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Síndrome de Antón, ceguera cortical y lóbulo occipital

23/02/2019 21:00 Santiago
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Síndrome de Antón, ceguera cortical y lóbulo occipital Síndrome de Antón, ceguera cortical y lóbulo occipital

De entre todos los sentidos

orientados a la

percepción del mundo

exterior, el de la visión

es el que está más desarrollado

en el ser humano. Nuestra

capacidad visual nos permite detectar

y procesar información muy detallada

del mundo que nos rodea, dándonos

la capacidad de percibir una

gran cantidad de información respecto

de los estímulos que nos rodean.

Sin embargo, la vista es un sentido

que puede perderse o no llegar a poseerse;

existen una gran cantidad de

alteraciones que pueden provocar que

una persona nazca sin la capacidad de

ver o pierda en gran medida o incluso

totalmente la capacidad visual.

En

aquellas personas que nacieron con

la capacidad de ver pero que la pierden

abruptamente tras una lesión cerebral,

en ocasiones surge una extraña

condición en que pese a no ser capaces

de percibir el entorno a nivel

visual estas tienen el convencimiento

de que sí lo hacen. Se trata del síndrome

de Antón, sobre el que vamos a

hablar a lo largo de este artículo.

Síndrome de Antón:

características

principales

Recibe el nombre de síndrome de Antón una

condición médica caracterizada por la presencia

de anosognosia o falta de conciencia de la

presencia de alteraciones que se produce en

personas que a nivel objetivo han perdido por

completo la visión tras haber sufrido una lesión

cerebral que destruye las áreas corticales encargadas

de procesar este tipo de información.

Se trata de un tipo de agnosia visual, es decir

de una falta de reconocimiento de la información

visual que el sujeto recibe, aunque en este caso

se debe al no reconocimiento de la no visión.

Síntomas

La persona que sufre esta condición no está

disimulando ni fingiendo, sino que realmente

es incapaz de detectar que no puede ver y actúa

como si poseyera la capacidad de percibir

el entorno a través de sus ojos. En esta situación

el sujeto confabula visualmente, es decir

genera mentalmente y de manera inconsciente

el contenido que vería, en ocasiones empleando

para ello información de sus otros sentidos con

lo que a veces puede parecer que tienen cierta

precisión.

Aún si por lo general tropiezan a

menudo debido a su falta de visión, le negación

de la ceguera suele ser continua y persistente,

aunque en confrontación con estímulos visuales

suelen dar respuestas poco precisas. Si bien

sus órganos visuales son funcionales, la corteza

visual, que permite el procesamiento y la percepción

de la información visual, se encuentra

destruida o desconectada, con lo que la visión

no es posible (condición conocida como ceguera

cortical).

El síndrome de Antón por lo general

suele acompañarse de cierto compromiso de

las funciones cognitivas, que se dan comórbidamente

pero que no forman parte del síndrome

en sí, tales como problemas de memoria.

Dado

que no son capaces de percibir que no ven y

debido a que se mueven con normalidad como

consecuencia de ello, suelen tener con frecuencia

tropiezos y en ocasiones incluso accidentes

que pueden poner en peligro su integridad física.

Además de ello la mezcla de ceguera y negación

de esta implica que surjan disfuncionalidades en

esferas como la social, la académica (no es raro

que afirmen poder leer y escribir pese a no poder

hacerlo realmente) o laboral (en que por lo

general su rendimiento se verá obviamente reducido

y en el que dependiendo del tipo de empleo

incluso pueden llegar a cometer negligencias

debido a su problemática).

Causas

Por norma general, las causas de la aparición

del síndrome de Antón se encuentran en la

presencia de una lesión cerebral. Dicha lesión ha

de producir una afectación destrucción o desconexión

de las áreas visuales del lóbulo occipital

a nivel bilateral, es decir, afectando a la región

occipital de ambos hemisferios cerebrales.

Esta lesión es el origen de la ceguera cortical

que impide que puedan ver.

El motivo de

que aparezca la anosognosia no está tan claro,

si bien es habitual encontrar que la lesión sufrida

también ha generado daños o alteraciones

en las regiones occipitotemporales que servirían

de área de asociación. Las causas de que

aparezca la lesión pueden ser múltiples, siendo

la más habitual la presencia de accidentes cerebrovasculares

(sea por isquemia o hemorragia).

Además de ello, otras posibles causas de

su aparición son los traumatismos craneoencefálicos,

la presencia de infecciones o la compresión

causada por tumores cerebrales. La hipertensión

arterial, el tabaquismo o la diabetes son

factores de riesgo para que surjan problemas

vasculares que puedan afectar en este sentido.

Tratamiento

El síndrome de Antón es una alteración cuyo

tratamiento es complejo, y por lo general precisa

del trabajo conjunto de un equipo multidisciplinar

que tenga en cuenta las diferentes necesidades

y particularidades del caso en cuestión.

Para empezar es necesario comprender que la

ceguera cortical es por norma general crónica,

aunque en algunos casos puede haber cierta

mejoría si se conservan capacidades como la

captación de la luminosidad y/o si la causa de la

ceguera es parcialmente reversible (es muy poco

habitual pero en ocasiones la reabsorción de

una hemorragia o el tratamiento de algunas infecciones

causantes de la ceguera podrían implicar

cierta mejoría). A nivel neurológico o neuropsicológico

se procurará tratar la causa y la

lesión cerebral del mejor modo posible, algo que

puede incluir o no cirugía.

Sin embargo esto sería

para tratar la causa en sí y no tanto el síndrome

de Antón, que puede entenderse como

una complicación de esta. Independientemente

de ello, el tratamiento requerirá de una intervención

a nivel de concienciación del sujeto

de su situación actual y de la existencia de problemas

visuales. En este sentido puede ser necesario

reestructurar sus creencias proponiéndole

experimentos conductuales.

Ello es un primer

paso que puede ser fundamental para que

el paciente se adhiera a programas de rehabilitación

y estimulación neurológica, neuropsicológica

o funcional, de cara a que el paciente pueda

aprender mecanismos para disminuir las dificultades

que su condición le genera.

La psicoeducación

es primordial, especialmente para el

afectado pero también para su entorno próximo,

el cual además suele ser el motivo de que el paciente

acuda a consulta y suele estar más preocupado

que el propio sujeto (que al fin y al cabo

cree que ve perfectamente).

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