma de organización del estado en ciernes, aunque compartían la condición de anti-imperiales contra España. Llama, sin duda, la atención la estabilidad del proceso de guerra de los revolucionarios contra los ejércitos imperiales, que no cejó en ningún momento a pesar de los conflictos internos. Hoy compartiremos el inicio de este proceso político violento que se desata en 1812 entre el centralismo porteño y los caudillos del Litoral, que provocó un escenario de varios frentes de batalla para todos los patriotas que participaron del inicio de nuestra historia. 

La Asamblea General Constituyente de 1813 

   El Segundo Triunvirato surge de la revolución del 8 de octubre de 1812, encabezada por Carlos de Alvear y José de San Martín, ambos líderes de la Logia Lautaro, y ya consolidado decide dar el primer paso hacia la organización de un estado con gran autonomía, y convoca el 24 de octubre a la Asamblea del año XIII, determinando la cantidad de diputados de la capital de las Provincias Unidas (4), de las capitales de las provincias existentes (2), de las ciudades dependientes de aquellas (1). A San Miguel del Tucumán se la distingue con 2 diputados por el triunfo en la batalla del 24 de setiembre de ese año. Por Santiago del Estero fue elegido el cura Mariano Perdriel. La convocatoria fue inicialmente exitosa, ya que asistieron representantes del Alto Perú (Chuquisaca, Potosí, Mizque), Córdoba, Salta, todas las ciudades con cabildo del actual territorio argentino, presentes en la sesión inaugural del 31 de enero de 1813, presidida por Alvear, en la que por primera vez los representantes no juraron fidelidad a Fernando VII, que estaba rumbo a su restauración como monarca español, hecho que se produciría en 1814.

   El primer gran choque político fue la pretensión de reemplazar la representación de las provincias por la de la nación, anticipando una idea centralista, criterio que fue muy discutido. Pero lo que desató un enfrentamiento que puso en riesgo el proceso emancipador fue la elección de los diputados orientales por el Congreso de Tres Cruces, convocado por José Gervasio de Artigas, el caudillo líder popular de la Banda Oriental, quien abre la reunión diciendo: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana”. El ya existente conflicto con las autoridades porteñas derivó en el envío de representantes elegidos por esta reunión y no por los cabildos, tal como había sido establecido en la convocatoria original hecha por el Triunvirato. Sin que exista documentación que avale la forma en que fueron redactadas, el Congreso de Tres Cruces dictó las “Instrucciones del Año XIII”, que establecieron una serie de condiciones para la participación de los orientales en la reunión de Buenos Aires.

   Por eso, el plenario de la Asamblea del año XIII decidió rechazar la incorporación de los diputados que respondían a Artigas, salvo los casos de Dámaso Larrañaga por Montevideo y Dámaso Gómez Fonseca por Maldonado. Esto tensó las relaciones a tal punto que a inicios de 1814, ya existía un estado de guerra entre las tropas que respondían a Rondeau y las milicias orientales al mando de Artigas. Es bueno recordar que para el maestro Félix Luna, Artigas era el más “argentino de los caudillos federales”, ya que el conflicto político que se desata no implicaba traición al ideario autonómico que se iba convirtiendo en independentista, sino de estricta lucha por la conformación del estado a organizar.

   La caída de la plaza fuerte de Montevideo en poder de los españoles el 23 de junio de 1814 fortaleció la política del gobierno de Buenos Aires, que ya disputaba el dominio del territorio oriental con Artigas, quien había encabezado el “éxodo oriental” retirándose hacia el río Uruguay, haciendo fracasar el armisticio de 1811 entre el general José Rondeau y el virrey Javier de Elío, último jefe del virreinato del Río de la Plata, por entonces con capital en Montevideo. Artigas acompaña el sitio de Montevideo desde 1812, pero luego rompe con el jefe militar nombrado en Buenos Aires, José Rondeau, donde ya el gobierno estaba en manos de un director supremo. La batalla de Guayabos, donde las tropas directoriales al mando de Manuel Dorrego son vencidas por Fructuoso Rivera, aliado de Artigas el 10 de enero de 1815, provoca el abandono de la Banda Oriental por el gobierno de Buenos Aires. 

   Para entonces, Artigas logra articular la Liga de los Pueblos Libres, a la que adhieren Entre Ríos, Corrientes, los territorios de las Misiones, Santa Fe y Córdoba. El caudillo oriental es reconocido como “Protector de los Pueblos Libres” y la alianza enfrentará simultáneamente la guerra contra España, la invasión portuguesa a la Banda Oriental y la lucha contra el gobierno directorial de Buenos Aires. Para entonces, Artigas domina el territorio oriental, logra imponer a Candioti como gobernador en Santa Fe y fortalece su alianza con el entrerriano Ramírez, que logra más adelante afianzarse como caudillo del río Uruguay. Es entonces cuando Artigas convoca a una reunión de diputados en Concepción del Uruguay, capital de Entre Ríos por entonces, que se reúne a partir del 29 de junio de 1815.

 

El Congreso de los Pueblos Libres de 1815

Vale destacar que sólo hay documentación referida a dos sesiones del Congreso de Oriente, como también se lo llama. La carta de Artigas al cabildo de Montevideo habla de que: “Ya reunidos en esta villa de la Concepción del Uruguay, en 29 del corriente, expuse lo urgente de las circunstancias para no dejar en problema estos resultados. Califiqué las proposiciones que por ambas partes se habían propuesto, su conveniencia o disonancia en todas y cada una de sus partes, y después de muchas reflexiones, resolvió tan respetable Corporación, marchasen nuevamente ante el gobierno de Buenos Aires cuatro Diputados que a nombre de este Congreso General, representasen la uniformidad de sus intereses y la seguridad que reclaman sus provincias”. Esta es la única consecuencia documentada de la reunión: el envío a Buenos Aires de cuatro delegados para negociar el fin de la guerra civil.

  A pesar del carisma de Artigas, éste no logró la constitución de un gobierno centralizado, y tampoco la coordinación de las fuerzas militares, que debían atender demasiados frentes de batalla: contra el Directorio de Buenos Aires, a cargo del gobierno de las Provincias Unidas; contra la invasión desde el Brasil, donde residían los reyes portugueses María I y Juan VI; y contra las revueltas provocadas por los soldados españoles que respondían al rey Fernando VII.

   Es importante conocer que en estos tiempos comienzan a perfilarse las dos tendencias que transitarán los siguientes sesenta años de vida argentina: el federalismo y el unitarismo, pero que en la década de 1810 no conforman estructuras sólidas, ni ideológica ni prácticamente. Los caudillos se dividirán entre los que se mantienen dentro de las Provincias Unidas, como el salteño Güemes y el cordobés Díaz, y los que adhieren a la Liga de los Pueblos Libres, a pesar de la idea en común de una unión federal entre las provincias ya existentes y las por venir. Otro hecho que no ha sido destacado por el relato histórico a través de los años, es que participaron en todos los ejércitos, regulares y de milicias, negros esclavos que obtenían la libertad en la lucha, e indios de las distintas etnias que habitaban el territorio, destacándose la participación de charrúas en la Banda Oriental.

   La revolución de Juan Borges en Santiago del Estero constituye un ejemplo interesante de la volubilidad de las ideas frente a los hechos. Por eso, es fundamental entender los acontecimientos ocurridos entre 1815 y 1820, que delinearon las provincias en el noroeste del país. Sin duda, los hechos políticos santiagueños tendrán una influencia radical en los distintos escenarios nacionales, que para fines de los años de 1820, van a constituir la Confederación. El próximo domingo nos dedicaremos al parto de las provincias argentinas, tal como las entendemos hoy.

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