Arturo Umberto Illia, el presidente que fue confundido por muchos Arturo Umberto Illia, el presidente que fue confundido por muchos
El título de este artículo tiene el propósito
de utilizar la riqueza de nuestro idioma
para permitir varias interpretaciones.
Por eso vale aclarar desde el principio su
sentido. La figura política e histórica de
Arturo Illia ha sido revalorizada a lo largo
de los años por varias razones, entre
ellas, por la comparación con quienes lo
sucedieron, constitucionalmente o no, en
el ejercicio de la presidencia de la Nación.
Y hay que decir que en su tiempo, muchos
protagonistas de la vida argentina no supieron
interpretar en su justa medida las
acciones y las intenciones de su gobierno.
Es decir que los confundidos fueron quieren
eran los observadores de los años de
Illia presidente.
Este es el sentido de estas
letras escritas.
Pergamino: infancia y estudios
Arturo Umberto Illia nace en las afueras
de la ciudad bonaerense de Pergamino,
en los albores del siglo XX, el 4 de
agosto de 1900. Fue bautizado por sus padres,
don Martín y doña Emma Francesconi,
ambos lombardos, en la parroquia
Nuestra Señora de la Merced, al año y medio
de edad.
Familia numerosa como era
común entre los inmigrantes, Arturo tuvo
trece hermanos, sumados los tres del matrimonio
anterior de su padre. Estudió la
primaria en dos escuelas públicas de Pergamino
y el secundario en el colegio salesiano
Pío IX de Buenos Aires, donde habían
estudiado Carlos Gardel y Ceferino
Namuncurá.
Se recibió de médico en la Universidad
Nacional de Buenos Aires, siendo el único
presidente argentino de esta profesión,
muy habitual en los gobernadores de provincia.
Como conscripto fue granadero, y
en ese carácter, conoció al presidente Hipólito
Yrigoyen, encuentro que marcaría
para siempre la vida política de Illia.
Cruz del Eje: trabajo,
matrimonio y política
En 1929 se muda a Cruz del Eje, y comienza
su larga tarea como médico de los
ferroviarios, tarea que desempeñará hasta
su llegada a la presidencia en 1963. Sólo
interrumpió su trabajo cuando fue vicegobernador
de Córdoba. Su primer cargo
público fue como senador provincial en
1936, votando entonces la ley de reforma
agraria. En 1939 se casó con la cordobesa
Silvia Martorell, con quien tendrá tres hijos:
Emma, Martín y Leandro. Adherente
al radicalismo encabezado por Amadeo
Sabattini, se convierte en el segundo
de Santiago del Castillo, que es elegido
gobernador cordobés en 1940. Fue derrocado
en 1943.
En 1948 fue elegido diputado
nacional por Córdoba. Luego de la
fractura de la UCR en intransigentes y del
pueblo, Illia se mantuvo entre estos últimos.
Y su camino a la presidencia se allanó
en las elecciones de 1963, luego de la
caída de Frondizi y el extraño gobierno de
Guido. Su compañero de fórmula era el
entrerriano Carlos Perette. Ante la proscripción
vigente del peronismo, la UCRP
triunfó con el 25 % de los votos. El voto
en blanco superó el 20%. Esto significó
una debilidad de origen que complicó
mucho al gobierno recién electo. Vale destacar
que sus tempranas canas le valieron
siempre ser mayor a la edad que realmente
tenía.
Buenos Aires: presidencia y ostracismo
Arturo Umberto Illia asumió la presidencia
el 12 de octubre de 1963. El radicalismo
acompañó su gobierno pero Balbín,
presidente del partido, retaceó su apoyo
en algunos momentos críticos. Su obra de
gobierno puede resumirse en la creación
del salario mínimo, vital y móvil, la resolución
65 de las Naciones Unidas que reconoció
la existencia de la disputa territorial
por las islas Malvinas e intimó a Gran
Bretaña a iniciar negociaciones, la ley de
medicamentos redactada por su ministro
de Salud Pública Arturo Oñativia, la mejora
de todas las variables de la economía
nacional y el lanzamiento del plan nacional
de alfabetización.
Fueron muy discutidas algunas de sus
medidas como la anulación de los contratos
petroleros firmados en la presidencia
de Frondizi, el mantenimiento de la prohibición
del regreso al país de Juan Domingo
Perón y sobre todo, las tensiones enormes
producidas por el enfrentamiento entre
sus enemigos implacables: los sindicatos
peronistas y los militares antiperonistas,
que extrañamente coincidían en la crítica
a Illia, al igual que algunos sectores
económicos afectados por las medidas tomadas.
La tarea de alguna prensa en contra
del gobierno ayudó a crear las condiciones
para su derrocamiento.
En esos años, la provincia de Santiago
del Estero fue gobernada por Benjamín
Zavalía, abogado perteneciente al partido
del presidente. Son los años de la inauguración
del dique del Río Hondo, la crea-ción de la obra social de los empleados
públicos y el primer plan de electrificación
rural. En el Senado Argentino se destacó
la figura de José Castiglione.
Finalmente, el 28 de junio de 1966, un
golpe de Estado encabezado por Julio Alsogaray
y Juan Carlos Onganía lo echó
del poder. Uno de los complotados, el coronel
Perlinger, muchos años después, le
pidió perdón a través de una carta pública.
Su hija Emma lo acompañaba, junto
a algunos radicales, en el despacho presidencial.
Quiso manotear la pistola de Alsogaray,
pero no para quitársela, sino para
dispararle al sublevado. Illia fue el único
presidente derrocado que no fue preso
ni exiliado. Salió por sus propios medios
de la Casa Rosada y en un taxi se fue rumbo
al domicilio de su hermano. Nadie se
atrevió a detenerlo. Pero también fueron
demasiado pocos quienes lo defendieron.
A dos meses de su derrocamiento moriría
su esposa, luego de una larga agonía. Vale
recordar que Illia renunció a su pensión
como presidente y presentó un inventario
de sus bienes: casa, consultorio, tres trajes,
dos sacos y diez corbatas. El auto lo
había vendido.
Muerte y homenajes
Retirado de la política, ocasionalmente
“despuntaba el vicio”, dando charlas.
Volvió a su consultorio cordobés. También
atendió una panadería. El 18 de enero
de 1983 murió en Córdoba, y a pesar de
su voluntad de ser sepultado en Cruz del
Eje, sus restos reposan, junto a Alem, Yrigoyen,
Beiró y Elpidio González en el panteón
de los Revolucionarios del 90, en el
cementerio de la Recoleta. Su casa en
Cruz del Eje es un museo en su homenaje,
y muchas calles, avenidas e incluso una
autopista porteña llevan su nombre. Una
ambulancia sobre rieles que usaba Illia en
su trabajo está abandonada esperando su
restauración. La creciente valoración de
su persona y de sus gestiones de gobierno
es un testimonio de justicia histórica. El
“apóstol de los pobres”, como lo llamaban
en su pueblo, es reivindicado por aquellos,
que a más de medio siglo, recuerdan
la abnegación y el esfuerzo por la salud de
don Arturo, entre ellos el gran cantante
Jairo, a quien Illia iba a curar de noche, en
piyama y llevando los medicamentos.