"Muchachos, pónganse contentos, ustedes van a Malvinas" "Muchachos, pónganse contentos, ustedes van a Malvinas"
Federico Esteban Fringes, Ramón César Bustos, Juan Pedro Flores, Pedro Enrique Granado, Carlos Salles, Raúl Gutiérrez, Víctor Adrián ávila, Cristóbal Nicolás Verón, José Dulcirio ávila, Agustín Alejandro Coronel, Carlos Virgilio Picco y Germán Claudio Bacaloni, doce jóvenes frienses acababan de desembarcar en las islas Malvinas, adonde llegaron para defender la soberanía nacional, su única coincidencia era ser oriundos de la misma ciudad, ya que cumplían con el servicio militar obligatorio en diferentes puntos del país.
“Yo fui incorporado en Catamarca, dice Ramón Bustos, de allí fuimos llevados solo diez soldados hasta Comodoro Rivadavia y luego a Puerto Argentino. En Malvinas estuve en el cerro Dos Hermanas y mi rol de combate era apuntador de Mac”. Ramón recordó sus últimos días: “En mi último combate estaba a 150 metros de los soldados ingleses, peleamos toda la noche, nosotros aguantábamos en la pendiente ascendente de un cerro frente del pueblo, aguantamos hasta las siete de la mañana después de combatir toda la noche, nos quedamos sin municiones y tuvimos que replegarnos al pueblo y luego vino la rendición, un momento doloroso y triste para todos los combatientes argentinos”.
Federico Fringes, era suboficial del Ejército Argentino, cabo primero, paracaidista del Grupo Aerotransportado con sede en Córdoba. Su destino durante la guerra fue cerca del aeropuerto: “El 1 de mayo a las 4.45 recibimos un fuerte ataque aéreo que nos obligó a trasladarnos hasta la entrada del pueblo donde hicimos base. Teníamos cañones 305, del mismo calibre que usaban los ingleses, con la desventaja de que el alcance de las armas argentinas era de 3 ó 4 km inferior”. Para Fringes la noticia de la rendición fue transmitida por el teniente coronel Quevedo, su grupo fue tomado prisioneros en el aeropuerto durante dos días, luego fue llevado en caravana caminando por la ruta hasta el puerto donde fue cargado en el buque Canberra hasta el continente. “Recordar es algo que está en nuestra mente, recordar los que quedaron muertos, recordar la cantidad de suicidios, que es algo que a ningún gobierno le gusta que digamos, pero ya son entre 400 y 500 los suicidios que ocurrieron porque no hubo contención. Malvinas es una mochila que llevamos todos los veteranos y no se olvida, por eso yo quiero volver, antes o después, estén ellos o nosotros yo quiero ir y rezar por mis compañeros que no pudieron volver”.
Pedro Flores narró: “Estaba en la Escuela de Aviación en Córdoba y nos llevaron a Comodoro Rivadavia diciéndonos que otra compañía iba a Malvinas y que debíamos reemplazarlos ya que ellos estaban mejor preparados. Al llegar nos dan la cena y un superior nos dice: ‘Muchachos pónganse contentos ustedes ahora van a Malvinas’. Allí nos dimos cuenta de que realmente íbamos a la guerra”. Flores que fue tomado prisionero y embarcado en el buque Canberra, contó un episodio que le quedó grabado en el corazón: “Cuando nos toman prisioneros y estaban arriando la bandera argentina, los ingleses nos custodiaban a punta de fusil y nosotros cantábamos el himno mientras ellos se reían, eso te causa un dolor en el pecho, ese día llorábamos todos. Malvinas es una herida abierta, una causa pendiente, yo con 18 años fui a una guerra, no sabía nada ni por qué peleaba, sólo que estaba defendiendo mi país y mi bandera. Malvinas no se olvida”. l