La Iglesia argentina celebra la Jornada Nacional del Enfermo La Iglesia argentina celebra la Jornada Nacional del Enfermo
Como todos los años, el segundo domingo del mes de noviembre la Iglesia en Argentina celebra la Jornada Nacional del Enfermo. Es un día para tener presente y acompañar especialmente a nuestros hermanos que están atravesando problemas de salud, recordó la Comisión Episcopal de la Pastoral de la Salud. También dice el organismo en una carta que es una jornada en la cual se sensibiliza al Pueblo de Dios para acompañar, en el nombre de Jesús, el Buen Pastor, a quienes están enfermos y a sus seres queridos. Mensaje El mensaje de la Comisión dice: "Les proponemos entonces, en la medida de sus posibilidades, tener algún gesto significativo con los enfermos en este día (una misa en la que se rece de un modo especial por los enfermos y si resultara conveniente, se administre el sacramento de la unción a quienes lo requieran; visitas a los hospitales y hogares de ancianos; bendiciones a los enfermos; distintos modos de oración por ellos, etc.). La idea es acercarles el consuelo, la fortaleza y la paz que vienen de Dios. También es una buena ocasión para dar a conocer la Pastoral de la Salud y su tarea, y si es posible, suscitar nuevas vocaciones comprometidas en este servicio de amor y misericordia. El papa Francisco en su mensaje de este año nos recuerda que el tema de la Jornada del Enfermo se inspira en las palabras que Jesús, desde la cruz, dirige a su madre María y a Juan: "Ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa" (Jn 19,26-27). Las palabras de Jesús son el origen de la vocación materna de María hacia la humanidad entera. Ella será la madre de los discípulos de su Hijo y cuidará de ellos y de su camino. Y sabemos que el cuidado materno de un hijo o de una hija incluye todos los aspectos de su educación, tanto los materiales como los espirituales. El discípulo Juan, el discípulo amado, representa a la Iglesia, pueblo mesiánico. él debe reconocer a María como su propia madre. Y al reconocerla, está llamado a acogerla, a contemplar en ella el modelo del discipulado y también la vocación materna que Jesús le ha confiado, con las inquietudes y los planes que conlleva: la Madre que ama y genera a hijos capaces de amar según el mandato de Jesús. Juan, como discípulo que lo compartió todo con Jesús, sabe que el Maestro quiere conducir a todos los hombres al encuentro con el Padre. Nos enseña cómo Jesús encontró a muchas personas enfermas en el espíritu, porque estaban llenas de orgullo (cf. Jn8,31-39) y enfermas en el cuerpo (cf. Jn 5,6). A todas les dio misericordia y perdón, y a los enfermos también curación física, un signo de la vida abundante del Reino, donde se enjuga cada lágrima".