Bulimia, un daño a nuestra autoestima Bulimia, un daño a nuestra autoestima
de la conducta alimentaria que consiste
en una falta de control sobre la comida,
con una ingesta de grandes cantidades
de alimentos en un corto periodo
de tiempo (atracones), acompañada por
conductas compensatorias como consumo
excesivo de laxantes o vómitos autoinducidos,
lo que la diferencia de otros
trastornos de la conducta alimentaria
como la anorexia nerviosa. El enfermo
mantiene estas conductas en secreto, por
lo que a veces es difícil que las personas
de su entorno detecten el problema.
La bulimia, junto con la anorexia nerviosa,
constituyen los trastornos de la
conducta alimentaria (TCA) de más rápido
crecimiento en la población joven, caracterizados
por un conjunto de comportamientos
dirigidos a conseguir o mantener
lo que el paciente considera como
peso aceptable, siguiendo unas dietas
totalmente irracionales y con un angustioso
miedo a engordar.Es frecuente
en adolescentes y en el inicio de la edad
adulta, aunque algunos casos pueden
aparecer en la infancia y en mujeres mayores
de 40 años.
Causas
Aunque no se ha conseguido encontrar
una causa orgánica que origine este
trastorno de la conducta alimentaria
(TCA), se cree que existen varios factores
que pueden desencadenar la bulimia
nerviosa. Por un lado, numerosos estudios
científicos localizan genéticamente
el trastorno en el cromosoma 10 de las
personas afectadas, con una alteración
en los niveles o en la actividad de sustancias
neurotransmisoras en ellas (serotonina,
noradrenalina, dopamina). Una
baja autoestima puede conducir a una
excesiva preocupación por el aspecto físico,
lo que lleva a realizar dietas restrictivas,
que no siempre producen los resultados
deseados, alternadas con episodios
de consumo incontrolado de comida,
que provocan un desequilibrio metabólico.
El paciente tiene sentimientos de
culpabilidad a consecuencia del atracón,
y su preocupación por engordar genera
otras conductas como el vómito autoinducido
y el abuso de laxantes.
El enfermo puede sentirse también presionado
por los patrones de belleza considerados
ideales por la sociedad, y por la necesidad
de ser delgado y atractivo para sentirse
aceptado. Experiencias de rechazo social
o un fracaso sentimental pueden hacerle
creer que perder peso es un requisito
indispensable para tener éxito.
El paciente con bulimia oculta sus
atracones y vómitos, y a diferencia del
anoréxico su peso no suele oscilar demasiado,
por lo que es difícil que las personas
de su entorno se den cuenta de su
problema. Hay, no obstante, ciertos signos
que pueden alertar de la presencia
de la enfermedad:
Factores de riesgo
Entre los factores de riesgo para desarrollar
la bulimia destacan:
n Hacer dieta. En algunos casos, al dejar
de ingerir carbohidratos, la persona
se priva de un importante supresor del
apetito, lo que hace que sienta un deseo
incontrolable de comer. Además, las
dietas estrictas pueden afectar a ciertos
neurotransmisores cerebrales como la
serotonina, lo cual predispone a la bulimia.
Este factor dietético en muchas
ocasiones viene precedido de situaciones
de sobrepeso, tendencia a engordar,
siendo este el recurso para iniciar
una conducta bulímica.
n La influencia social. El cine, la televisión,
la publicidad, la moda… transmiten
constantemente mensajes que
indican que es necesario estar delgado
para ser feliz y tener éxito. Para
conseguir ser aceptados socialmente,
cada vez más jóvenes tratan de modificar
su apariencia física, utilizando
métodos que ponen en peligro su salud.
Es una insatisfacción por la imagen
corporal.
n En las personas más vulnerables, problemas
emocionales como el divorcio
de los padres, el fallecimiento de un ser
querido, la sobreprotección familiar, o
antecedentes de depresión y otros trastornos
mentales en la familia, pueden
ser factores desencadenantes de un
desorden alimentario.
n Por otro lado, una excesiva preocupación
por la figura y el peso puede ser un
desencadenante de bulimia, así como la
baja autoestima y el perfeccionismo.