Evangelio según San Mateo 21,23-27. Evangelio según San Mateo 21,23-27.
y, mientras enseñaba, se
le acercaron los sumos sacerdotes
y los ancianos del
pueblo, para decirle: “¿Con
qué autoridad haces estas
cosas? ¿Y quién te ha dado
esa autoridad?”.
Jesús les respondió:
“Yo también quiero hacerles
una sola pregunta. Si me
responden, les diré con qué
autoridad hago estas cosas.
¿
De dónde venía el bautismo
de Juan? ¿Del cielo o
de los hombres?”.
Ellos se hacían este razonamiento:
“Si respondemos:
“Del cielo”, él nos dirá:
“Entonces, ¿por qué no creyeron
en él?”.
Y si decimos: “De los
hombres, debemos temer
a la multitud, porque todos
consideran a Juan un profeta”.
Por eso respondieron a
Jesús: “No sabemos”.
él, por su parte, les respondió:
“Entonces yo tampoco
les diré con qué autoridad
hago esto”.
Comentario
En hebreo “Jesús” quiere
decir “salvación” o “Salvador”,
un nombre que, para
los profetas, designaba
una vocación muy determinada.
De ahí provienen estas
palabras cantadas con
un gran deseo de verle: “Mi
alma se alegra en el Señor
y mi corazón con su auxilio,
y me consumo ansiando
su salvación” (Sl 12,6; 34,9;
118,81).
“Yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios, mi
salvador”(Ha 3,18).
Y sobre todo: “Dios mío,
escucha mi oración, no te
cierres a mi súplica; hazme
caso y respóndeme” (Sl
54,3).
Es como si dijera: “Tú,
que te llamas Salvador, salvándome,
manifiestas la
gloria de tu nombre”.
Pues el nombre del hijo
nacido de la Virgen María es
Jesús, según le dijo el ángel:
“él salvará a su pueblo de
sus pecados”...
La palabra “Cristo”, él
mismo, designa la dignidad
real. En efecto, los sacerdotes
y los reyes eran “crismados”,
es decir, ungidos
con aceite santo; por ella
eran signo de aquel que,
apareciendo en el mundo
como el verdadero rey y
gran sacerdote, ha recibido
la unción del “aceite de júbilo
entre todos tus compañeros”
(Sl 44,8).
Es por esta unción que
se llama Cristo, y los que
participan de esta misma
unción, la de la gracia espiritual,
son llamados cristianos.
¡Que por su nombre
de Salvador, se digne salvarnos
de nuestros pecados.
Que por su unción de
gran sacerdote, se digne
reconciliarnos con Dios Padre.
Que por su unción de
rey, nos dé el reino eterno
de su Padre!