ANÉCDOTAS DE TAXI | ¡Cuántos quisieran tenerlos...! ANÉCDOTAS DE TAXI | ¡Cuántos quisieran tenerlos...!
En una de las bolsas verdes del supermercado, sobresalía una botella de vino blanco, de una marca muy promocionada en la televisión. Peinaba canas, de vestir modesto, y a pesar de barro en este día lluvioso, con los zapatos impecables.
En alguna esquina céntrica abordó. Sospeché que de reojo me miraba, y lo confirmé unas cuadras más adelante...
La sociedad nos inculcó prejuzgar que el varón que lo hace, es gay.
Avanzado el trayecto, y la conversación, descubrí que no. Que se trata de un tipo de personas que deambulan las ciudades, observando a la gente, tratando quizá de encontrar algún conocido, algún "hijo de vecino", o alguien que los reconozca a ellos...
En tono muy respetuoso, timidamente y con algunas indirectas, me invitó a visitarlo. Por más que la charla fue distendida y grata, esto ya excedía lo previsto. La decisión la tomé una semana después. Don Carlos, 68 años, viudo, jubilado ferroviario, manoa enormes, mirada cansada y solo. ¡MUY SOLO!
Soledad e inseguridad, que lo llevó a invitar a un desconocido a su casa, sólo porque se aburre, y desea charlar con alguien.
¡Qué lo parió! ¡Cómo hay abuelos y abuelas olvidados!
Al menos una vez por mes, me llego a visitarlo, saca dos sillas a la vereda, y no dejamos títere con cabeza.
Siempre tiene una picadita de fiambres, y aunque se enoja, al Norton blanco, lo llevo yo.